Capítulo 11

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Capítulo 11

Ethan

Miré la puerta de señora Gutman y suspiré impaciente. Emma me miró de reojo y sonreí.

— ¿Qué? —pregunté.

— ¿Estará bien que vayamos casa por casa para hablar con las familias de los difuntos?

La miré a sus ojos azules y alcé ambas cejas.

— ¿Vamos a discutir eso ahora? —reí.

Ella iba a decir algo pero la puerta se abrió y mostró a una señora rubia de unos cuarenta años. Sonrió y nos invitó a pasar. Me sorprendió la felicidad en su rostro luego de un año de la muerte de su esposo.

Emma y yo nos sentamos juntos y esperamos a la señora Gutman. Miré a Emma y y me aclaré la garganta.

— ¿Qué es lo que intentamos averiguar? —pregunté.

Emma me miró y levantó ambas cejas con una sonrisa. Tenía ganas de abrazarla y nunca soltarla. Ella me impresionaba cada vez más, no sólo por las cosas locas que decía, o por lo inteligente que lograba ser. Sino por lo tanto que me gustaba. Cada vez más y más, y sin saber explicar como lograba tantas cosas en mí con una simple sonrisa o un intercambio de palabras.

—Intentamos saber quién nos está jodiendo la vida.

Miré a la señora Gutman acercándose. Colocó tres vasos de agua y unas galletas frente a nosotros. Se sentó a dos metros y nos sonrió.

—Gracias —susurramos Emma y yo al mismo tiempo.

—Por nada —replicó la mujer—. Y díganme, me llamaron antes de venir pero no explicaron mucho, ¿qué quieren saber?

— ¿Por qué murió el señor Gutman? —preguntó Emma rápidamente.

Casi me rió de lo directa y brusca que fue.

—Sinceramente no lo sé —respondió—. Sí, he encontrado varias razones a lo largo del año pero dudo de todas. Ninguna es eficaz, ninguna me convence. ¿Por qué cortar la garganta a un hombre?

— ¿Su marido estaba metido en algo con la empresa Ren, verdad? —pregunté con el ceño fruncido—. ¿Usted piensa que tiene algo que ver?

La mujer me analizó con la mirada, tenía los ojos oscuros y entrecerrados.

— ¿Para qué quieren saberlo?

—Porque —Emma se aclaró la garganta y yo la miré—estamos haciendo una investigación con la policía, necesitamos acabar con toda esta masacre.

— ¿Tan jóvenes?

—Somos estudiantes universitarios, esto es una prueba para los trabajos que se nos asignaron —afirmó.

Lo dijo tan convincente que casi me lo creo. Me asombraba cada vez que Emma mentía. Sus labios se movían con tanta facilidad, siempre acompañados de un gesto sincero.

—Sí, creo que tiene algo que ver con Ren —confesó la mujer—. Pero no sé qué es lo que tiene que ver. Mi esposo no tenía en poder nada importante, sólo el puesto en esa maldita empresa.

Ahí fue cuando mis ojos y los de Emma se encontraron.

—Puesto —susurró ella.

Me di la vuelta y miré a la señora Gutman.

— ¿Su esposo luchó mucho por ese puesto? —pregunté—. Digo, ¿tiene algo de especial? ¿Tenía acceso a algo que otros empleados no?

—A unas llaves, pero no sé bien para qué las necesitaba.

Dentro del relámpagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora