Capítulo Décimo parte 2 (Luisa)

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Observé mis botas negras que hace un año o más no usaba. La nieve se derretía en el suelo de cemento de aquel tétrico lugar, donde los muertos descansaban a la espera de una mejor existencia.

   Los tres (Val, Marina y yo) íbamos vestidos de negro, para mostrar nuestro respeto hacia esas almas que ya habían cumplido con sus propósitos en este mundo.

   Marina se las había ingeniado para encontrar un vestido negro que yo raramente usaba en mi armario, y que ahora yo llevaba puesto.

   El cementerio estaba vacío a esas horas, por lo visto, nadie acudía a ese lugar los días de negocio, excepto, claramente, Marina y Osvaldo, que acudían allí todos los primero de febrero.

   Iban allí para visitar a todos los muertos y desearles una buena vida allá arriba, y ya de paso visitar al padre difunto de Marina, que había sido enterrado hace casi tres años ya.

  El plan de los chicos para aquella tarde era: luego de ir al cementerio, ir a una tienda de discos que quedaba a unas pocas calles de allí, después almorzar en un restaurante de comida rápida "El universo de las milangas", y finalmente acudir a la fiesta de Sam, una chica de nuestro curso.

   Mientras Val y Marina me mostraban las diversas tumbas, yo rezaba en mi interior para que mis padres no se dieran cuenta de mi ausencia.

   -Y aquí está. José Luis Alberto Dobonsky, integrante de la marina de la ciudad de Aracia, fallecido el primero de febrero del dos mil doce.-comentó Marina mientras se acercaba a una lápida que estaba atiborrada de flores- Mi padre.

  Apoyé mi mano en el hombro derecho de ella, para mostrarle mis condolencias.

  -Lamento mucho lo de tu padre, debes de haber sufrido muchísimo, pero has de saber que él se encuentra en un lugar mejor.-le dije, para consolarla.
  -No pasa nada. De todas formas, no entiendo por qué la gente pide perdón cuando alguien muere. ¡Si no es su culpa! Y si lo fuera, un «perdón» no arreglaría nada, así que no tiene mucho sentido. Pero tranquila, estoy bien. Ya he aprendido a vivir con el dolor de la pérdida.-respondió ella, algo dolida.

   Osvaldo me agarró del brazo y me separó de Marina.

   -Mejor dejarla sola por un rato.- me dijo- Ven, te haré una visita guiada por este solitario cementerio.

  Me condujo hacia un camino rodeado de tumbas y lápidas, mientras me hablaba del significado de lo que mi amiga acababa de decir.

  -Verás, ella está muy triste. Su padre era la única persona en este mundo que se preocupaba realmente por ella, dándole su amor incondicional. Además, su padre no murió de una forma muy tranquila que digamos. Él era muy joven y no había hecho determinadas cosas que se suponía que debía cumplir... De todas formas, Marina sufrió muchísimo, tal como tú dijiste, y todavía le sigue afectando el no verlo cuando vuelve a casa, a pesar de que ya transcurrieron tres años.- me explicó Val, mientras caminábamos sobre la nieve que ya se iba derritiendo, formando charquitos de agua que poco a poco el suelo absorbía.

   -¿Puedo hacerte una pregunta?
   -Claro.
   -Además de para visitar a sus seres queridos ya difuntos, y presentar sus condolencias con respecto a los muertos; ¿para qué vienen aquí en esta fecha tan importante para la ciudad de Aracia?-pregunté, confundida. Aún no terminaba de comprender el porqué de visitar un lugar tan solitario y terrorífico.

  Val resopló, como pensando su respuesta.

   -Pues, este lugar es la gloria. Te explicaré por qué. Tú debes pensar: «Oh, Marina y Val están locos de remate por venir a este horrendo lugar.»-hizo un gesto con las manos, señalando a su alrededor- Pero éste sitio no es horrendo. Este sitio representa la lucha que llevó toda esta gente, ya fallecida, a lo largo de toda su vida. Estos guerreros, que vivieron su vida hasta que el Destino, (o a veces ellos mismos) decidió (o decidieron, depende de cada caso) que era el momento ideal para que aquella persona muriera, es decir, que ya había concluido su objetivo en este mundo. Así que nosotros no clasificaríamos este maravilloso lugar como «horrendo» sino más bien como «glorioso» o «combatiente». Y venimos aquí para que la lucha de ellos cobre sentido y no haya sido en vano.

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