Capítulo 29
— ¿Qué hiciste? —me miró.
Sus ojos estaban fijos en mi rostro, tratando de indagar más allá de lo posible. Yo no respondí, por ende, gritó con fuerza y lanzó algunas cosas en el escritorio.
— ¡Dime qué rayos hiciste! —cerré los ojos un segundo gracias al impacto—. ¡Respóndeme, Emma, responde o le disparo!
Instantáneamente apuntó hacia la cabeza de Ethan. Estaba algo debilitado, pero razonaba lo que estaba pasando.
Era perder mi plan b o a Ethan.
— ¡Ahora! —su cara estaba totalmente roja mientras gritaba y, al mismo tiempo, sacudía su arma como una desquiciada.
—No le digas, Emm —espetó Ethan en un murmuro casi inaudible.
Mi corazón se aceleró cada vez más cuando ella corrió hacia Ethan, lo levantó y lo tomó con fuerza. Él intentó resistirse; fue en vano, su cuerpo estaba tan débil como una hoja. Tomó sus brazos y los inmovilizó. La punta de su arma estaba pegada a la sien de él.
Ethan abrió los ojos e hizo contacto visual conmigo. Sus ojos verdes estaban vidriosos, no sabía si era por toda la adrenalina o el dolor que sentía. Supuse que lo había drogado y golpeado, y también supuse que fue realmente dura.
Mis ojos también estaban brillosos de la impotencia, pero los de Ethan... estaban quebrados. Esa sensación que tenía en mi interior, todas esas interrogaciones sin sentido alguno. Pero nadie sentiría lo que yo en ese momento. Ver a tu madre, la persona más importante en tu mundo, decepcionándote y traicionándote. Ver a un chico que apenas llevas unos meses de conocerlo y que te sientas tan destrozada al notar su situación.
Y, en cierta forma, te das cuenta de que todo es mentira. Las personas, los sentimientos, las sensaciones, la luz, la oscuridad, la vida. Dejé las creencias religiosas y científicas, las creencias filosóficas y las hipócritas. Dejé todo a un lado y, en ese mismo momento, me di cuenta de que el ser humano no sabe nada. Nada del mundo, de la vida, de la existencia. Siempre suponemos, siempre nos ilusionamos y creemos en la magia. Pero una terrible roca llega a tu vida, te hace chocar, te hace llorar lágrimas que parecen gritos.
—Suéltalo —logré pronunciar a medias, luego de unos largos segundos de silencio en donde sólo se escuchaban respiraciones agitadas y jadeos de dolor.
— ¿Por qué debería hacerlo? —ella sonrió con malicia cuando chocó la pistola con los labios de Ethan, señalando con ella varias partes de su rostro—. ¿Te acuerdas de esa cosa en tu cuerpo, Emma? Esa sensación irreal cuando lo besaste, cuando, sin querer, se rozaron las manos... ¿la sientes? ¿No? —me mordí el labio tratando de no lanzarme a ella y que, el movimiento, me salga mal—. Bueno, entonces, hagámoslo más simple. Míralo a los ojos, ¿lo sientes ahora? Elimina el color, elimina lo blanco, ¿cómo es? Todo va bien, todo va como ambos lo desean —mamá miró a Ethan—. Seguro él también lo siente, debe ser muy absurdo... —rió un poco hasta volver a su mueca, tan seria y oscura—. Ahora sientan lo contrario, cuando alguno de los dos vea morir al otro.
Y me animé a observar a Ethan, que entendía más que bien lo que sucedería. Entendía que alguno de los dos debía hacer tiempo, y a nadie se le ocurría otra idea que no sea morir.
—Está bien, te lo digo —dije sin más—. Pero, antes... suéltalo.
—No.
— ¿Crees que soy estúpida? —elevé las comisuras de mis labios—. Suéltalo.
—Ya, Emma, van a morir ambos de igual forma.
Ahora se escuchaban más sonidos, cosas moviéndose, sirenas.
— ¡Suéltalo!
Ella le volvió a apuntar en la cabeza, esta vez más fuerte que antes.
—Le dije a Michael que venga a una hora determinada con todos los oficiales posibles —solté rápido cuando noté que acariciaba suavemente el gatillo. Mis ojos se llenaron de lágrimas que decidí contener —. ¡Que lo sueltes, por el amor de Dios!
Cassandra lo hizo, tirando a Ethan literalmente en mis brazos. Él no cayó, pero si se agachó y se apegó a mi pecho. Con un brazo logré sostenerlo y, con el otro, abrazarlo con fuerza para que su cuerpo no caiga.
Ambos levantamos la vista hacia mi madre, que lanzó otra cosa al suelo, causando un gran estruendo. Nos miró a los ojos y, cuando se dirigió a mí, exclamó con furia:
— ¡¿A caso te crees inteligente?! ¡Eres una niña malcriada que no sabe ni atarse los cordones, por Dios! —en ese momento se estaba riendo fuera de lo normal. Entrecerré los ojos; estaba loca, desquiciada hasta el punto de reírse cuando estaban a punto de atraparla. Me miró con sus ojos perdidos y muy abiertos—. ¡¿Pero qué estoy diciendo?! ¡Ja! Si ahora Fred vendrá, los policías no nos encontrarán, no me encontrarán. Años, mamá; años de planes y planes, años de suposiciones, años de descontrol. Pero lo haré, te lo prometo —miró al techo y comenzó a llorar de la nada—. Te prometo que no te maté en vano, ni a ti, ni a papá.
Tenía miedo, ella estaba realmente loca. Y una persona que tenía a su mente descontrolada, fuera de lo normal... era peligrosa. No podría interrumpir, no podría decir una mínima exclamación porque apuntaría su arma a mi cabeza y ya no existiría.
Comenzó a pasearse de un lado a otro sin advertirse de Ethan y yo. Giraba su arma en un debo, acompañada de una dulce (y espeluznante) melodía que salí de su boca.
No lo haré, no, no
No lo mataré, no, no
No lo acabaré, no, no
Mi mandíbula comenzó a temblar cuando me di cuenta de que me cantaba esa canción de niña. Pero era diferente, era normal.
No me dormiré, no, no
No me despertaré, no, no
No me moriré, no, no
Y siguió cantando dos minutos seguidos, bailando, riendo, llorando. Mi madre estaba perdida, devastada, loca. Mi madre estaba sola, sin embargo, eso no significaba que yo la perdonaría, que yo la ayudaría.
Entonces, despertó de su trance y nos vio con el ceño fruncido. Se acercó a nosotros con largos pasos, me miró y levantó su mano hasta chocar con mi mejilla.
— ¿Lo ves, niña tonta? —rió—. Hice tiempo y no llegaron porque no eres inteligente, porque no eres como yo.
Tomó a Ethan con una fuerza increíble y lo tiró contra la pared que estaba al lado de la puerta.
— ¡No! —grité.
Me acerqué cuando ella estaba de espalda a mí, pero fue lo suficientemente inteligente como para detenerme y empujarme para atrás. Vi la escena, ella parada frente a un hombre inconsciente, tirado en el suelo.
— ¿Qué es lo que quieres, mamá?
Analicé la situación; Ethan sin razonamiento, yo sin arma y ella con una de fuego. No podría vencerla, no yo y mi cuerpo. Tal vez sí mi inteligencia en el pasado, cuando llamé a Michael. O Enid y las ilusiones que me había dado.
Cassandra se dio la vuelta y me miró por unos segundos, luego, sonrió.
—Matarlos.
Cuando se iba a dar la vuelta completamente, alguien entra a la mini-habitación de un portazo. Era Brenda, que antes de poder reaccionar le apuntó a la rodilla de mi madre y le disparó, haciendo que esta suelte el arma y caiga al piso.
¡Gracias por todos esos leídos y votos! Graciasss.
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Dentro del relámpago
Mystery / ThrillerApunto de terminar la secundaria y con un amor imposible, Emma piensa en su futuro y los millones de sueños por cumplir. Pero algo se cruza en su vida: una serie de asesinatos, robos y amenazas se dirigen a su ciudad. Y Emma se ve involucrada cuand...