DESTINADA A MORIR

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Escrita por Jazmín:

Mis padres ya habían vuelto. Nada más oirlos llegar corrí a darles una brazo muy fuerte. ¿De despedida? Pues tal vez. Les repetí unas 100 veces q les quería mucho, e intente alargar la hora de irse a la cama lo máximo posible.

-Jaz, estás muy rara. ¿Te ocurre algo?-me preguntó mi madre mientras mi padre se metía en la cama con un bostezo.

Evidentemente no les iba a decir q con mi corta edad me iba a morir así q contesté:

- ¿Tan raro es q sea cariñosa?

-A ver hija, un poco sí q eres, pero tanto como hoy nunca.

Sonreí tristemente. No pensaba llorar. Aguantaría hasta el final. Me pregunté q habría detrás de la muerte. ¿Otra vida? ¿El paraíso? ¿El infierno? ¿Ambos? ¿O nada? Misterio q solo puedes resolver una vez hayas muerto. Yo lo iba a descubrir esa noche.

Hora de acostarse. Les di unos cuantos besos más y les dije otros muchos te quieros y me acosté. Apagaron la luz. Yo tenía mucho miedo. Y me sentía muy triste. No quería perderles ni despedirse. No quería decir un adiós eterno. No quería ser un fantasma y una voz en la oscuridad. Solamente quería ser yo, Jazmín. Eso y nada más. No pedía tanto. Suspiré profundamente y cerré los ojos. Simplemente acepté la realidad. Cuando los abrí, me encontré con lo que me esperaba, una sombra encapuchada inclinada sobre mí. A pesar de contar con ello, mi miedo fue enorme y el escalofrío que me recorrió más aun. Era "Ella", q había decidido llevarme consigo. Mi corazón latía acelerado mientras ambos nos evaluábamos con la mirada. Mi último pensamiento fue para las personas a las q más quería en el mundo: mis padres. La figura encapuchada se inclinó hacia mi rostro y me absorbió el alma a través de la boca. Puede que suene muy raro eso de absorber el alma, pero era una sensación parecida a la de quedarse sin aire. Mi corazón dejó de latir. Mis pulmones dejaron de respirar. Mi cerebro dejó de funcionar. Resumiendo, me morí y mi cuerpo se apagó. De repente todo quedó negro. Lo último q pude ver fue mi cuerpo. Rígido, inexpresivo, sin vida. Definitivamente muerto. No recomiendo la experiencia. No recuerdo nada más. Oscuridad. Oscuridad. Y como no, q no falte, oscuridad.

Abrí los ojos. Eeeem bueno, no exactamente. Se me olvidaba q no tenía. La cuestión es q desperté en una cueva llena de calaveras, oscuridad y mmm... ¿frío? No había salida. A mi lado corría un río, q más tarde supe q era el Aqueronte. No era el típico río subterráeo cristalino y maravilloso. No. Era negro, no era para nada cristalino y parecía como espeso. Vamos, q yo ahí no me bañaba ni muerta. Vale sí Jaz, muy pero q muy graciosa. Oí una barca deslizarse y miré rápidamente hacia allí.

-¿Tú otra vez?-pregunté como para mí.

La Muerte conduciendo una barca. Morir para creer. Paró frente a mí. Me hizo una seña para q subiera, pero no me moví. No podía hacerme nada porq ya estaba muerta. Repitió la señal con impaciencia.

-N-no voy a s-subir-murmuré.

No dijo nada. Solamente se me quedó mirando. Pero en ese caso sí q podía quedarme ahí eternamente. Me crucé de brazos y percibí como la figura se exasperaba. De pronto, oí algo a mi derecha. Un perro ENORME de 3 cabezas me miraba fijamente. Empezó a gruñirme. Los perros siempre me gustaron mucho, pero la verdad es q nunca había visto una raza con tres cabezas. Decidí arriesgarme. Todos los perros tenían un corazoncito en el interior.

-Hola pequeñín-le dije ofreciéndole "la mano" para q la oliese.

Olisqueó con curiosidad, bueno, olisquearon. Al final, tras babarme entera, movió el rabo contento. El perro miró a La Muerte con adoración. Esta hizo un gesto y el perro se marchó. Se giró hacia mí un poco harta supongo.

-¿Por q voy a subirme ahí?-pregunté.

No obtuve respuesta, así q me senté. Ella no se movió. Simplemente se quedó esperando a q me decidiera.

-Si q eres callada-le dije cansada ya de estar ahí sin hacer nada-. Subo si me hablas.

Asintió tras un momento, así q me levanté y subí. Cogió su remo y se alejó de la orilla. Me senté un poco apartada. La situación había cambiado, ya estaba muerta, y no tenía mucho más que perder, pero aun así me seguía dando repelús.

-¿Cómo te llamo?-pregunté tras un rato incómodo-¿Muerte?

-Llámame Caronte-contestó con voz grave y profunda con la lentitud de un ser inmortal-. Soy el Barquero de La Muerte.

Enamorada del Barquero de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora