Capítulo 23

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Capítulo 23

La puerta del ascensor se abrió y me dirigí fura del edificio. Bien, el día ya estaba terminando. 

Mi madre o tiene la menor idea de lo que pasa a mi alrededor, y yo tengo que seguir convenciéndola de eso. Y entonces estaba saliendo de una oficina tratando de encontrar trabajo para una "mujer" saliendo de su adolescencia. 

Anocheciendo, caminé hacia mi casa mientras pensaba en esas cartas y llamados. Una vez oí que mientras más pensabas algo, era más probable que eso no sucediera. Y yo trataba de mirar a la nada y no pensar, que de repente venga el nombre tan buscado. 

Algo se oye detrás de mí. Fui tan estúpida que me quedé quieta mientras repetía que moriría, entonces caminé más rápido. Al llegar a la esquina sin tránsito ni personas, doblé para llegar a casa; pero esta estaba muy lejos. 

Miré hacia atrás: no había nada.

Seguí caminando (casi corriendo) mientras sentía la rápida agitación de mi corazón. Inhalé con fuerza tratando de no llorar cuando sentía pasos cada vez más cerca.

Pensé en todas esas charlas con mi madre en donde me explicaba que hacer en estos casos, pero mi mente estaba sin pensamientos. 

Sólo tres cuadras oscuras y solitarias para entrar a la avenida Ren: ya casi podía escuchar el tránsito. Pero en esas tres cuadras podrían hacer lo que quieran conmigo.

Me di la vuelta y lo vi: un hombre robusto, con una capucha y máscara negra me seguía. Caminé más rápido y entendí que ya había llegado el momento (o tal vez sólo querían asustarme) para matarme de una vez por todas.

Y también entendí que no estaba lista para resignarme.

— ¡Fuego! —grité de pronto.

Comencé a correr lo más rápido que pude hacia la avenida, sólo concentrarme en mis pies, las luces y seguir gritando.

— ¡Fuego!

La persona también corría unos metros detrás de mí, tratando de alcanzarme. Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos mientras intentaba correr aún más rápido. 

El murmullo de las personas cuando salían de sus casas y los ruidos provenientes de la avenida Ren comenzaron a mezclarse.

— ¡Fuego! ¡Cuidado todos! —grité cuando sentí la queja de un hombre.

Estaba a una cuadra de la avenida cuando oigo un disparo, traté de no mirar atrás pero fue inevitable: el hombre se había esfumado y la bala aterrizó en una mujer de corta edad. Ella estaba tirada en la puerta de su casa mientras gritaba del dolor en su pierna. 

Di dos pasos hasta que sonó mi celular, atendí.

— ¿Qué?

El hombre se fue, pero yo te estoy viendo —mis piernas temblaron mientras comenzaba a sudar—. Te estoy apuntando justo en medio de la frente, te mueves hacia esa muchacha... y mueres.

—Pero se puede morir desangrada —murmuré atónita mientras ella me veía.

Es ella o vos.

Cortó.

Miré a esa chica, y entonces entendí: tenía que hacer algo malo para salvarme. Y eso era, de una forma u otra, "matar" a alguien. Porque nadie vendría a tiempo y la salvaría, y ella moriría desangrada. 

Y yo corrí hasta Ren. Entré a mi casa y dejé a alguien muriéndose unas calles atrás.

— ¿Y? —cuestionamos Ethan y yo al mismo tiempo cuando Michael entró. 

Dentro del relámpagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora