Capítulo 22

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Capítulo 22


— ¿Qué? —murmuré mientras sostenía mi alma con un sólo pensamiento.

Ethan y yo nos miramos, él también tenía miedo. No es porque yo quería convencerme, quería entender que él no era. Pero Ethan también estaba asustado de lo que la mente de Scott podría hacer.

— ¡Lo que escuchaste, Emma! —gritó el muchacho con el arma en la mano y la cara roja de furia—. ¡Te dijo que de esto no te salvas! Sólo elige a una de tus malditas amigas, ¡por el amor de Dios!

—Scott, vos no sos así...

— ¡Cállate! —interrumpió—. Te dije que no empezarás a decir estupideces que ni tú te crees. En diez minutos alguien tiene que recibir un balazo, así que apúrate.

Les destapó la boca a Isabel y a Brenda, me miraron, las miré. Observé con atención como Is apretaba fuerte sus labios, tratando de contener las lágrimas y estabilizar su respiración. Mis ojos se dirigieron a Brenda, que no tenía fuerzas para tener alguna mueca en su rostro, sólo podía mantener sus ojos abiertos. 

No podía elegir, no podía hacer eso. 

Y no porque me costaba decidir, sino por imaginarme a dos niñas pequeñas jugando conmigo a las escondidas, riendo, cuestionando el mundo a las tres de la mañana.

Miré a Is y vi a mi mejor amiga, que se mantenía al margen y que siempre estuvo ahí.

Miré a Brenda y vi a una mujer independiente, que me ayudaba en mis tareas y que siempre me abrazaba al estar triste.

Me temblaron las manos cuando abrí la boca y, mirando fijamente a Scott, pronuncié: 

—Quiero recibirlo yo.

Todos me miraron estupefactos, Ethan, ante todos. Pero Scott fue el único que carcajeó.

— ¿Estás loca, Emm? —murmuró Ethan.

—No tengo órdenes para eso —Scott se encogió de hombros—. No puedo lastimarte ni a ti ni a él —señaló a Ethan—. Elige o elijo yo, simple.

Comencé a desesperarme, esperando que alguien venga detrás mío y le dispare a él.

Pero pasó algo mucho más sorprendente: Scott se puso a llorar.

—Ya llegó el momento...

— ¿Qué? —pregunté con el ceño fruncido.

Scott me miró con la vista perdida, preguntándose qué rayos pasaba.

—Ya llegó el momento, tengo que obedecer sus órdenes —presionó el arma con sus manos y le apuntó a Ethan.

— ¡No! —grité mientras el chico a mi lado levantaba las manos—. Baja eso, por el amor de Dios, ¡baja eso!

—No, Relámpago me dijo que lo haga, tengo que obedecerlo, sino me pasará lo que le pasó a mamá —murmuró.

— ¡Deja de apuntarle a Ethan, basta! 

A Isabel ya se le veían las lágrimas, al igual que a Brenda y al mismo Scott.

Pero Ethan y yo nos miramos unos largos segundos, ambos estábamos igual de confusos y desesperados. Yo no podía hacer más que mirarlo, imaginándomelo cayendo en mis brazos mientras Scott soltaba el arma y huía.

Pero ese momento no llegó porque se escuchó el fuerte sonido de un disparo y todos miramos al lugar del cual provenía: Scott se había disparado en la sien. 

Dentro del relámpagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora