Capítulo 9

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Capítulo 9

Toqué la puerta de la casa de Brenda, suspiré. Ethan se encontraba a mi lado con una sonrisa tonta en el rostro. Y yo no podía evitar verlo sonreír cuando él lo hacía. Pensaba en el momento, él lo pensaba, yo lo pensaba. Y no era muy incómodo, era gracioso.

— ¿Crees que tiene algo que ver con Ren?—pregunté preocupada.

Me di la vuelta para mirarlo, Ethan observaba la puerta frente nuestro y frunció el ceño.

—Sí—admitió con sinceridad—. Es extraño, pero sí.

La puerta se abrió y me encontré con una Isabel preocupada. Primero observó a Ethan con el ceño fruncido, él sonrió. Me miró.

— ¿Él es Ethan?—preguntó y yo asentí—. Pasen.

Ethan y yo fuimos los primeros al entrar por la cocina. Yo ya había estado en la casa de Brenda. Era una casa chica y linda, todo estaba decorado como si fuera un hogar viejo. Pero ahora todo era desorden y polvo. Ropa por todos lados y un olor extraño.

Y ahí vi a Brenda. Estaba sentada en una silla mirando a su taza de café, pero en realidad no la miraba. Estaba en su mundo pero no en el nuestro. Tenía el cabello revuelto y ojeras marcadas. Su ropa estaba muy arrugada y gastada.

—Bren—susurré y me acerqué a ella.

Isabel se colocó cerca de nosotras. Me senté en una silla a su lado y la toqué. Sus ojos, poco a poco, fueron elevándose hasta encontrarse con los míos. Estaban tan tristes, como si algo la hubiese matado por dentro.

— ¿Qué pasó?—pregunté.

Brenda no me respondió. Me miró unos segundos más y luego giró hacia la derecha. Se encontró con los ojos de Ethan, ambos se observaron.

— ¿Quién es?—preguntó.

Todos nos sorprendimos cuando habló. Su voz estaba debilitada pero firme al mismo tiempo. Me relamí los labios y gemí.

—Es Ethan Parks, el hijo de Fred—respondí—. ¿Recuerdas que te comenté que Fred tenía un hijo?

Ella asintió y dejó de mirarlo. Volvió a su taza de café y la tomó entre sus manos. La llevó a su boca y bebió un sorbo. Isabel y yo nos miramos, preocupadas.

— ¿Qué pasó, Bren?—insistió Is.

Brenda la miró sin mueca alguna. Su mirada me daba miedo, tan perdida, tan preocupada. Estaba fuera de si. Pero entonces Brenda comenzó a llorar, llorar como nunca lloró frente a mí. Is y yo la abrazamos. No sabía que le pasaba, no sabía que estaba pasando en lo absoluto.

—Esto es por ella—balbuceó más tranquila. Isabel y yo nos alejamos.

— ¿Por quién, Brenda?—pregunté y me miró.

—Por mamá.

Y comenzó a llorar de vuelta, tanto que nadie la podía calmar. Ni con un abrazo, ni con una palabra. Se levantó drásticamente del asiento, mirándonos a los tres. Is y yo también nos levantamos.

— ¡La mataron!—gritó.

Casi me caigo al oírla gritar tan fuerte. Las lágrimas salían y salían sin querer parar. Empezó a llorar más y a gritar. Unos segundos después nos miró a los tres y se calmó. Se fue relajando cada vez que murmuraba algo.

—La mataron, chicos—observó el suelo bajo sus pies—. Mataron a mi mamá. Las noticias no quisieron decirlo por miedo a que haya otro alboroto entre los trabajadores de Ren. Pero sí, la mataron. Yo fui la que entró y la vio ahí tirada, estaba en vuelta de sangre, la descuartizaron. Tantos cortes—dejó de llorar y nos vio—. Y todo por Ren.

Dentro del relámpagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora