El infierno

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Jazmín:
Caronte paró de remar cuando íbamos a pasar un tunel oscuro. Se giró y me miró.
-Puedes hablar-me dijo.
Sonreí.
-Sabía q en el fondo te gustaba q hablase-afirmé confiada.
Se rió.
-No te confundas. No es por eso. Quiero q me digas lo q piensas cuando crucemos el tunel y veas lo q hay detrás-explicó.
-Muy bien. Pues adelante.
Se dio la vuelta y comenzó a remar de nuevo. Nos internamos en la oscuridad. Estaba un poco más fresco que en el exterior, pero al ser un muerto tampoco me importó demasido. La barca chocó contra una piedra empujándome hacia delante. Me apoyé en Caronte para no caer, puesto que se había quedado en su sitio cm si el golpe no se hubiera producido.
Nada más recuperarme, Caronte apartó de si mis manos como si le quemasen al tacto. Tengo que admitir que me dolió. Quizás no se diera cuenta, pero su frialdad me hacía daño. Me aparté de él como si no me hubiera molestado su gesto y volví a mi sitio. Una luz a lo lejos que me indicaba la cercanía de la salida me dejó apreciar un Caronte cabizbajo. Me fijé solo un momento, pues al siguiente ya estaba concentrada en el misterioso final del túnel.
Caronte se estiró de nuevo y se giró justo cuando daba su última palada para atravesar el final. Un resplandor me cegó un segundo. A ambos lados del río había extensas orillas de roca. En ellas, almas ardían una y otra vez reavivando el sufrimiento. Los gritos llegaban amortiguados, pero se podía distinguir claramente el dolor en ellos. Me tapé la boca con la mano horrorizada. Caronte me miraba sin inmutarse.
-Supongo que sabes que es esto-me dijo.
Asentí.
-El infierno-musité.
Como si hubieran oído mis palabras, más gritos de dolor surgieron de las almas castigadas.
-Realmente solo una parte-informó-. El infierno es mucho más extenso que esto, y hay más tipos de castigos. Realmente depende de los pecados.
Tragué saliva.
-¿Para qué me enseñas esto?-pregunté pálida.
-Quiero q sepas a lo q te enfrentas. Hades es el Dios de todo esto. Tu comportamiento frente a él ayudará a decidir a q parte del inframundo estarás destinada. Tienes que ver q lo mejor para ti es ser respetuosa y correcta.
Fruncí el ceño mirándole.
-¿Me haces ver todo esto para q no provoque a tu amo? ¿Tienes miedo de q se enfade contigo por no educar a la niña desobediente?-pregunté elevando el tono.
-Lo hago para ayudarte. No quiero q lo estropees.
-¿Y a ti q te importa? Soy un cliente más. Que vaya a un lugar o a otro te da igual-dije enfadada.
-No me gustaría verte ahí sufriendo. No lo mereces.
Me sorprendió que dijera eso. Algo personal sobre sus gustos y sentimientos. Pero en ese momento estaba enfadada y era como un toro a punto de embestir.
-¿En serio? ¿Y sí merecía morir?-grité con los ojos llenos de ira.
-Yo no quería...-empezó.
-ME DA IGUAL LO Q TU QUERÍAS. ESTOY AQUÍ POR TU CULPA. TU CULPA. ASI QUE NO TE MOLESTES EN INTENTAR AYUDARME PARA SENTIRTE MEJOR-grité furiosa
Me alejé de él asqueada y le di la espalda sentándome en el otro extremo de la barca. Se quedó en silencio mirándome un buen rato hasta que decidió seguir remando. Nos alejamos del sufrimiento infernal en un tenso silencio. Tras un buen rato, Caronte acercó la barca a una orilla. Llamó a Cerbero mientras yo seguía sin moverme.
-Puedes salir- me dijo.
Le ignoré. Cerbero vino trotando a su lado.
-Pero que sepas que no lo hacía para sentirme mejor.

Enamorada del Barquero de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora