Capitulo XII

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El fuerte sonido de la silla arrastrándose, hizo que soltara mi pie de manera brusca pegando a la mesa por debajo con mi rodilla del susto, volviendo a calzare en el tacón.

—¡Derek! No arrastres la silla.—Riño mi madre, manteniendo su mirada sobre él.

—Solo quiero ir al baño.—Disculpo, poniendo su mirada contra la mía, girando la cabeza mientras apretaba sus labios.

No sabía si quería que le siguiera al baño, o ese gesto era de que; has estado cerca pero no vas a tocármela, no flipes. Ni idea.

Cuando se levantó de la silla, no dude en desviar mi completa, concentrada y curiosa mirada a su paquete, tan solo por saber si las caricias propinadas de mi pie contra su pierna e ingle, habían surtido el efecto esperado, habiéndolo excitado...

Mis padres seguían acaramelados, de manera que parecían no notar la ausencia de mi hermano, ni mi presencia a su lado. Me levante, diciendo en voz baja, que iba a buscar a Derek y a su vez a utilizar el aseo, pero ni eso hacía que me prestaran un mínimo de atención.

Camine hacia los lavabos, mirando a un señor que disfrutaba de la velada con su mujer, aunque más bien de la velada, estaba disfrutando de mi cuerpo cada vez que se movía, por lo menos eso me aseguraba que físicamente estaba deseada. Llegue a las dos puertas que separan por sexos los aseos. Ojee a mí alrededor, asegurándome que no había nadie entrando directa al aseo de mi sexo opuesto.

No me hizo falta agacharme para buscar a mi hermano en los individuales, ya que estaba frente a los grifos apoyado mirándose al espejo, sin buscar su imagen en ella...

—¿Qué haces?.—Pregunte acercándome, aunque por el ruido de los tacones podía saber que ya estaba aquí.

—Eso mismo debería preguntar yo. ¿No crees?.—Devolvió quitando la mirada.

—Tardabas y he venido a buscarte.

—mm.—mascullo.

Recogí mi vestido con ambas manos y con un ligero salto me halle sentada sobre la encimera de los grifos. Cruzando mis piernas y haciendo que me mirara instintivamente.

—¿Es por lo que te he hecho?—Pregunte algo avergonzada queriendo saber el motivo de su tardanza.

—Jajaja, ¿Crees que vas a ganar el primer día del juego? Si, que tienes confianza en ti.—Rio negando con la cabeza.

—No, sé que lo pondrás difícil, pero... pensaba que eso te excitaba...—Deje caer.

—Te lo he repetido muchas veces, no lo hace quien quiere si no quien puede y tu estas muy lejos de...—No termino de decir ya que un par de voces de hombres empezaron a escucharse.

Mi hermano me miro horrorizado por el hecho de encontrarnos en un restaurante "pijo" y estar aquí metida con él. Podía llegar a las malas lenguas y malas interpretaciones y que de todo esto se armase una gorda.

Le mire sin moverme, sin saber qué hacer. Él en cambio actuó con rapidez. Se puso delante de mí, abriendo mis piernas con sus manos y poniéndose al borde del lavabo donde yo estaba sentada, entre mis dos piernas...

Le mire con rareza, pero eso no le impedía seguir actuando, agarrando mis muslos con sus manos, levantándome del mármol y haciendo que mis piernas rodearan su cintura, pegándome completamente a él.

Pase mis brazos por su nuca, rodeando mis brazos y hundiendo mi cara en su cuello, absorbiendo la mezcla de su perfume y su olor personal. Giro, quedando mi vista en el espejo, mirando la postura tan perfecta que estábamos haciendo, mientras caminaba para meternos en uno de las cabinas tapadas.

Apoyo mi espalda contra la puerta del aseo para equilibrar mi peso y así cerrándola. No me había dado cuenta hasta ahora, que mi feminidad estaba tocando su miembro, a escasos centímetros de la mierdosa tela y que sus ambas manos, apretaban a escasos centímetros el empiece de mis nalgas con sus dedos. ¡Mi vagina empezaba a palpitar por si sola! Necesitaba bajar o que me daría lo mío salvajemente aquí y ahora. Opte por la primera, era realista en saber que no me daría lo mío hoy...

—Puedes soltarme ya.—Susurre en su oído.

—No, tus tacones harían ruido al dejarte caer, y verían por abajo cuatro pies.—Justifico con un cálido aliento en mi oído.

—Está bien.—Pero no lo estaba, esto solo se resumía en una palabra. Tor-tu-ra.

—Tampoco pesas en exceso, engañas mucho.—Chincho.

—¡¿Me estas llamando gorda?!.—Medio alce la voz.

—Chhss caya no grites, era broma.

—¿Y si no quiero?.—Pregunte amenazándole.

—Tendré que callarte.—Hablo, mirándome a los ojos, mientras yo me retiraba el pelo de la cara.

—Lo dudo.—Dije.—Voy a G...—Mencione las primeras, notando algo contra mi boca, sellando mi silencio.

Abrí los ojos, escapándose de mi un pequeño gemido casi insonoro de mi voz al ver, que lo que me callaban eran ni más ni menos que sus suaves y húmedos labios estampados contra los míos, dejándolos inmóviles, disfrutando tan solo de aquel tacto que conseguía volverme loca, haciendo que mi piel se erizase, tan solo con eso, con un mero roce de labios...

Quería abrir más la boca y profundizar el beso, meter mi lengua y que se encontrara con la suya, que jugaran sin tregua...¡Pero estaba paralizada!

Continuara...

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Un sabor Agridulce ♀  +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora