Al agua patos.

167 12 0
                                    

Escrito por Jazmín.
Y me enfadé. Pues claro q me enfadé.
-Lo que me espera son los Campos Elíseos. Al menos por las complicaciones causadas.
Tardó en darme una contestación.
-No esperes mucho más que el infierno, para ti y para tus padres.
-Te odio. Os odio. ¡Por vuestra culpa no estoy con ellos!-rugí.
Pillé una buena rabieta. Empecé a patalear al suelo.
-Me mataste.Tengo sentimientos, ¿entiendes?. No como tú o como el Hades de los (se corta la conexión).
Enfrió el ambiente. El aire pareció ganar densidad, como si su mera presencia detuviese el tiempo por el terror que causaba.
-No hables así de mi amo-me advirtió controlándose pero con una notable voz fría.
-No haberme matado. Yo no elegí estar aquí y sin embargo, ya ves. No pienso ir a verle. No pienso ir a q me juzguen y decidan si voy a los Elíseos o a q me quemen viva. ¡NO PIENSO!¿Me oyes bien? NO.
-No grites-ordenó todavía con su presencia imponente.
-A la mierda tus normas. Para la barca q me bajo aquí.
Me ignoró.
-¡He dicho q pares la barca!-grité-!Ya!
Ni caso. Me enfadé todavía más. Estaba bastantes desesperada.
-Haré enfadar a Hades. Lo sufriré yo, pero tú también.
No pareció lamentarlo. Pegué una patada al suelo. Tenía una rabieta gorda, y encima me estaba ignorando.
-Se acabó-dije-He dicho q no voy, y es q no voy.
Cogí aire y con un arranque de locura me tiré al agua. Al momento pude percibir el frío penetrando en mi interior. Las almas sienten y padecen, eso lo descubrí ahí. Me hundía rápidamente, de hecho de una forma excesiva. Abrí los ojos. Brazos blancos tiraban de mí hasta el fondo, hacia las profundidades del Aqueronte. Eran almas q no habían encontrado consuelo, almas olvidadas hasta por el tiempo, almas destinadas a morir viviendo. Miré hacia arriba. Hacia "la luz". Ví q alguien se lanzaba al agua. No podía soportar la presión del agua sobre mí. Me sentía a punto de desvanecer. Las almas temieron a la figura negra en un principio, y disminuyó su impacto sobre mí, pero luego se acercaron dispuestas a tener a un nuevo amigo entre ellas. Yo estaba lejos, pero el extraño nadó con velocidad hacia mí. Lo veía todo borroso. Ahora blanco, ahora negro, ahora no veo nada. Destello. Oscuridad. Destello. Oscuridad. Unas manos firmes me agarraron en medio de mi desmayo (sí, las almas se desmayan) y me subieron a la superficie con fuerza. La presión hacia abajo era mucho menor, muchas almas me habían soltado. Parecían mantener cierta distancia entre ellos y la figura, como si se hubieran dado cuenta de que era alguien respetable. Poco a poco, aumentó la luz en el agua y supe q ya estábamos más cerca de la superficie. A pesar de ser un alma, me sentía asfixiada y fría, helada. Mi salvador era mi único punto sólido entre tanta negrura y horror. Necesitaba subir. Subir. Subir. Subir.Subir. Subir. SUBIR. Al fin, llegamos a la superficie. No sé como (estaba medio-desmayada), pero me subió a la barca y me dejó tumbada. La oscuridad me tragó y perdí la conciencia. Desmayarse no es como dormir, que sueñas y hasta puede que te lo pases bien. Desmayarse es, desmayarse. Irse totalmente. Yo creía q morir era como desmayarse. Me equivocaba. Prefiero desmayarme a morir viviendo aquí. Bueno, donde iba, oscuridad, oscuridad, oscuridad, y... ¡Sorpresa! más oscuridad.
Me acerqué al punto de luz. Recuperé el conocimiento, pero no abrí los ojos. Tenía a alguien sobre mí. Literalmente, sobre mí. Notaba sus ropajes sobre mi piel. Así como dato, las almas no van desnudas, llevan como un camisón blanco q mucho no cubre. Por ello, sentía cosquillas en mis piernas desnudas. Me pegó palmadas en la cara.
-Despierta, despierta-murmuró una voz  ronca diferente a la q había oído antes en este misterioso lugar.
Abrí los ojos. Lo que vi me dejó paralizada.

Enamorada del Barquero de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora