Capítulo Noveno (narrado por Val)

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Me sentía muy feliz aquella tarde. Recuerdo que llegué a casa sobre las tres y media de la tarde, y de lo energético que me sentía, entregué cerca de diez pedidos (y todos en skate, qué bus ni qué bus). Por suerte, le transmití esa felicidad a mi padre, que quedó orgulloso de su hijo cuando volví de hacer los "mandados".

La razón de mi felicidad, era, nuevamente, aquella hermosa rubia. Gracias a mi torpeza, mientras efectuaba un kickflip, no me di cuenta de quién se encontraba delante de mí, por lo que tiré a la rubia al suelo accidentalmente. Y, como era una maravillosa oportunidad para hacerse el caballero y hablarle de una vez por todas, la aproveché.

Además de poder escuchar el sonido de su voz (que era tan dulce y hermosa como cuando cantaba), pude averiguar, gracias a mis poderes, que tenía cuatro hermanos y que sus padres trabajaban mucho. Y además, pude comprobar que era cierto lo que me decía Marina: Luisa estaba transformándose en una fantasma. Ya había pasado la primera fase, lo deduje cuando me dijo que la habían castigado por hacer "algo muy malo". Pobre fracasada, si supiese lo que le quedaba por sufrir...

   Pero volvamos al tema: la cuestión es que yo estaba enamoradísimo de ella.
  
   Al día siguiente de lo yo voy a llamar "el gran encuentro" (es decir, el día en que le hablé), se lo conté todo a Marina, detalle por detalle.

  -¡Dios mío! Eres todo un amor, Osvaldo. Sé que será difícil para ti hablarle nuevamente, pero...
  -¿Difícil? ¡Si yo le quiero hablar todos los santos días!
  -Tranquilo, tío. Sé que tienes los cojones como para hablarle y eso, pero yo te recomiendo que vayas despacio. No le hables hasta que no te dé la señal verde.
  -¿Señal verde?
  -Bueno, señal verde, la señal afirmativa, decisiva, ¡como quieras llamarle! La cuestión es: no le hables hasta la gran fiesta que organizará Samantha este sábado.- me dijo, entrelazando las manos, nerviosa.

  Abrí muchos los ojos, sorprendido.
   -¿Sam hará una fiesta el sábado? ¿Invitará a Luisa? ¿Me invitará a mí?-pregunté, confundido. ¡Ésta Marina y sus planes!
   -Invitará a TODO el mundo. Ya sabes lo desesperada que está Sam por ser aceptada. Aunque a mí me parezca un bicharajo loco, iré y os invitaré a ti y a Luisa. Más te vale que le hables. Y, si no estoy mal, este sábado es primero de febrero.- respondió.

   ¡NO! Los primero de febrero, son un día clave para los fantasmas. Os lo explicaré: digamos que los fantasmas tienen una ciudad llamada Fálizta, donde se reúnen todos para poder crecer como comunidad. Algunos viven todo el año allí, otros (como Marina y yo) van sólo por el verano, etcétera. Para que Fálizta esté protegida de los Xior, hay una puerta especial. Pero, por alguna razón, los primero de febrero, los Xior logran entrar a Fálizta y matan a cuanto fantasma merodee por ahí.

  Por lo tanto, los fantasmas que se encuentran en Fálizta todo el año vuelven los primero de febrero a su ciudad natal (puesto que hay fantasmas de todo el mundo) para protegerse.
 
  Pero, a pesar de todas las medidas que usamos los fantasmas (que son: no pasar el primero de febrero en Fálizta y quedarse en un lugar con humanos para que les sea difícil encontrarnos), los Xior llegan a matar a por lo menos dos o tres personas ese día; ya sea en Fálizta o en otra ciudad. 

   No obstante, los que más sufrían los ataques de ese terrorífico día, eran los que habían nacido en dicho día. Es decir, si eres un fantasma y tuviste la mala suerte de nacer un primero de febrero, date por muerto amigo mío. No te dejarán en paz ni aunque lo supliques a gritos.

  Y, para la mala suerte de Marina, su hermano menor era uno de ellos. Cuando nació, hace ya cinco años, ese horrible primero de febrero, Marina quería morir. Recuerdo su expresión atemorizada cuando exclamó, a punto de echarse a llorar:
    -¡Es un "condenado"! ¿Puedes creer tal desgracia, Val? ¡Es un condenado, jamás vivirá en paz!

 
    Me quedé de piedra con la respuesta de mi mejor amiga. Suspiré.

    -¿Tendrás que cuidar a tu hermano todo el día de nuevo?
    -No, pero no me podré quedar hasta muy tarde en la fiesta. Puedo quedarme hasta las once de la noche.
    -De todas formas, seguramente a esa hora estén todos que se caen de ebrios.- murmuré.
    -Tienes razón. Aunque Sam no es de emborracharse mucho, como tú sabes. A ella le das un vaso de vodka y ya tiene diversión por toda una noche.-rió, y yo reí con ella.
    
     Era cierto. San era de beber muy poco, pero se "emborrachaba" muy rápido. Básicamente olía un poco de alcohol y ya se ponía loquita. Era, como dirían mis amigos, "una virgencita".
    
    -Tengo que irme. La campana va a sonar dentro de poco tiempo y tengo matemáticas. Recuerda nuestro ritual del sábado y la fiesta que va a haber- me dijo Marina, ya alejándose con su mochila.

    "Nuestro ritual del sábado". Se deben de estar preguntando de qué diablos estaba hablando Marina cuando dijo eso. Pues os sorpenderais cuando os diga que no está loca, tal y como ustedes pensaban.

     Es más, Marina está muy bien de salud mental, porque existe dicho "ritual". Solamente que el ritual del que ella habla es el "ritual del primero de febrero" y no el "ritual del sábado".
  
   Nosotros dos éramos de los pocos fantasmas que hacían un ritual los primero de febrero para celebrar un año más de vida. Sería como un cumpleaños, pero de los dos, y un poco más triste que una fiesta de cumpleaños normal, porque hacíamos cosas como ir al cementerio y etcétera. Les contaré en qué consiste ese ritual en el momento dado.

   El resto de la semana estuve pensando en qué me iba a poner para la GRAN FIESTA GRAN del sábado. Puesto que había estado ignorando completamente a la rubia (o a la Chica Mala Hermosa De La Vida, como yo le decía en mi subconsciente), me encontraba muy ansioso.

   Me pasaba las tardes revolviendo mi armario, como si fuese una mujer, quejándome al no encontrar nada PERFECTO para dicha ocasión.

   ¿Una camisa holgada con unos pantalones ajustados? Muy de película, además, esos pantalones me quedaban incómodos.

   ¿Una remera con escote en V para enseñar mis músculos? Demasiado estúpido, aparte había un enorme argumento para no ponérmelo: ¡no tenía músculos!
 
   ¿Una gorra de lana, unos jeans  normales y una camisa negra? Bueno, capaz que eso me lo podía poner... ¡Pero mejor llamar a Marina para quitarse la duda!

   La cuestión es que necesitaba una renovación de armario. No importaba cuánto saliera, cuánto debería trabajar para poder pagarlo después, pero la necesitaba urgente. ¡Dios mío! Parecía que mis testículos hubiesen desaparecido. Qué crueldad.
 
  Mi padre me preguntaba constantemente qué me pasaba, si me sentía bien y si necesitaba algo. Se ve que mi cara de bobo locamente enamorado se notaba a mil kilómetros a la redonda...

  Por suerte, Marina me sacó de apuro. El sábado de mañana se apareció por mi casa y me eligió la ropa.
 
   -¡Vale ya! ¿En serio tienes cuatro remeras con escote en V y es invierno? ¿Por qué mierda no te compras un buen buzo y dejas de gritar y llorar como una mariquita? ¿Tú eres tonto o te pagan? ¡Mira, ponte ésto! ¡Es magnífico!- gritó finalmente y me lanzó una camisa de manga larga negra, un buzo de lana negro y cuello alto, unos pantalones azules y la gorra gris de lana que siempre usaba.

   Se fue de mi habitación mientras que yo me vestía y luego entró de nuevo y me dijo:

   -Ah, y por cierto, nuestro ritual del sábado tendrá que esperar un poco, primero tenemos que pasar por lo de Luisa.



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NOTA DE LA AUTORA:
Hola! Lamento no haber actualizado hsce muuuucho, es que empecé las clases hace poco y estoy muy ocupada. No obstante, intentaré subir un capítulo nuevo cada semana. Trataré de actualizar los sábados, y si no puedo actualizar ese día, lo subiré un viernes, domingo o martes de esa semana. Nos vemos en  1 semana! Espero que les haya gustado el capítulo! :)

PD: voten y comenten si les gusta, me ayudarían muchísimo!

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