Capítulo 23

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El timbre sonó varias veces en una melodía infantil mientras Arthur se bebía otro vaso de agua, tenía la garganta seca, se sentía irritado, enfadado, acalorado y, sobre todo, con ganas de golpear a Sam. ¿Cómo se le había ocurrido, más allá del hecho de responderle, lanzarse luego a besarlo? Se había vuelto loco, realmente loco. Se pasó las manos por la cara, gruñendo, oyendo otra vez esa música con el timbre y luego la voz de Gustav recibiendo a David. Cogió el vaso y la jarra de agua y se sirvió otro vaso, bebiéndose luego todo lo que pudo hasta que la puerta de la cocina se cerró y la voz de su mejor amigo llegó a calmarlo un poco.

-¿Necesitas ayuda para meterte toda la jarra en el cuerpo?

Realmente no le hacía gracia, ni siquiera había prestado atención al significado de las palabras aunque las hubiera oído, pero sonrió porque David estaba allí y necesitaba desahogarse con alguien. Se secó la boca con la mano y caminó hacia él con decisión, tomándolo del brazo para sacarlo de la cocina.

-Tengo que hablar contigo.

-¿Vas a dejarme? -David soltó un gemido lastimero, llevándose su mano libre al pecho y luego lo cogió de los hombros y Arthur puso los ojos en blanco, pero se rió. ¿Si David no conseguía hacerlo reír con sus tonterías, quién lo haría? Lo vio abrir la boca para soltar alguna otra  tontería, posiblemente lo sacudiría como poseído y gritaría que no iba a serle infiel, pero abrió mucho los ojos y la mandíbula amenazó con tocarle el suelo- Oh, Dios mío.

-¿Qué pasa?

David le soltó los hombros solo para pasar un brazo por ellos y hacerlo girar noventa grados, quedando frente a Victoria, que hablaba con alguien por teléfono, masticando un chicle de forma irritante, jugando con un mechón de su pelo. Estaba sentada en el sillón que le les saludaba de cara, mirándose las uñas mientras hacía todo lo que Arthur encontraba irritante en una mujer, con una pierna cruzada sobre la otra. No le bastaba con ser tonta, anoréxica y llevar una minifalda en el límite de lo aceptable, encima tenía que tener esa horrible manera de masticar chicle. Arthur cerró un puño cada vez más fuerte con cada abrir y cerrar de su boca, cada vez que veía el chicle aunque no quisiera y la oía reír con una tal Amanda.

¡No la soportaba!

-Arthur…-miró a David enseguida, bufando cuando vio cómo la miraba embelesado- ¿qué hace Victoria Green en tu casa?

Frunciendo el ceño, se cruzó de brazos y la miró de nuevo, queriendo hacerla desaparecer con los ojos, pero nunca había funcionado con Sam y dudaba que fuera diferente con Victoria.

-Es la novia de Sam. -la forma en que David frunció el ceño denotaba confusión, igual que las tres veces que los miró a ambos, yendo de uno a otro hasta quedarse en él- ¿Qué?

-¿Desde cuándo Sam tiene novia? Pensaba que él y tú…

-¡Él y yo nada! -interrumpió, quitándose el brazo de David de encima yo brusquedad y dio media vuelta para salir del comedor y subir a su habitación, ya que lo que menos le apetecía era desahogarse con Victoria delante. Miró a David sobre su hombro, que seguía quieto en el sitio, observando a Victoria, así que golpeó el suelo con los pies y cogió el brazo de David con fuerza- ¡Vamos!

Tiró de David para que se moviera y éste no lo hizo ni un poco, aunque al menos se giró para mirarlo, riendo con perversión. Arthur frunció los labios. ¿Había perdido toda su fuerza esos últimos días o es que Sam y David habían engordado? Miró fijamente a su mejor amigo, reprochándole que no le hiciera caso, pero también bastante confuso por la mueca maliciosa que oscurecía su cara. A veces David le daba miedo. Sobre todo cuando se inclinó cerca de su cara y habló susurrando.

-Estás celoso, ¿verdad? -Arthur abrió la boca indignado, luego frunció el ceño y dio un paso atrás moviendo la cabeza de un lado a otro. ¡Qué pesados! David rió por su reacción, avanzando, volviendo a rodear sus hombros con un brazo- Era broma… -Arthur chasqueó la lengua y David se acercó a su oído- ¿De verdad es su novia?

Hasta que el cuerpo aguanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora