Caronte

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¿Alguna vez os habéis quedado petrificados de la sorpresa? Nunca, nunca, nunca había visto belleza semejante. Era un joven pocos años mayor q yo. Moreno. Maravilloso. Perfecto. Buenísimo. Me miró. Me fijé en sus ropajes y en su capucha negra, empapada y echada hacia atrás. Tenía el pelo mojado y una cara de preocupación con una pizca de irritación pintada en el rostro. Sus ojos eran penetrantes e inexpresivos, pero mostraban una gran determinación.
Me levanté asombrada y me quedé mirándole fijamente.
-Caronte-musité como si acabara de conocerlo.
Al darse cuenta de su error se levantó la capucha para taparse la cara. Pero ya era demasiado tarde, le había visto, y sabía q no me olvidaría de su espectacular rostro. Impedí q se tapara.
-¿Por q?-pregunté-Ya te he visto.
-No deberías-respondió apartando mi mano con frialdad y poniéndose la maldita capucha.
Al ponérsela, su voz era unos tonos más grave y más profunda. Era como una especie de eco.
-No entiendo por q te tapas. Yo pensaba que eras un esqueleto y me encuentro con esto-le dije.
Se apartó molesto.
-Que sea la última vez q te tiras. No pienso volver a rescatarte. Y si es necesario, te ato a la barca-amenazó.
-Con la condición de que te quites la capucha-probé.
Necesitaba sentirme acompañada, y la mejor manera era teniendo a alguien más o menos humano conmigo.
-Olvídate. Pensándolo mejor, te ato-decidió.a
Me alejé de él, pero estaba molesto y no quería problemas, así q me agarró con fuerza y me ató las manos a la espalda y a la barca. Fruncí el ceño.
-No pensaba volver a tirarme.
-Así no cometerás locuras. Es la primera vez q me tiro a por nadie al río, y también la última.
Me enfurruñé, pero me olvidé en seguida e intenté saber más sobre él.
-¿Cuántos años tienes?-pregunté con curiosidad.
-Millones más q tú-respondió.
¿Dicen q la edad no es un problema, no?😉
-Eres raro.
-¿Y tú no? ¿A quién se le ocurre tirarse al río del inframundo?
Ahora que sabía cómo era me sentía mucho más segura, y le notaba a él mucho más hablador, como si con sus palabras y una buena conversación pudiese hacerme olvidar la escena anterior.
-A todo el q odie su muerte. Yo no quiero ir a ver al q mandó asesinarme-contesté.
-Antes te parecía increíble.
-Pues ahora me parece un asco.
Me retorcí entre mis ataduras.
-¿De verdad hacía falta?-murmuré irritada.
-Eres un peligro hasta para un inmortal.
-¿No podemos parar? Estoy cansada.
Suspiró.
-Iba a parar en un rato.
-¿Cuánto es un rato en el inframundo?
Se encogió de hombros.
Tras un rato eterno, arrimó su barca a la orilla y bajó. De repente, se acordó de mí y se acercó a desatarme. Me froté las doloridas muñecas y salí de esa espantosa barca de madera. Él se alejó de mí unos cuantos pasos y pegó un silbido. Al cabo de unos instantes, tres cabezas negras, a un cuerpo pegadas, hicieron su aparición entre babas y trotes. Alegremente se acercaron a su amo y se sentaron a su lado, mirándole fijamente y sin parar de mover el rabo. Caronte sacó un chuletón de sus ropajes y se lo ofreció. Las tres cabezas comenzaron a pelear por él.
-Stasi-ordenó.
Me pregunté q estaba diciendo porq no había entendido lo q dijo, pero al parecer, Cerbero sí. Al momento, las tres cabezas dejaron la carne de lado y miraron a su amo con ojos suplicantes.
-¿Qué le has dicho?-pregunté con curiosidad acercándome.
-Le he mandado parar. Es griego.
Tenía sentido. Estiré la mano para tocar a Cerbero. Me miró fijamente antes de acercarse a olerla. La olieron y movió el rabo. Le acaricié el cuerpo porq no tenía manos para acariciar las tres cabezas a la vez y no quería causar discordia entre ellas.
-Qué monada-comenté.
-Es un perro del infierno, no debes tratarlo así-murmuró Caronte molesto.
Me aparté y él partió el trozo de carne en tres. Se la dio al perro y se sacudió las manos.
-¿Hay algo más q no se deba hacer aquí, o eso es todo?-pregunté irritada.
-Algún día aprenderás como es la muerte. Mientras tanto, estate quieta y no molestes.
👍🏽

Enamorada del Barquero de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora