Capítulo 10
Miré a Isabel y me mordí el labio.
—Cálmate—susurró por enésima vez.
Todos estábamos fuera de la escuela, aguardando a que algo pasara. No sabíamos qué , nadie sabía qué hacer. No podíamos volver a clase luego de que asesinaran a alguien allí dentro. Y nadie sabía quién fue. Pero yo estaba segura de algo: Ren tenía algo que ver.
Me levanté del piso y miré a mi alrededor. Todos los estudiantes estaban fuera, cuidados por algunos maestros. Miré a mi profesor de Geografía y caminé hacia él. Is me siguió con la mirada.
— ¿Qué haces?—preguntó mi amiga.
—Ya vengo.
Llamé a mi profesor y él me miró. Tenía un gesto cansado, como si quisiera extinguirse en ese mismo momento. Suspiré e hice una mueca.
—Necesito ir al baño—mentí.
—No puede entrar, señorita Hall.
—Soy Emma Becher—aclaré—. Es urgente, profesor—insistí.
—No.
Me mordí el labio, rogando que mi don mentiroso venga hacia mí en un suspiro.
—Estoy en mis días—solté de la nada.
El profesor me miró y yo me sonrojé. Ese tipo de cosas tenía que decir frente a mi profesor para que me deje ir al baño.
—Ah—murmuró él y suspiró—. Está bien, pero directo al baño y te quiero acá en diez minutos.
Asentí y me dirigí dentro de la escuela. Me recorrió un escalofrío cuando sólo se escucharon mis pies contra el suelo en el pasillo. Era como estar sola en un logar frío, sientes que te atrapa cada vez más y más. Y así me sentía yo, metida en una escuela gigante semi-vacía.
Suspiré y avancé en puntas de pies. Permanecí en silencio unos segundos, tratando de escuchar algún ruido. Dejé de respirar y cerré mis ojos. Escuché un sonido. Era como un golpe o una puerta al cerrarse, tan seco y rápido que pareció jamás existir.
Corrí hacia el gimnasio y ahí escuché las voces. Eran tan cruzadas y lejanas que no se entendía ni una palabra. Caminé en silencio y alerta, crucé el gimnasio y las voces se hacían cada vez más fuertes. Y yo no podía creer en lo que me estaba metiendo. Entonces vi la punta del edificio: la enfermería.
Miré detrás mío y avancé corriendo hacia la puerta. Giré y maldecí en voz baja. No me podía quedar ahí, alguien podía abrir la puerta y verme parada, escuchando todo esto sin permiso. Observé a mi derecha y suspiré: había una ventana a lo alto que daba a la enfermería.
Subí a las gradas y rogué no arrepentirme de eso cinco minutos más tarde. Me coloqué en puntas de pie y miré dentro de la ventana. Las personas estaban lejos, a penas podía ver unos pies. Pero si podía escuchar bastante.
— ¿Llamaste a los padres?—preguntó una mujer.
—No atienden, y no hay más teléfonos—hizo una pausa—. No sé qué hacer.
—Tal vez puedan llamar a la escuela de su hermana, por ahí tienen allí tienen otro teléfono.
—Lo intentaremos—el hombre suspiró—. La prensa no va a tardar en llegar, ¿cómo vamos a explicar que un niño fue asesinado en la escuela?
—No sé—dijo la mujer—. Pero, ¿qué se puede hacer? No fue nuestra culpa, no fue culpa de nadie más que el asesino.
— ¿Pero y la seguridad de la escuela? ¿Sabe las denuncias que nos pueden llegar por el asesinato de Peter Haird?
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Dentro del relámpago
Misteri / ThrillerApunto de terminar la secundaria y con un amor imposible, Emma piensa en su futuro y los millones de sueños por cumplir. Pero algo se cruza en su vida: una serie de asesinatos, robos y amenazas se dirigen a su ciudad. Y Emma se ve involucrada cuand...