Epílogo
Mi abuela, Enid, estaba realmente agotada. Caminaba rápido, recogía cosas y me hacía preguntas. Yo sonreía sin poder evitarlo, necesitaba verla feliz, relajada, eufórica. Y parecía que lo estaba logrando, elevaba las comisuras de sus labios todo el tiempo, enseñándome sus blancos dientes.
— ¡Te he extrañado mucho, Emma! —ella me abrazó al terminar con su deber, haciéndome doler.
—Yo también —asentí con una media sonrisa.
— ¡Feliz cumpleaños! —dijo por milésima vez en el día.
Le agradecí una vez más, parándome y dirigiéndome a mi antigua habitación. Enid cantaba de alegría, dejándose llevar por la emoción, ignorando el hecho de que yo me había ido de su cocina. Empujé la puerta dejándola entreabierta, mi mano aún seguía en el picaporte. Inspiré el aire dentro, todo estaba como lo dejé, mucho más ordenado.
Mi celular sonó.
— ¡Feliz cumpleaños, felices veintiuno! —los gritos de Brenda e Isabel salieron del auricular.
—No extrañaba esos gritos —reí—. Gracias.
—Te extrañé muchísimo —comenzó Is—, hace meses no venías a la ciudad.
Carraspeé un poco, no esperaba que me lo reprocharan. O por lo menos no ellas.
Miré con tristeza mi antiguo cuarto, mientras escuchaba a mis amigas y ordenaba mis cosas. No quería desear la ciudad, no quería desear lo que tenía antes. Pero se me hacía inevitable ver todas mis cosas y no recordar mi pasado, no recordar a todas esas personas unidas a hechos.
— ¿Ethan irá? —preguntó Brenda.
Mis manos dejaron de hacer cosas, de repente ni mente se nubló, logrando quedarme en silencio un rato.
—Sí, creo, no sé —retomé—. Tal vez, no sé si está bien que venga.
Eliminé de mi mente cualquier recuerdo que me haga extrañar, pero era inevitable no hacerlo. No pensar en Cassandra, en Fred, en Mike, en Enid, en mis amigas, en Ethan. Porque esos recuerdos iban de la mano con la avenida Ren, de la mano con toda esa sangre derramada.
Duré un año aquí, esperando que todo sanara, que, al estar con las personas que quería, todos esos dolores se esfumaran. Pero eso no sucedió, tal vez no le di tiempo a que suceda. Al cumplir mis diecinueve tomé la decisión de irme a una ciudad cercana para estudiar cinematografía y, mágicamente, me logró sacar varios pensamientos. Sin embargo, no necesitaba engañarme a mí misma: no olvidé ni dejé de extrañar.
— ¿Por qué no?
—Porque no nos vemos hace mucho, sería extraño —respondí.
—Vienes cada tres meses a visitarnos, aunque esta última vez fueron seis, ¿nunca se hablaron?
Me agaché para abrir el último cajón, quería terminar de ordenar lo antes posible.
—Al principio sí, pero... no pude —abrí el cajón y fruncí el ceño—. Me tengo que ir, lo siento.
Mis ojos azules se centraron en una foto: tenía mucho polvo y parecía realmente vieja. La tomé mientras mis manos temblaban y mis labios se secaban poco a poco. Era Cassandra, su foto de joven, esa que encontré hace algunos años. Se notaba su lacio cabello rubio y sus ojos oscuros, la analicé lentamente, evitando temerle a su sonrisa.
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Dentro del relámpago
Mystery / ThrillerApunto de terminar la secundaria y con un amor imposible, Emma piensa en su futuro y los millones de sueños por cumplir. Pero algo se cruza en su vida: una serie de asesinatos, robos y amenazas se dirigen a su ciudad. Y Emma se ve involucrada cuand...