Capítulo 5

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Capítulo 5

Recuerdo una noche en donde Fred trajo a su novia a casa. Mi madre y yo estábamos felices de conocerla. No era lo más importante de la historia ya que terminaron después de un año y no la recuerdo mucho.

Estábamos todos juntos comiendo y viendo el noticiero. Fred estaba tan feliz de compartir ese momento con nosotras, y yo estaba feliz de estar en familia. Pero el noticiero da una mala noticia: un hombre había sido quemado vivo por su esposa.

Me había quedado viendo el noticiero con la boca abierta. Era chica, sabía que las personas se iban, pero no sabía que morían. No sabía que había asesinos, no sabía que había cosas tan sádicas. Mi mamá y Fred se ocuparon de ayudarme a salir del mundo luego de la casa en llamas. Mi madre era todo amor, toda ilusión. Ella luchaba por mí y por todo lo que le importaba, sin llantos. Sin caídas. Y Fred era puro humor, tan sarcástico, tan alegre que todo a su alrededor era bueno.

Y apareció lo malo del mundo, lo malo de la vida. Existían esos miedos y esas caídas.

Me había levantado para irme a mi cama. Y empecé a llorar. A llorar porque era mala y tenía miedo, miedo de no ser esa princesa de la cual los demás estaban orgullosos. Miedo de decepcionar a ese que puso tanta fe en mí. Miedo a morirme sin lograr obtener lo que amo. Miedo a no lograr ser antes de desaparecer. Miedo a desaparecer.

Mi madre había entrado a mi habitación, me escuchó llorar y se sentó a mi lado.

— ¿Qué te pasa, linda?—preguntó con tristeza antes de abrazarme.

—Nada—musité, pero lo único que logré fue llorar más. No quería que me escuche Fred con su novia.

—Por ahí, si me cuentas, puedo ayudarte—mamá acarició mi cabello.

La miré a sus ojos marrones y me sentí protegida.

—Tengo miedo—susurré y la abracé—. No me quiero morir, no quiero irme.

— ¿Por qué dices eso?—ella me abrazó fuerto—. No vas a morir, nunca lo harás Emma. Te voy a protejer siempre, siempre estaremos juntas.

— ¿Me lo prometes?—logré decir.

—Te lo prometo.

La situción que vivía me hizo acordar a como me sentía. Esa sensación de miedo a morir. La diferencia es que no tenía protección, estaba sola. Y con Ethan. Ethan tenía miedo, ¿cómo no tenerlo? Era una situación real, una en la que cualquier persona tendría miedo. Pero Ethan era tranquilo, tan tranquilo que me daban ganas de estrangularlo. Él me calmaba en muchos sentidos, y si fuera otra persona no sé si hubiera sobrevivido.

Me encontraba entregando el examen de historia cuando Scott me habló:

— ¿Hiciste todo?— levanté la vista cuando él se dio la vuelta en su banco. Me quedé paralizada, no es que me hablara mucho. No en la escuela. Y esa es una de las razones del porqué lo podía odiar.

—Sí, ¿vos?

—No—hizo una mueca—. Historia no es lo mío—sus ojos se iluminaron—. ¿Qué tal si nos juntamos a estudiar los lunes?

En ese momento me irrité, me irrité tanto que quise llamarlo estúpido en la cara. Hace un año me hubiera dicho a mi misma que es una excusa para verme. Pero yo conocía a Scott Thompson. Si él quería estar con alguien por simple deseo de estarlo lo decía. Y él sabía que yo estaba enamorada de él.

—Perdón—fingí una mueca—, los lunes tengo las reuniones con la Universidad—mentí—. Otra vez será.

Scott se me quedó mirando. Apretó la mandíbula un poco e imitó una sonrisa.

Dentro del relámpagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora