A salvo

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Jazmín se miró al espejo por la mañana. Había sido su primera noche con sus padres. No había dormido nada. Cogió un cepillo y se peinó su guapo pelo castaño brillante. Esta vez, La Muerte sí parecía querer llevarla. Su madre la había salvado por los pelos. Y todo por culpa del maldito bolso y el estúpido camarero. No ganaba para sustos. Lo peor de todo es que habían pagado con tarjeta y el bolso con el dinero no les había valido de nada. Podían haberlo recogido TODOS JUNTOS a la vuelta. Quería irse de ese pueblo ya, pero sus padres habían encontrado trabajo para unos meses y sabía q el dinero no sobraba.
-Jazmín-la llamó su madre-. Tienes cara de no haber dormido nada. ¿Qué te ocurre?
Dejó de mirarse al espejo para girarse.
-¿No viste nada raro ayer?-preguntó.
-No... ¿Debería?
-Haz memoria. Cuando me llamaste.
-¿Por la noche?
-Sí.
-Mmm... Ahora q lo dices, no estabas con el camarero. No le ví más en toda la noche.
-¿Viste a alguien a mi lado?
-No hija, estabas sola.
Volvió a mirar a mi reflejo mientras se cepillaba. La madre se le quedó mirando.
-¿Había alguien?-le preguntó.
Suspiró.
-No lo sé-murmuró-¿Sabes si a La Muerte la ve alguien más además del q va a morir?
-¿Qué pregunta es esa?
Dejó el cepillo y la miró.
-Si muero, q sepáis papá y tú q os quiero mogollón-dijo mirándola.
Sus ojos se llenaron de lágrimas
-Ni se te ocurra morirte, porq iré a buscarte a donde sea q vayas a pegarte una bofetada.
Se rió y la abrazó.
-Prefiero morir yo antes-murmuró la madre cerrando los ojos.

Cuando los padres marcharon de casa, Jazmín se tumbó en la cama. Intuía q le quedaba poco de vida. Cogió un papel del escritorio y escribió:
Viviré para siempre. Queráis o no.
Plastificó el papel como pudo para garantizar su conservación e hizo un avión con él. Salió de casa corriendo y se dirigió al puerto, escondite de La Muerte. Desde el muelle, cogió el avión por abajo y lo lanzó hacia el agua. No se detuvo a ver donde caía, pero el avión voló lejos. Muy lejos. Lejísimos, superando la frontera de la física y la lógica voló, hasta q se detuvo y cayó al agua. Plastificado o no, se hundió para reposar en el fondo de aquel siniestro puerto cuyos barqueros no son humanos.
Jazmín se acercó al agua y la tocó. Cerró los ojos dejándose llevar por el ritmo de la corriente y disfrutando del placer de tocar tan pura materia con los dedos. Abrió los ojos. Lo q ahora era una maravilla, por la noche se convertiría en un infierno. Aguas oscuras y pesadas.

Enamorada del Barquero de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora