Hades

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Jazmín.

Cruzamos ese túnel oscuro. Cuando salimos de él, se me quedaron los ojos como platillos volantes. Probablemente si piensas en el inframundo te imaginas un lugar lleno de muerte y desolación. Un lugar podre y sin vida alguna. Bueno, pues era un lugar lleno de muerte pero no de desolación. Un lugar sin vida pero no podre. Era como el paraíso de los muertos. Columnas de fuego se alzaban al rededor de las entradas de un gran palacio que se encontraba en el centro de tanta maravilla. Brillaba reflejando la gran cantidad de fuego que le rodeaba sin perder su maléfica oscuridad.

Para llegar a ese Palacio que en seguida deduje como el de Hades, teníamos que cruzar un puente de piedra extrañamente decorado con cadáveres y fuego. Al cruzarlo sentí diversos escalofríos por tanta muerte, pero no puedo negarlo, era un espectáculo único. Todo era estéticamente perfecto. Había sido decorado a la absoluta perfección, con un gusto algo salvaje pero impecable. No nos llevó más de 5 minutos. Al final, nos estaba esperando un misterioso personaje vestido como un criado. Inclinó la cabeza en señal de respeto hacia Caronte, por lo que supuse que era alguien mucho más inferior. Parecía también bastante evidente por las apariencias de ambos. Caronte iba un poco mejor vestido aun cuando iba como un desastre. La diferencia se basaba en el color basicamente. La ropa de Caronte era negra y la del criado gris y marrón. Llevando ambos harapos, creo que es obvio quien era superior. Además, yo sabía lo joven que parecía Caronte gracias a su inmortalidad, y el criado parecía una pasa arrugada. Me echó una mirada curiosa y volvió a dirigirse a Caronte.

-¿Es esta?-preguntó ansioso.

Caronte dudó un segundo. Parecía arrepentido de haber traído a la rebelde auténtica y no a una falsa.

-¿Acaso dudas de mí?-replicó él.

Agachó la cabeza tragando saliva

-Oh nono, señor. Perdonad mi poca educación-murmuró arrepentido rápidamente.

Casi me río ante el terror del criado. Entendí entonces más o menos la posición de Caronte en este lugar. Él se limitó a ignorarle.

-Vamos-dijo solamente.

El criado nos guió al interior. Creo q no hace falta repetir lo maravilloso y lujoso q era todo, pero es que si el exterior era bonito, el interior era una pasada. El fuego no escaseaba en ninguna esquina ni pasillo. El suelo era mullido gracias a la alfombra roja que cubría la piedra. Las calaveras decoraban las paredes a nuestro lado y los cuadros te amenazaban con sus terroríficas imágenes. Cada poco también había espadas y escudos colgados expresando una sutil advertencia. Era una mansión de estas que entras y no sales por dos básicas razones: que no quieres, y que  cuando avanzas un par de pasos ya estás tan perdido que no hay forma de encontrar la salida. Yo debía de ser la excepción, porque me quería largar ya, pero eran otros los que no querían que me largara. Cruzamos miles de pasillos en absoluto silencio y llegamos ante una puerta enorme en la que acababan varios pasillos entre los que se encontraba el mío. La puerta estaba decorada con esqueletos y cadáveres tallados en ella. Escalofriante, pero preciosa, como todo lo de aquí. El criado abrió la puerta ligeramente sin llamar e hizo una reverencia hacia el interior.

-Mi señor-empezó-, sus invitados ya están aquí.

La puerta se abrió del todo mostrando una sala inmensa en cuyo centro se encontraba el trono. Tragué saliva y avancé hacia el interior. Hades me esperaba.

Enamorada del Barquero de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora