Capítulo Trigésimo Tercero (narrado por Val)

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No podía concebir la idea de que capaz que nunca saldría de allí. Que capaz que ninguno de mis amigos habían notado mi ausencia y que me iban a dejar allí, preso de la tortura y del dolor.
           
             No obstante, sabía quién me había secuestrado aquella noche mientras dormía. Y sabía que me había capturado con la intención de usarme como señuelo para capturar a Luisa. Y también era consciente de la nota que había dejado sobre la carpa donde estábamos durmiendo, que decía: «Ven a buscarme al Callejón Sin Salida de la calle Donde te encuentre.»
            
            Y, lo más irónico de todo, es que dicha calle existía.

            Me había cansado de rezar, de llorar, de gritar por las noches. Pero yo sabía que Luisa vendría. De lo contrario, moriría.

             

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