Las imponentes murallas del fuerte se alzaban lo mismo que montañas, ante los ojos de los noventa mil guerreros bárbaros, que se formaban en columnas que la flanqueaban. Los hombres apostados sobre los torreones avistaban con desconcierto la peligrosa escena, que significaba tener frente a sus murallas a una fuerza tan terrible de guerreros salvajes.
Los enormes cuernos soplados por la legión de bárbaros en las afueras, resonaba con tesón exigiendo ser atendidos. Más los minutos pasaban y la enorme puerta que se elevaba sobre la fosa, no parecía dar luces de abrirse.
—¡Inggrok erhggla anhutthak! —se empezaron a oír los gritos de la muchedumbre bárbara.
Un grupo de hombres se acercó hasta Eneon y los dos paladines que le acompañaban y miraron cierto recelo al comandante Gerarth maniatado y reducido ante ellos.
—Señores, necesitamos una orden —dijo uno de los soldados a los paladines—. Ellos quieren que se les abra las puertas. Tenemos que atenderles, o podrían considerarlo traición.
—No vamos a dejarles pasar —aseveró Eneon, con notable nerviosismo—. Que se preparen los hombres para repelerlos si es necesario.
La decisión de controlar la fortaleza, no había sido parte del plan que Verón había trazado. Sin embargo, el paladín tenía que improvisar. Con el comandante sometido y encargado de arresto, la responsabilidad de impartir justicia abarcaba también el inesperado encuentro con el frente Bárbaro al que Condrid pretendía permitir acceso a Freidham.
—¿Viste la envergadura de ese ejercito? —conjeturó entre un susurro Therenas, el otro paladín que lo acompañaba.
—Sea lo que sea, no podemos permitir que estos monstruos crucen —repuso Eneon—. En primer lugar hemos venido a arrestar a lord Condrid para evitar que lleve a cabo este plan.
—¡Idiotas! —alegó Gerarth—. Harán que nos maten a todos, el plan de lord Condrid es usar a estas sabandijas para aplastar Sarbia, está seguro de que podrá dominarlos. Si persisten en entorpecer el pacto, no tengo idea cómo reaccionarán los salvajes.
***
Una vez Agneth agarró a Condrid, le sacó del gran salón y juntos emprendieron una frenética huida a través del pasillo. No sin antes la Bárbaro bloquear la salida. Derribando gran parte del encielado, usando el poderoso impacto de una esfera de energía contra la rustica piedra.
—Alto allí lord —Oyó pero no pudo ver a la guardia que lo rodeaba—. Tenemos ordenes de reducirlo, si es necesario.
Condrid todavía estaba ciego producto del fuerte destello que Agneth había provocado para que escapasen. Levantó ambas manos en seña de creíble sumisión, no obstante, la hechicera que lo acompañaba extendió los brazos a ambos lados de su cuerpo y una serie de invisible hilos agarraron a la docena de soldados que les rodeaban en ambos flancos, y jalando con fuerza hizo que todos se tumbaran. Dio un salto y luego de empujar a Condrid hacia el frente, giró sobre la punta de sus pies, en una danza mortal que en cada giro expulsaba verdaderas llamaradas que incineraron a sus captores.
—Disfrutas esto ¿verdad? ¿Por qué no mataste también a la elfo y a los dos hechiceros? —alegó Condrid, recuperando la visión mientras descendía con rapidez por las escalinatas hacia los niveles inferiores del torreón.
—No hay tiempo que perder, los paladines han ordenado tu arresto. —Agneth miró un momento al lord—. ¿Ibas a utilizar el libro para defenderte?
—Maldita sea, creí que la elfo te había liquidado —se excusó el lord—-. No, no iba a usarlo. Sabes de sobra que lo único que quiero es acabar con esto ya.
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De oscuridad y fuego -La hija del Norte-
FantasyPRESENTACIÓN: Lidias es la princesa del reino de Farthias, que por causa de una conspiración es inculpada del asesinato a su padre. Para salvar su vida y encontrar la verdad, decide escapar de su hogar en el palacio. Durante el exilio un quie...