Capítulo Trigésimo Quinto (narrado por Val)

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La reconocí de lejos. La misma cabellera rubia, los mismos labios que me habían besado unas semanas antes, el mismo andar, todo en ella seguía igual. Excepto sus ojos: en ellos se reflejaban la tristeza y el cansancio que le había supuesto el encontrarme.

   Pero no lo iba a tener todo tan fácil. Apenas apoyó un pie en el escondite, su padre se plantó ante ella, desafiante.

      -Mi querida hija-murmuró y esbozó una sonrisa bastante macabra-Te he estado esperando todo este tiempo.

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