Capitulo VII

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Regrese sobre mis pasos con la intención de entrar en mi habitación y marcar un punto en mi imaginario marcador al que jugaba con mi hermano sin que él lo supiese. Puse la mano sobre la manilla, girándola e intentando abrirla, pero una mano sobre mi brazo hacia que me girase de inmediato mientras que su otra iniciaba aquel gesto de darme la vuelta.

Mi hermano era el culpable de que ahora me encontrara contra la puerta cerrada de mi habitación, empotrada con su cuerpo a escasos centímetros del mío.

—¿Qué crees que estás haciendo?.—Preguntó con un tono notorio de cabreo mientras levantaba mis brazos por encima de mi cabeza y los sostenía con sus manos.

Giré la cara hacia otro lado, intentando desviar su mirada de la mía, no me gustaba que me mirara tan fijamente, podía ser débil de tenerlo tan cerca y ser persuadida por su boca sin contenerme de probarla.

—¡Mírame a la cara y contesta a mi maldita pregunta!.—Exigió rápidamente, mientras yo negaba con el rostro a su propuesta.

Sostuvo con una mano mis dos muñecas, liberando la otra, para sostener mi barbilla y girar la cara para que mis ojos se fundiesen en su mirada. Una mirada llena de rencor e inexplicable para mis ojos, que en anteriores veces no me había mostrado hacia mi persona. Aun que recuerdo cuando aquella novia le dejo, yéndose con un chico al que él no toleraba, aquella vez tenia esta mirada pero mucho más intensa. Pero podría decirse que era a lo que más podía asemejarse. Cogí aire y decidí contestarle.

—Pasármelo bien con mi novio como haces tú con todas las tías a las que traes.—Conteste.

—¡Tan solo eres una niñata!.

—Sí, me lo dejas claro a diario. Con mi cuerpo puedo hacer lo que me dé la gana.

—No en esta casa.—Ordeno.

—¿Y eso por qué?.—Pregunte desafiante.

—Porque tienes que ser tan estúpida...—Hizo ademan de pregunta.— Aun que hacerlo con ese, tiene que ser como masturbarte tú misma.—Añadió.

—He disfrutado mucho. Si llego a saberlo antes no espero diecisiete años para hacerlo.—Informe o más bien, mentí.

—Si eso es a lo que llamas sexo...—Realizo una carcajada de dentro.

—Seguiré haciéndolo cuantas veces quiera.

—Disfruta masturbándote entonces.—Susurro en mi oído, haciendo que mi cuerpo se alterase al sentir su cálido aliento sobre mi piel.

Me miro con una sonrisa antes de meterse en su habitación y de yo quedarme quieta en esa misma postura llevándome la mano hacia mi oído...

***

Gracias a mi insistencia por necesitar comprarme ropa y al cansancio de mis padres. Mi querida madre había "obligado" a mi hermano a que fuera el quien me llevase de compras. En lo único en lo que quería gastar el dinero era en lencería bonita. Pasaba de seguir usando la típica ropa interior de adolescente que no ha roto un plato en su vida, de virgen pura. Era hora de empezar a usar algo más sexy para cuando realmente fuera a utilizarla.

—Vayamos primero a esa.—Señale sonriente.

—¿Estas de coña?.—Pregunto mirando los maniquís del escaparate.

—Necesito ropa íntima para que Will me encuentre más sexy. He leído que eso os gusta.—Sonreí inocentemente, aunque mi comentario hubiera perdido todo rastro de inocencia.

—Ni con esas, Ashley.—Reprocho como siempre intentando disimular lo de antes.

—Bueno, entremos de una vez. No te queda otra, mama lo ha dejado muy claro.

—No creo que mama sepa que su hijita anda masturbándose con un chico a las mañanas y que acepte que compres esas prendas para mujeres y no para...

—Niñatas, lo se.—Termine su frase. —Ni tampoco que su hijo mayor se tire a chicas diferentes en su ausencia.—Devolví agarrando su mano y caminando hacia la tienda.

—¡Menudo infierno!.—Quejo mientras entrabamos en la tienda.

Le solté la mano, mirando fascinada cada una de las piezas de ropa interior que había. Eran demasiado sexys hasta para mí. Siempre había creído que tenía un buen cuerpo y podría ponerme cualquier cosa, aun que mis tetas no fueran muy grandes tampoco se consideraban pequeñas. Eso sí, de mi culo redondo y respingón estaba orgullosa, algo que siempre atraía miradas del sexo opuesto...

—Probare con estos tres.—Dije zarandeándolos ante mi hermano una vez seleccionados, antes de entrar en el probador.

Comencé a desnudarme por completo, dejando mi ropa interior en una de las sillas. El primero de encaje negro con azul, parecía ser demasiado sugerente y eso creo que nos gustaría a ambos. Comencé con aquella braga de tiras cruzadas, dejando más de medio culo al descubierto, gire en mi sitio mirando como lucia. Pero no quería esperar a ver el conjunto completo...Cubrí mis pechos con el sujetador, metiéndolos por mis brazos sin todavía atármelo, a lo que la cortina se abrió entrando una persona en ella, impulsivamente grité del susto, viendo tras el espejo que era mi hermano el que estaba tapando mi boca con su mano. Haciendo el gesto de chsss. Saque la lengua como pude y empecé a chupar la palma de su mano, con intención de que me soltara y de disfrutarlo a escondidas...

—¿Qué haces?.—Pregunte cuando la quito para limpiarse mis babas, contra su vaquero negro.

—No grites. Acabo de ver a una persona, que no quiero que me vea.—Justifico.

—¿Es una de tus conquistas?.—Pregunté.

—Bueno...Tal vez...—Hablo en bajo, mientras yo pensaba en cómo hacer para chantajearlo.

—Está bien, no diré nada ni gritare. Pero con una condición.—Accedí girándome en ese pequeño cuadrado teniéndolo cerca.

—No pienso hacerte nada.—Insinuó.

—No quiero nada de eso viniendo de ti, tengo novio, ¿Recuerdas?. Esas tonterías se acabaron.—Aclare, aunque no se lo cree ni...

—¿Y qué es?.—Pregunto confuso.

—Que me ates el sujetador, no puedo sola.—Pedí con calma sonando inocente.

—Está bien... Tengo más experiencia en soltarlo pero...—Contesto con pesadez.

Volví a girarme dándome la vuelta observando de nuevo por el espejo el rostro de mi hermano, que ahora mantenía un poco baja la mirada para buscar el cierre de mi sujetador, aunque sabía que echaría un vistazo a mis glúteos. Puso sus dos manos a los dos extremos, mientras yo pasaba mi mano por mi pelo agarrándomelo y dejándolo caer por uno de mis hombros, dejando a mi espalda y parte de mi cuello libres. Sus suaves dedos acariciaban mi espalda, intentando unirlo. Aquel roce, hacía que mi piel se erizase, notando su respiración en mi columna mientras anclaba en último enganche...

Continuara...


Un sabor Agridulce ♀  +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora