«El calor era intenso, abrumador, imperioso... eterno. Jamás había sentido semejante radiación devorarle la piel. Tampoco había visto, tan altas llamas alzarse al firmamento, ni oído tan estridente sonido abombarle los oídos.
Se vio a si misma presa de aquellas voraces llamas, rodeada del rojizo mortal del fuego danzando muy cerca de ella. Podía sentir el hervir de la sangre bajo sus venas, mientras era engullida hacia la oscuridad de unas terribles fauces. El brío de su alma era arrojado hacia un vacío mortal, con el que sintió entonces apagarse su voluntad entre los desgarradores gritos de miles y miles de cuerpos, quemándose en las aguas de un hemático mar.Cuando aquellas aguas carmesí fueron colmadas y desbordadas, un afluente sangriento comenzó inundar desde las estériles y baldías tierras cubiertas de llamas; hasta los fecundos campos del ocaso. Fue entonces que volvió a ver aquellos ojos en la oscuridad. La incandescente mirada de Dragh la devolvió a la realidad...».
Se había desvelado durante la última noche y así se pasó el día entero recordando aquellas pesadillas, que tan frecuentes se le daban en sus últimos descansos; los que habían sido por cierto todo menos conciliadores. Poco más de un mes había pasado desde aquella fatídica visita que Agneth le había hecho en su tienda, cuando como una desmañada ilusa había caído en su trampa.
Exhaló. Dejó sus cavilaciones para volver en sí y volver a concentrarse en la escarpada faena que venía llevando a cabo durante toda la jornada. Escrutó con la mirada en busca de otro peñasco al que asirse y cuando lo encontró, cobró impulso una vez más hasta agarrarse a él con su mano derecha y con rapidez balanceó el cuerpo aferrándose su izquierda a otro helado recoveco; el que le sirvió para continuar escalando. Entonces miró hacia abajo sopesando el avance que había logrado el día entero risco arriba, calculando unos tres mil pies: ya faltaba nada para alcanzar la cima.
Tenía los dedos entumecidos, la roca estaba fría y en gran medida congelada. El fuerte vendaval tampoco le facilitaba las cosas, pero eso sí, le trajo olores y residuos de algo que estremeció su cuerpo más que el frío de aquellas alturas. El hedor sulfúrico y el decante todavía ardiente de gris ceniza y sedimentos opacos, cobró todos sus sentidos para comprender lo que en las lejanías de aquella cordillera estaba ya ocurriendo.
Con renovado brío continuó escalando, lanza a la espalda y por única herramienta sus fuertes brazos y hábiles dedos. No tardó más de media hora en culminar su cometido, mientras el sudor de su rostro se enfriaba con la helada de la cima. Había llegado a uno de los picos más altos de la frontera de Theramar y desde allí tenía un visión completa de cuanto sus ojos le permitían del paisaje. A su frente tenía el Poniente, con sus imponentes murallas, desafiantes torres y orgullosas almenaras; mientras a su costado contrastaba la oscuridad, intensificando los relámpagos y llamas distantes salidas del Crisol. Meneó la cabeza con cierta incredulidad, o quizá un atisbo de temor; el que Deroveth jamás mostraba y parecía no conocer.
La última hija con vida del derrocado Khul, se mantuvo de pié sin hacer más movimiento que el de su pecho agitado al respirar, mientras conservaba la vista fija en la gris fortaleza de los hombres. Desde su posición podía ver alzarse los largos muros que descendían montaña abajo, hasta abrazarse con los de la fortaleza, unos mil pies más abajo desde donde se hallaba. Por la altura no podía oír el violento encuentro, mas solo le bastó admirar el descomunal tamaño del ejército comandado por Dragh, y el hecho de que portón principal del fuerte estuviese abajo, para hacerse una idea clara de hasta dónde había llegado la empresa del semi-dragón. Sonrió con poco entusiasmo, sin embargo, aquella escena lejos de desagradarla en cierto modo la esperanzaba. Volvió a mirar hacia el lejano Crisol, abrió la palma de su mano y un poco de ceniza cernió entre sus dedos.
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De oscuridad y fuego -La hija del Norte-
FantasyPRESENTACIÓN: Lidias es la princesa del reino de Farthias, que por causa de una conspiración es inculpada del asesinato a su padre. Para salvar su vida y encontrar la verdad, decide escapar de su hogar en el palacio. Durante el exilio un quie...