Capítulo 7

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Capítulo 7

Los seres humanos estamos llenos de cosas. Pensamientos, acciones, deseos, miedos y recuerdos. Miles de recuerdos. Algunos son tan lejanos que parecen sueños, o imaginaciones nuestras que nunca pasaron. Eso me pasaba al recordar a Isabel. A medida que iba creciendo, el recuerdo de nuestro encuentro se hace lejano.

Nos conocimos en primaria. Yo era nueva y tímida. De hecho, no era tan tímida. Me ponía a hablar con cualquier persona cuando era pequeña, era mi forma de ser aceptada, fingiendo. Pero era muy tímida al dar ese primer paso, ese que empieza toda una conversación.

Isabel se sentó junto a mí en la mesa. Ella era más cerrada y centrada, le encantaba dibujar y hacer lo que más la apasiona: bailar. Y después estaba yo, distraída e indecisa hasta la muerte. Sin embargo, algo me impulsó a dar ese primer paso y hablar con Is. Y hablé como si en verdad fuera yo, me demostré como era de pies a cabeza. Y ella también lo hizo.

Brenda también formó parte de nuestro grupo de amigas junta a unas chicas más. Pero siempre supimos que éramos Isabel y yo, Is y Emm, las mejores amigas por siempre. Sin importar las peleas, las personas ni los problemas exteriores. Siempre estaríamos para la otra, hasta separadas, hasta cumplir los noventa años. Y si yo estaba en París y ella en Londres, seguiríamos siendo mejores amigas por siempre. Si yo estaba en América y ella en Asia, nada iría a importar.

Pero yo estaba parada junto a Ethan tocando la puerta de Lily Morgan, yo estaba creciendo al igual que mi mejor amiga. Y las cosas se complicaban cada vez más.

— ¿Estás bien, Emm?—interrumpió Ethan.

Dejé de mirar la puerta y lo observé. Su pelo estaba revuelto y los ojos verdes cansados. Pero él estaba hermoso, tanto que quería abrazarlo una vez más. Tenía ganas de decirlo, de ser descarada y contarle lo lindo que se veía. Pero simplemente asentí y le sonreí.

—Estoy cansada, nada más—él me sonrió dudoso.

Estaba claro que no me creía. Y es por eso que me tomó la mano. Miré hacia abajo y las vi, tan juntas, tan inseparables. Como si fueran pegadas con el pegamento más eficaz del mundo entero. Lo miré a él, estaba tocando la puerta de Lily Morgan.

Esperamos en silencio, pero nadie respondía. Me acerqué a tocar de vuelta, aún con la mano de Ethan en la mía. Cuando me alejé se escuchó un grito desde la casa.

— ¡¿Quién es?!

—Somos unos conocidos de Elizabeth—respondió Ethan en un grito—. Tenemos un problema y creo que usted nos puede ayudar.

Ambos estuvimos a atentos a cualquier sonido. Escuché unas pisadas desde lejos y me di la vuelta rápidamente. No había nada ni nadie. Fijé mi vista hacia la puerta mientras sentía que el corazón dejaba de latir. Sentía que alguien me observaba, esa sensación de estar a la vista de todo y todos, de que alguien me iba a matar en cualquier momento. Pero no me di la vuelta, no miré hacia atrás.

—Ustedes no necesitan nada, lárguense—respondió Lily.

Ethan me miró y yo fruncí el ceño. No esperaba que sea todo amor y paz, había muerto su hija, y cualquier cosa que dijéramos no la haría cambiar de opinión respecto a ella. Pero yo sentía que si no entraba en ese mismo momento Ethan y yo moriríamos.

—Lily—dije más calmada—, entiendo lo que es perder a alguien—sentía la mirada de Ethan en mí—, pero en verdad la necesitamos. Necesitamos respuestas que usted tiene.

Lily no respondió luego de un minuto, es como si se hubiese esfumado. Ethan apretó mi mano para llamar mi atención.

— ¿Qué?—susurré.

Dentro del relámpagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora