Huyendo

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Jazmín:
Serpius me miró.
-¿A qué esperas?-me preguntó.
Caronte nos miró con desconfianza, especialmente a Serpius.
-¿Qué quieres?-le preguntó.
Puso los ojos en blanco.
-He hecho un trato con tu querida Jazmín, y está tardando en cumplirlo-le dijo agriamente.
Caronte se tensó notablemente.
-¿Qué trato?-exigió saber.
Serpius se rió.
-Yo os salvaba y ella se convertía en mi sirvienta de por vida-dijo sonriendo a su manera.
Fruncí el ceño mientras Caronte lo taladraba con la mirada furioso.
-Tengo que matarle-desmentí.
Abrió los ojos extrañado.
-¿Cómo que matarle?-preguntó.
Miró a Serpius fijamente.
-¿Que tramas?-le preguntó feroz.
Serpius se limitó a sonreir. 😤 Qué exasperantes.
-Serpius quiere que yo siga "viva"-empecé a explicar.
Caronte me escuchó con recelo.
-Lo quiere porq soy una rebelde ante Hades. Él desea más poder que el que tiene ahora, y esta es su venganza.
Frunció el ceño.
-¿Y para qué quiere morir?
Serpius suspiró.
-Dios, que tonto. Matame ya. Ya se lo explicas más tarde-ordenó.
-No. Esto va primero-repliqué.
Puso los ojos en blanco y puso una cara de mártir.
-Hades se va a enfadar cuando descubra que me he escapado, y le va a echar la culpa a Serpius por haberse dejado coger y haber sido un rehén. Si le matamos, su ira caerá sobre los guardias, ya que él estará muerto durante mucho tiempo. Cuando reviva, gran parte de la ira se le habrá pasado, por lo que no habrá consecuencias graves sobre él, y podrá disfrutar de su venganza.
Asintió.
-¿Ya?-preguntó Serpius con impaciencia.
-¿Cómo quieres morir?-pregunté intentado que fuese lo más a su gusto posible.
-Pues...-empezó, pero fue interrumpido por Caronte, que lo había agarrado del cuello por detrás.
Ante mi espanto, no lo soltó, sino que siguió apretando sin inmutarse ante las tonalidades que estaba adquiriendo Serpius y los grotescos sonidos que salían de su boca. Cuando Serpius dejó de revolverse, Caronte soltó su cuello y lanzó su cuerpo al río, como quien lanza un saco patatas. Tragué saliva molesta y asqueada.
-¿Hacía falta haberlo hecho así?-pregunté agriamente.
-De nada por hacer el trabajo sucio-dijo sin más.
-No tenía ningún reparo en hacerlo yo-le repliqué-. Por si te había olvidado, yo también puedo matar.
Tardó en hablar.
-Quería vengarme-dijo simplemente.
-Nos ha ayudado.
Me miró.
-No te confundas, ni nos ha ayudado. Lo hizo por venganza y avaricia, no por ti, y menos por mi-me dijo.
-Aun así, había que cumplir el trato-insistí.
-Y lo hemos cumplido. Está muerto-terminó.
Suspiré.
-De todas formas, gracias-le dije-. Por salvarme y venir.
Dejó de mirarme nervioso.
-Fue todo gracias a Cerbero-explicó restándose importancia.
-Gracias igualmente-le dije.
Seguía remando a mucha velocidad. Desconocíamos si nos perseguían los guardias o no, pero no tardarían mucho en hacerlo.
-No sé que hacer contigo-me dijo de pronto.
Cerbero me miró con 6 ojos preocupados. Yo le acaricié.
-No quiero que la liéis más por mi.
-Tranquila, más imposible. Si te pillan, todo esto habrá sido en vano.
Se acercó a la orilla. Le miré extrañada.
-Cerbero pesa mucho-me explicó-. Debéis despediros ahora. Es muy probable que no os veáis en mucho tiempo.
Se comió la parte de que quizás nunca nos volveríamos a ver. Me tiré hacia Cerbero abrazándole con fuerza.
-Gracias peque, de verdad. Siempre serás mi perruno favorito-le susurré pegada a él como una lapa.
Cerré los ojos y se me escaparon un par de lágrimas. Cerbero se apartó de mi y comenzó a lamerme la cara feliz y a la vez triste limpiándomela de lágrimas y llenándomela de babas😑.
-Te quiero peque, no te olvides de mí-le dije dejándole marchar.
Me dio tres últimos lengüetazos y saltó a la orilla. Desde allí me ladró como despedida. Sonreí y salió corriendo por el inframundo. Caronte no dijo nada. Se notaba la diferencia de peso. Ahora íbamos mucho más rápido.
-¿A dónde vamos?-le pregunté.
-Al inicio de todo-contestó-. Al lugar donde me conociste como tu acompañante.
-¿Dónde desperté como alma?-pregunté.
Asintió.
-Esta vez, será mucho más rápido-me aseguró.
-¿Y eso por q?-pregunté.
El río no parecía seguir ningún sentido claro, así que no podía ser por eso.
-Lo verás ahora-me contestó.
Se agachó asomándose por el borde. Tocó el agua llena de almas y cerró los ojos. Tardó poco en verse rodeado de manchas blancas.
-Quiero que me llevéis al inicio-ordenó sin abrir los ojos.
Desaparecieron pronto, y en pocos instantes la barca comenzó a avanzar sola con bastante velocidad. Abrí los ojos sorprendida.
-¿Por qué no lo hiciste a la ida?-pregunté.
-Toda arden conlleva un precio-contestó-. Soy su Señor, pero debo corresponder a sus servicios.
-¿Cuál ha sido el precio en esta ocasión?-pregunté con curiosidad.
Sonrió.
-Les vale con que fastidie al Dios que las tiene ahí de por vida y no hace nada.
Me reí. Aquí nadie apreciaba a Hades en serio. El ser que más lo había apoyado, se había revelado contra sus órdenes para salvarme.
-¿Por q lo has hecho?-pregunté.
-¿Esto? Para avanzar más rápido-contestó sabiendo que no me refería a eso.
-Salvarme-corregí.
-Ah-dijo tímido-. Te tengo aprecio.
Apartó su mirada de la mía. Yo no comenté nada esperando que él llenara el vacío.
-No había conocido a nadie a quién Cerbero pudiera apreciar como te aprecia a ti-continuó.
Luego se quedó callado incómodo ante mi silencio.
-Tardaremos poco-repitió.
Él seguía de pie.
-¿No te sientas?-pregunté.
Sacudió la cabeza. Sentarse haría más incómoda la situación.
-Vale, pues me levanto yo también-dije cumpliéndolo.
Frunció el ceño.
-¿No puedes estarte quieta siquiera una vez?-preguntó desesperado.
-No.
Suspiró. La barca iba muy rápido, casi como una lancha. Tardaríamos lo que sería dos paradas en llegar. Casi pierdo el equilibrio cuando la barca se balanceó extrañamente. Al instante, dos manos me sujetaron impidiéndome caer.
-Siéntate, por favor-pidió esa voz a mi lado.
-Cuando te sientes tú-repliqué.
-Yo no me caigo-soltó a su vez.
-Bueno, pues para eso estás tu aquí, para sujetarme.
Frunció el ceño.
-Está claro que sin mí no llegarías a ningún sitio-comentó.
-Ya claro, pero sin ti seguiría viva-le solté de golpe sin pensar.
Le dolió, le dolió mucho. Al momento, me di cuenta de mi error. Él apartó la mirada dolido.
-Perdón-le supliqué arrepentida-. No tenías la culpa. Da igual.
-Simplemente es cierto-dijo-. Da igual.
Me mordí el labio inferior buscando una compensación para lo que había dicho.
-Pese a todo, te agradezco todo lo que has hecho-le dije.
-¿Puedo considerar que estamos en paz?-preguntó irónicamente.
Lo había dado y arriesgado todo por salvarme.
-No-contesté.
Sé que abrió los ojos sorprendido.
-Estoy en deuda contigo-terminé.
Volvió a girarse hacia mí.
-Voy a dejarte ir-me dijo.
What. ¿A dónde? ¿Cómo que irse?
-Arréglatelas para no liarla-terminó.
Cuando miré a nuestro alrededor, vi que quedaba muy poco. Un ratín nada más.

Enamorada del Barquero de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora