Capitulo 14El sonido de la electricidad era lo único que se escuchaba en el pasillo de espera. Eso y mi corazón latiendo de forma rápida, agitada. Suspiré, cerré los ojos y reposé mi cabeza contra la pared.
— ¡Isabel! —mi grito resonó dentro de mi mente—. Hay que llevarla al hospital.
—Déjame llamar a Fred, él tiene auto —había dicho un Ethan nervioso.
En ese momento era todo un caos de personas muertas y vivas, un escenario de sangre y destrucción humana. Gente corriendo y gritando, otros lamentando la terrible muerte de sus amigos. Y yo no escuchaba más que mi propia desesperación, el sonido del mar y mi corazón agitado.
Abrí los ojos para tratar de no recordar. Alguien me llamó por mi nombre y yo observé hacia arriba sin las mínimas ganas de vivir. Era Ethan, tenía el rostro cansado y con un poco de ojeras. Su pelo estaba revuelto, y aún así llevaba dos vasos de café en sus manos, sonriendo. Me señaló una.
— ¿Quieres? —preguntó.
Me corrí unos centímetros a la izquierda para que él lograra sentarse a mi lado. Asentí y sonreí en forma de agradecimiento. Ethan se sentó a mi lado y me tendió el café. Y ahí estábamos ambos, bebiendo cafeína por la noche, sentados juntos dentro de un hospital.
—Gracias —susurré. Tomé el vaso de plástico entre mis manos, quemaba pero, después de todo, no le tomé importancia.
Había olor a enfermedad, a hospital, a enfermería. Me acerqué el vaso a la nariz y trate de aspirar el hermoso olor al café. Me recordaba a las mañanas, al sol y la lluvia, a mi madre y yo en una cafetería del barrio, a Fred trayendo medialunas los sábados por la tarde. Me recordaba a mí y a las pequeñas cosas que me hacían felices.
Miré a Ethan y, sin poder evitarlo, sentí lástima por él. Y también me sentí agradecida de tenerlo en estos últimos meses, de tenerlo en mi vida.
—Es tarde —susurré—. Tendrías que ir a casa, no tienes que quedarte.
Ethan me miró unos segundos y luego observó la pared que estaba frente a nuestras narices. Sonrió.
—No tengo nada más que hacer, mañana es domingo, está bien.
—Tu madre debe estar preocupada —insistí—. Y no hay nada peor que preocupar a una madre.
—Mamá sabe que estoy con Fred este fin de semana —respondió. Ambos miramos a Fred y a mi madre hablando a unos metros—. Y estoy con él ahora, estoy bien.
—Entonces ve a dormir a casa de Fred.
—La casa de Fred está lejos, Emm, si voy sólo es probable que me violen en el intento; voy a esperarlo, él tiene auto —elevó su mano hasta mi rostro y sentí que me ahogaba. Me miró a los ojos unos segundos, esperando a que negara su contacto, pero eso no paso. Elevó un dedo y toco mi mejilla, acariciándola unos segundos, mirando como su propio dedo se elevaba y bajaba hasta mi mandíbula. Parecía disfrutar el momento, como si él tratara de explorar mi rostro—. Además quiero estar acá.
—Entonces ve a mi casa, no está muy lejos —murmuré.
Me sentía en las nubes por un simple toque, uno que sólo duraba unos segundos. Ethan se tronó los dedos de ambas y negó.
—Parece que te sientes culpable de que le hayan disparado a Isabel —dijo él—. Culpable cuando toda su familia nos agradeció por haberla traído acá antes de que muera desangrada.
Tenía razón, casi toda la familia de Is estaba en el hospital, esperando noticias o que ella despertara. Pero yo tenía ganas de llorar, aunque no derramé ni una sola lágrima, yo lloraba por dentro.
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Dentro del relámpago
Mystery / ThrillerApunto de terminar la secundaria y con un amor imposible, Emma piensa en su futuro y los millones de sueños por cumplir. Pero algo se cruza en su vida: una serie de asesinatos, robos y amenazas se dirigen a su ciudad. Y Emma se ve involucrada cuand...