Capítulo 30.

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Estoy apoyada en el pecho de Blake mientras me acaricia con sus dedos mi espalda. Después de un mes me siento bien, siento como que la angustia que tenía iba desapareciendo poco a poco gracias a él. Me fascina su olor. Lo abrazaría hasta que se quedase en mí para siempre. Me quedé muy tensa mientras me contaba su pasado.

–Yo era pequeño cuando mi padre comenzó a beber, a gastarse todo el dinero e ir con gente mala. Mi madre no tenía para mantenernos. A pesar de estar pequeño siempre intentaba defender a mí madre y llevarme los golpes por ella. Pasamos años de ese infierno hasta que mi madre quedó embarazada de nuevo. Mis hermanos eran unos bebés y ellos necesitaban muchas cosas. Comencé a robar. Cuando mi padre se enteró de lo que hacía comenzó a golpearme más fuerte que me enviaba hasta el hospital. Pero no me importaba llevarme todos los golpes del mundo con tal de que no le hiciera daño a ellos. Odiaba a mi padre, lo odiaba con todo mi alma, odiaba el hecho de ser tan débil y no poder defenderme. Tengo el cuerpo lleno de marcas por su culpa.–  Hace una pausa y noto como aprieta sus puños y su cuerpo se tensa.–Una noche, estaba con mi madre en la cocina, ella me curaba las heridas de la cara porque me había peleado con un chico en la calle cuando unos hombres entraron en casa. Tenían a mi padre agarrado por el cuello. Llevaban armas en sus manos. Ellos le decían a mi padre que no había pagado lo que había prometido hace meses y eso tendría consecuencias graves porque era una gran cantidad de dinero. Un hombre agarró a mi madre y la puso de rodillas. Yo intenté alcanzarla, pero uno de ellos me inmovilizó. Todo ocurrió tan deprisa. Aquel hombre puso el arma en la mano de mi padre le exigió que apretara el gatillo. Sin dudar ni parpadear lo hizo y ella cayó al suelo sin vida. Mi padre no hizo nada, no lloro, no rechisto, lo miro todo con indiferencia. Aquel hijo de puta ni siquiera le importó matar a su mujer. Aquella noche mi padre se largó, huyó de todo.–Siento como las lágrimas caen sobre mis mejillas. No podía imaginarme que el hubiera pasado por eso. Ver a su madre morir de horrible forma.

–Tranquila, no llores.– Me dice Blake quitando las lágrimas con delicadeza.– Mi tía se hizo cargo de nosotros y nos mudamos aquí, en donde ella vivía. No podía dormir por las noches, siempre con pesadillas, los recuerdos estaban acabando conmigo.  Comencé a drogarme, a emborracharme todos los días para olvidarme de todo. Una noche estaba en un bar, bebiendo aunque era menor siempre me las ingeniaba para colarme. Una chica se me acerco y comenzó a tontear conmigo. La chica se acercaba mucho a mí, me decía cosas realmente sucias, y yo agarre su culo con mis man...–Le interrumpo golpeando su  hombro cabreada. El suelta una carcajada.

–Está bien lo siento bonita, era broma.
Bueno, alguien me empujó y caí al suelo, un chico que tendría mi edad, me golpeaba y decía que esa era su ligue. Perdimos el control destrozando aquel antro de mala muerte. Hasta que unos tíos me echaron a la calle. Me fui de allí, iba andando por las calles, hasta que un coche se paró enfrente de mí y salieron unos hombres dejandome inconsciente. Cuando desperté estaba atado a una silla. Vi al chico al que golpee en el bar junto a otros chicos. Él empezó a insultarme y a darme  golpes, hasta que apareció un hombre más mayor que todos ellos, dijo que pararan y me soltaran. Empezó hablarme sobre que tenía potencial para pelear, si me unía a el, podía sacarme algún dinero. Yo era un crió y que me pagarán por golpear era justo lo que necesitaba, así que acepté su propuesta. Dijo que comenzaría a entrenar con el chico del bar, Ryan. Al principio nos llevábamos fatal, los entrenamientos siempre acabábamos discutiendo o golpeándonos. Pero es algo que me hizo estar más estable. Pasaron los meses y todo fue genial, Ryan y yo nos hicimos muy amigos. Todas las locuras posibles las hacíamos, todas las cosas ilegales las hacíamos sin importarnos nada. En casa con mi tía las cosas no iban bien siempre acabábamos discutiendo porque quería que dejara ese mundo oscuro donde estaba metido hasta las cejas. Hasta que un día me fui de casa, era lo mejor alejarme de mi familia porque ya tenía bastantes enemigos. No tenía donde ir, así que....–El móvil de Blake comienza a sonar repetitivamente y final opta por contestar.

–Dime.–La expresión de su cara se vuelve sería mientras aprieta la mandíbula.– En 10 minutos estoy allí.

–Me tengo que ir, todavía me queda por contarte unas cuantas cosas más. ¿puedes esperar?–Me pregunta agarrando mi mano y dejándome un suave beso sobre la piel de mi mejilla.

–Puedo esperar.–Le sonrió forzadamente, no quería que se fuera después de que se haya abierto tanto a mí. Solo deseaba que me estrechará entre sus brazos y hacerle olvidar todo su dolor.–¿Blake?–Él se gira y me mira alzando su ceja.–Gracias por contarmelo.

–Lo hice porque te quiero, descansa.–Me besa fugazmente en los labios y desaparece de mi vista.

Es demasiado tarde, me acuesto y pongo la cabeza sobre la almohada, necesito dormir un poco, ha sido demasiado para poder asimilarlo. Aunque mi cabeza da vueltas como una noria a las horas caigo presa del cansancio. En mis sueños sale un Blake pequeño y un hombre golpeándolo. ¿Qué clase de monstruo le hace eso a su familia?

Me despierto por la alarma que suena sin parar. Siento como si me clavaran agujas en mi cabeza. Son las nueve, tengo una hora para estar presentable e ir al centro comercial con Kate. Al menos intentarlo porque después de lo que pasó anoche me siento desganada deseando que el mundo se parase y Blake me abrazase eternamente. Me tomo una pastilla, me quito toda mi ropa y me meto en la ducha. Cuando salgo me seco el pelo, me visto, me maquillo, sobre todo las ojeras oscuras. Por los menos consigo estar medianamente presentable. Bajo las escaleras y salgo de casa, Kate esta esperándome en su coche. Camino hasta él y entro.

–¿Qué llevas puesto?–Me pregunta mirándome de arriba abajo.

–Hola Bo, hola Kate, ¿qué tal estás? Bien ¿y tu? Bien.–digo de forma sarcástica.

–Tienes que comprarte ropa mas sexi amiga.–Me ignorá.

–¿Que tiene de malo la mía? Es cómoda.

–Tienes casi 19 años y vas con un pantalón vaquero ancho y una sudadera que te lo tapa todo, tienes que enseñar mas carne, que eres joven mujer.

–No me gusta enseñar nada, me siento incomoda.–Digo a la defensiva.

–Tienes que olvidar tus inseguridades, eres hermosa, tienes buen cuerpo, créetelo por dios ¿sabes que? Yo voy ayudarte.

–¿Que vas hacer?

–Al menos conseguirte ropa mas bonita.

–No hace falta Kate.

–Ya me darás las gracias.–Me guiña un ojo y sube la velocidad.

BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora