Capítulo 37.

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Me había comprado un coche. ¡Si! Por fin tenía uno Era de segunda mano, no me costó mucho. Con el dinero que gané trabajando en aquella cafetería que no recordaba por desgracia. El dinero que me dio Blake todavía seguía intacto. No me sentía bien que me haya dado tanta cantidad. Creo que se lo devolvería en cuanto tuviera ocasión.

Estoy muy ilusionada y asustada. No recuerdo con claridad como iba todo lo de conducir había pasado mucho tiempo desde entonces. Eric se había ofrecido ayudarme. A mamá no le gustó demasiado la idea de tener un vehículo. Seguía teniendo ese miedo de que tuviera otro accidente. Si supiera lo de las carreras ilegales y estar huyendo de la policía me encerraría y no me dejaría ver la luz del sol. Pero son cosas que pasan y no las puedes evitar. Necesito el coche para poder salir cuando quisiera y tener libertad.

–¿Que quieres de comer?–Pregunta Kate mirando la nevera.

–No se. Me da igual.–Me encojo de hombros. Hoy comería con ella. No me apetecía estar sola porque mamá todavía no había llegado de casa de los abuelos y Eric también se fue a visitar a los suyos. Vivían cerca de aquí a una hora más o menos.

–Creo que haré lasaña, a Blake le gusta mucho, y a ti?

–¿Esta aquí?–Asiente con la cabeza.

–Vino tarde anoche así que estará durmiendo.–Ella me mira y yo apartó la mirada.–¿Ha pasado algo que yo no sepa?

–Bueno si. El día de la fiesta el me beso.

–¡Que!–Abre sus ojos sorprendida.

–Se que me dijiste que me alejara, pero no puedo... Me esta comenzado a atraer de una forma extraña y me siento mal porque tiene una novia.

Kate iba a decir algo. Pero Blake entra a la cocina interrumpiendo la conversación.

–¿Hablando de mi señoritas?–Dice estirándose los músculos. Va sin camiseta y con un pantalón de pijama dejando muy poco a la imaginación. Me pongo colorada.

–Sabes que existe algo llamado camiseta? No se como puedes ir así. Estamos en invierno por si no lo sabías.

–Siempre tan simpática Kate.– Me sonríe y yo no puedo estar más roja.
Se sienta a mi lado y apoya el brazo sobre su cabeza.

–Hola preciosa.

–Hola.–Se me atraganta la palabra. Joder, me siento tan nerviosa.

–¿Sigues borracho?–Pregunta Kate.

–Anoche no bebi. ¿A que viene eso?

–Estás muy simpático y eso raro en ti. Siempre andas de mal humor.

–Será que alguien me tiene así de contento.–Contesta guiñándome un ojo. Creo que voy a morir de vergüenza.

–Quieres dejar de coquetearle a la pobre Bonnie. No ves que le van a explotar las mejillas.–Le regaña como si fueran un niño pequeño.

–Está bien. Lo siento.

Suena el timbre de casa.

–Voy yo.–Les digo y salgo de allí rápidamente. Necesitaba un momento para relajarme de tanta tensión.

En cuanto abro la puerta. Veo a quien menos deseaba ver en este mundo. Elena. ¡Tierra trágame!

–¡Que haces aquí, estupida!– Me grita cabreada.

–Mi amiga vive aquí.–Le contesto tajante. Eso si era verdad. No tenía culpa de que Blake también viviera en este lugar.

–¡Mentirosa! ¡Seguro que te has revolcado con él! ¡Perra!

Y sin esperarlo me pega en la cara y me tira de los pelos. Yo también intento defenderme, pero esta chica era una fiera. Nos caemos al suelo y nos seguimos revolcando con la mano enredadas entre los pelos. Hasta sale Blake con Kate de la cocina.

–¡Sepáralas!–Le grita.

–¡Basta Elena!–Le dice enfurecido.
Al final consigue separarnos y el agarra a la asquerosa de su novia.

–¡Dios mio! ¿Estás bien?–Me pregunta Kate preocupada.–Estás sangrando. Vamos a mi habitación a que te cure. Y Blake saca a esta puta de mi casa ¡Ya!

Me ayuda a subir las escaleras. Estoy muy mareada. Siento como podría desmayarme en cualquier momento.
Conseguimos llegar a la habitación y me sienta en la cama mientras ella va a por el botiquín.

–Esa maldita puta pagará por esto.–Kate está demasiado alterada y eso no era bueno para el bebe.

–¡Joder me duele!–Intento reprimír las lagrimas y la ansiedad que me daba no poder respirar.

–Toma ponte esto.–Me pasa una gasa y tapono la nariz para que no saliera más sangre.

–¿Y si te la rompió? Deberíamos ir al hospital.

–No quiero ir Kate.– No tenía nada de ganas de estar otra vez en un hospital.–No noto que esté rota.

–Esperaremos a que venga Blake. Él sabe de esto.–Su mano agarra la mía.–Lo siento. No sabía que esa tipa sabía dónde vivimos. Nunca la vi por aquí.

–No pasa nada. No es culpa tuya.–Le digo mirándola.– Yo le arranque las extensiones.

Agito mi mano enseñándoselas.

–¡Esa es mi Bonnie!–Tiro el asqueroso pelo artificial de la rubia y choco la mano con mi mejor amiga.

Blake abre la puerta de la habitación y ya está completamente vestido.

–¿Como estás?–Me pregunta preocupado acercandose.

–A ti que te parece.–Contesto de mala gana. Sabía que él no tenía la culpa. Pero si era el motivo por cual me había pegado la rubia de bote.

–Déjame mirarte la nariz.–Me quito la gasa y la revisa.–No está rota.

–Menos mal.–Suspiro aliviada.

–Sigue taponandote la nariz para que se corte la sangre y después te pones hielo.

–Está bien.–Me levanto con cuidado.
Me dirijo al baño para limpiarme. Mi camiseta tenía manchas de sangre y mi pelo estaba totalmente revuelto. Me dolía muchísimo el cuero cabelludo.

–Te traje un jersey limpio para que te cambies.–Me dice Kate dejándola encima del lavabo.

–Gracias.– Ella siente con la cabeza y sale cerrando la puerta.

Me miro al espejo y mi nariz está muy hinchada, y roja. Mierda, Estás cosas solo me pasan a mi.

BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora