Capítulo 3.

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La semana había pasado bastante rápido y hoy por fin era viernes.

Caminaba fumando un cigarro y escuchando música, como cada día y me giro con el presentimiento de que alguien me está siguiendo. Fijó la mirada y exhalo el humo de la última calada. Es la moto de Blake. La he visto subirse en ella, además no hay nadie de por aquí que tenga esa moto tan cara. También podria decir que le he estado observando estos días, demasiado. Me quito los auriculares y efectivamente me está llamando.

Mi corazón se dispara mientras le oigo hablarme. Intento ignorarle porque no quiero estar cerca de él. Algo dentro de mí no se fia demasiado de un tío así.

–¿Estas sorda? Te estoy llamando.–Le oigo decir mientras me sigue con la moto a poco velocidad.

–¡Qué mierda quieres!–Le grito enfadada enfrentandolo.

–Te llevo, vamos sube.–Me hace señales con la mano para que me acercara.

–¡No! ¡Yo no me subo a eso!–Miro la moto con horror.–Y menos contigo.

–Si vas a pie llegarás tarde.

–¡Y que te importa!–Me cruzo de brazos y sigo caminando aunque tuviera razón.

Está mañana se me pegaron las sábanas.

–Vamos sube.–Insiste una vez más.

–Dejame en paz Blake.

–Veo que ya sabes mi nombre.

–Estas en la boca de todos, no es que me interese saber tu nombre.

Escucho su risa.

Detiene la moto, se baja de ella. Se acerca a mi y me agarra suave del brazo deteniendome.

–Sube a la moto o no llegarás a tiempo.

–Te dije que me dejaras en paz.

Esta demasiado cerca de mí y mi corazón bombea como loco. Sus ojos castaños son tan bonitos que es imposible no quedarte como una boba mirándolos. Me gusta demasiado su boca y su mandíbula. Y los alto que es y su ropa negra muy parecida a la mía.

¡Basta! Deja de pensar en estupideces Bo.

–El tiempo corre.–Dice mientras se da la vuelta y vuelve hacia su moto.–No volveré a repetirlo.

Tenía razón ya era demasiado tarde y sin su ayuda no llegaría a tiempo.

–Esta bien.–Me rindo yendo hacia él.

Me subo a la moto con miedo porque le he visto conducir y va siempre como un demente.

–Agárrate fuerte.–Dice cogiendo mis manos y poniéndolas alrededor de su torso.

¡Oh dios noto sus músculos debajo de la camiseta!


La moto se para y estoy agarrándome muy fuerte la cintura de Blake con los ojos cerrados.

–Ya hemos llegado. ¿Puedes soltarme?Necesito respirar.–Me dice soltando una risita.

–Lo siento.–Digo quitándo mis manos.–¿Se puede saber dónde me has traído? ¡Esto no es la universidad!

–No, te he traído a desayunar.

–Seras imbécil, me presionas con que llegaré tarde y me traes a otro lugar.

–Solo era un táctica para que vinieras conmigo.

–Estas loco.–Le digo bajando de la moto enfadada.

–Me han dicho cosas peores.

Le ignoro y entramos a la cafetería, buscamos una mesa y nos sentamos. A los minutos una camarera viene a nuestra mesa.

–Hola Blake ¿Que vas a pedir?–Le dice la chica acariciando su cabello de forma coqueta.

–Hola...–La saluda incómodo y aparta su mano.–Eh si, queremos cinco croissants y dos cafés.

–Si claro, enseguida se lo traigo.– Ella le guiña el ojo y me dan ganas de darle un guantazo.

–¿Por qué te mudaste aquí?–Me pregunta mirándome.

–A mi me madre le ofrecieron una buena oferta de trabajo y no podía rechazarla.

–Está bien cambiar de aires, yo llegué aquí con 15 años.

–Eras muy joven.– Le digo sonriendo tímidamente.

–Y bueno... ¿Cuantos años tienes?

–Tengo dieciocho. ¿Y tú?

–Veinte.

–¿Cuantos tatuajes llevas?– Le digo interesa mirandole los brazos, la verdad es que tiene muchos.

–No lo se, perdí la cuenta.– Se encoge de hombros. Ambos reímos.

–¿Vives con tus padres?–Y tras esta pregunta me arrepentí de haber abierto la boca.

Solo le había visto a él salir de la casa y también al otro chico que sería su amigo. Tenía curiosidad porque vivía solo en el lugar. ¿Y sus padres donde estaban?

–No.–Responde seco, noto que se tensa.

Al parecer no es un buen tema.

La camarera trae nuestro pedido y comemos en silencio. Quería preguntarle más cosas, saber más de él, pero mi boca estaba sellada.

–¿No tienes hambre?–Me pregunta mirando mi plato lleno de los dos croissant, solo le había dado un mordisquito pequeño a uno.

–No mucha.–Digo apartando el plato.

–¿Tienes hermanos?–Me pregunta de repente.

–No, soy hija única y ¿tú tienes?

–Dos hermanos pequeños.

–Que bien.–Digo sonriendo.–Siempre he querido tener un hermano.

Hablamos un poco más hasta que su móvil empieza a sonar. Blake intenta ignorarlo pero al final lo tiene que atender. Se aleja para hablar.

–Me tengo que ir.–Dice poniendo el dinero encima de la mesa.–Yo pago.

–No hace falta, yo pago mi parte.

–Para la próxima pagas tú.–Me guiña un ojo y no puedo evitar ruborizarme.

Salimos del establecimiento sin decir nada, nos montamos en su moto y nos marchamos de allí.

–Gracias por invitarme.–Le agradezco nerviosa cuando me deja en la universidad.

–No las des, ha sido una buena cita. Espero la segunda.–Me guiña un ojo.

Me quedo sin saber que decir, mi corazón bombea como loco apunto de salirse del pecho.

Se sube a la moto, se pone el casco y se marcha. A pesar de que sea algo imbecil o extraño. Creo que me agrada.

BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora