Capítulo 8

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Capítulo 8

Isabel y yo hablamos y todo parecía arreglado, aunque las cosas se tornaban raras. No era como antes y yo no sabía como hacer para arreglarlo. Y mucho menos para averiguar qué le pasó a Brenda. Nuestra profesora había anunciado que estaba enferma y vendría en una semana.

Me encontraba viendo mi libro de biología, pero no lo leía, sólo lo veía. Y pensaba en Ethan, pensaba que hoy iba a salir con él y en lo nerviosa que estaba. Y sí que lo estaba, Dios, el corazón me latía a mil. Y tenía que gritárselo a alguien, tenía que gritar que me gustaba Ethan Parks y me invitó a salir.

Tenía demasiadas dudas y demasiados nervios. También me calmaba pensar que solamente era Ethan. Él sabía de Scott, él fue amenazado de muerte, él me dijo porqué no estudió. Él estuvo presente cuando una persona murió, también cuando explotó un auto y se incineró una mujer. Un encuentro más de todos los que tuvimos no sería muy diferente.

                                                

Entré al bar un poco cansada. Había estado toda la tarde estudiando y pensando. El bar estaba lleno, faltaban unos minutos para el atardecer. Miré el lugar rápidamente, no veía a Ethan por ningún lado.

— ¡Emma!—gritó él. Me di la vuelta y me encontré con un Ethan sonriente.

—Hola—sonreí—. ¿Dónde nos sentamos?

— ¿Cómo?—frunció el ceño—. No, no. Acá no es, vamos arriba.

— ¿Arriba?—pregunté.

Lo seguí cuando dobló a la derecha y subió unas escaleras. Abrió una puerta de metal y salió de allí. Seguí, pasando por la puerta y tuve que cerrar los ojos cuando los rayos de sol iluminaron mi cara. Abrí un poco los ojos y llevé la mano a mi cara. Analicé donde estaba. Era el techo del local. Se podía ver algunos cables y objetos abandonados. Pero yo miré las dos sillas cerca de la punta.

Me acerqué un poco más, Ethan me miraba detrás. Pero yo le ponía atención a la vista de la ciudad, de la avenida Ren y del hermoso atardecer frente mío. Inspiré el aire frío y sonreí, sonreí inconscientemente. Poco se escuchaban los sonidos de la ciudad, poco se escuchaba el habla de la gente. Porque yo veía al sol acompañado por los grandes edificios.

Reposé mis brazos sobre el borde del edificio, inclinándome hacia delante para que el viento choque con mi cara. Ethan me imitó y se colocó a mi lado. Nos quedamos en silencio unos segundos, observando al sol meterse bajo el horizonte.

—Es tan lindo—murmuré.

—Últimamente vengo seguido—rió.

Asentí, sabiendo a que se refería. Giré la cabeza nuevamente y sentí la mirada de Ethan en mí. Lo miré y sonreí.

— ¿Qué?

— ¿Te puedo preguntar algo?—elevó las comisuras de sus labios.

—Sí—respondí nerviosa.

— ¿De qué color es tu cabello?

Comencé a reírme en voz alta, tanto que él se rió también.

— ¿Qué pregunta es esa?

—Es que a veces es castaño claro, y otras veces es naranja—sonrió—. Y después sos pelirroja. Necesitaba preguntarlo.

—Se supone que soy castaña, me volví pelirroja con los años, es raro—me relamí los labios—. ¿Y tus ojos? También son raros, digo, no son verdes totalmente.

—Se supone que son verdes—sonrió y se estiró hacia atrás—. Así que, ¿te fijas en mis ojos?

—Esa pregunta es muy estúpida—reí nerviosa.

Dentro del relámpagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora