Estaba cómoda.
Mi cabeza estaba en mi mochila y mi cuerpo en el suelo. No puedo pedir algo mejor.
Aris había regresado después de entrar a la caja de carga que estaba detrás por más leña, Thomas estaba al lado de mí sentado abrazando una pierna, Teressa estaba al lado de Thomas en mi misma posición, Sartén estaba sentado, Minho estaba sentado de chinito, Newt estaba abrazando sus piernas y a lado de él, yo. Todos formando un círculo.
El calor de la fogata era suficiente, al menos para mí. Iluminaba un poco el lugar. Y nos calentaba.
Nadie había dicho nada aún. Tal vez solo un ¿Están bien? ¿Les queda agua? Ya falta menos, Aquí descansaremos...
Aris aventó más leña a la fogata para que no se apagara.
- ¿No se supone que éramos inmunes?
Preguntó Minho con la mirada perdida.
- No todos. Al parecer...
Respondió Teressa.
- Si Winston pudo infectarse entonces también nosotros - aportó Newt.
Y es verdad.
¿Qué pasa si rasguñan a uno de nosotros? Tal vez no seamos inmunes como lo había dicho Ava Paige.
- Jamás creí decir que... Era mejor el Área.
Tenía razón Sartén. Él fue al que más le afectó la muerte de Winston, pero al menos ahí estábamos seguros, y éramos más.
Thomas se paró de su lugar y caminó un poco hacia el frente quedando apartado de todos nosotros.
¿Que tenía?
Cuando estaba justo por pararme para ir hacia él, Newt se levantó de su lugar y se dirigió hacia Thomas y se sentó a lado de él.
Sonreí internamente, Newt y Thomas habían hecho una bonita hermandad entre ellos, y era algo que me ponía muy feliz.
(***)
Ya todo era desierto, no se alcanzaba a ver ningún edificio. Hacía mucho calor. Me puse la mascada en la cabeza para que me cubriera un poco de los rayos del sol.
Saqué la última botella de agua que me quedaba, y por lástima, solo quedaba un poco menos de la mitad.
Miré a mi lado y estaba Aris agitando su termo deseando que saliera una última gota de agua.
Sintió mi mirada y me volteó a ver, le tendí la botella.
- No, olvídalo es tuya.
Hice una mueca.
- Ten, la necesitas más que yo. Yo ya tomé mucha.
Aris me sonrió tiernamente.
- Ni siquiera te he dicho mi nombre. ¿Por qué me ofreces tu botella de agua?
- Porque ya eres uno de nosotros.
Me sonrió ladeadamente y yo a él, tomó la botella y ansioso la bebió.
- Gracias.
Le sonreí.
- Soy Aris, por cierto - dijo antes de tomar agua.
- Kelsey, aunque ya sabía tu nombre.
- Sí, yo también el tuyo.
Reímos, me caía muy bien.
