Me disponía a tirar las botellas vacías. Me había dado cuenta de que no podía ahogar mis penas en alcohol, que no solucionaba nada, que, de todas formas, cuando el efecto se me iba mis problemas seguían allí.
Hacía una semana que me había dado cuenta de ello. Justo el día de mi cumpleaños número quince. El esfuerzo que había hecho Marina para que me sintiera mejor y la pasara bien me hizo abrir los ojos, darme cuenta de que había gente que me seguía queriendo, a pesar de todo. Y que valía la pena disfrutar con aquella gente. Además, comencé a ser consciente de que Val despertaría cuando yo me recuperase, que su salud dependía de la mía.
Aquellos tres meses habían sido duros. Entre la partida de Carlos y el coma de Val, ya no sabía si valía siquiera la pena vivir. Pero el alcohol fue mi vía de escape de aquella horrenda y terrible realidad. Todas las noches me dirigía a «El Búnker» y pedía vodka, whisky, aquellas bebidas tan fuertes que me quemaban la garganta en su trayecto al estómago, pero que me daban la fuerza necesaria para sobrevivir, para sobrellevar aquella desdicha.
Pero hacía una semana que no probaba una gota de alcohol. Y es que aquel día, el siete de noviembre, era el cumpleaños número dieciséis de Val, y, como todos los días desde hacía tres meses, me dirigí al hospital para ver cómo se encontraba.
Nunca le hablaba, generalmente me disponía a sentarme a su lado y esperar. Muchas veces me encontraba o con su padre o con Marina, que, al igual que yo, iban regularmente a verlo. Pero aquella vez no se encontraba ninguno de ellos en la sala donde yacía mi amor.
Me senté en la silla que estaba situada al lado de la camilla.
Ahora que estaba sobria, aquello me resultaba diez veces más difícil que antes. La tristeza invadía mi pecho y las lágrimas se colmaban en mis ojos. ¿Por qué no despertaba? ¿Acaso se encontraba al borde de la muerte? ¿Por qué tenía que pasarle aquello justo a él y a nadie más? ¿Por qué la vida era tan cruel? ¿Acaso no bastaba ya todo el sufrimiento que yo había sentido durante toda mi vida? ¿Por qué tenían que arrebatarme lo que había sido parte de mi salvación? ¿Por qué me arrebataron al que era el amor de mi vida?
Las lágrimas salían a raudales de mis ojos, y ya no podía más de la tristeza cuando me arrodillé en el piso, apoyé los brazos en la camilla y comencé a hablar con Val.
-Feliz cumpleaños mi amor. Dieciséis, quién lo diría. Pasa tan rápido el tiempo... Me acuerdo como si fuera ayer el día en que te vi por primera vez. Me acuerdo de que no pude evitar entrar a comprar en la verdulería de tu padre. Eras tan guapo... No creas que lo olvidé. Lo que pasa es que en ese momento pensé que serías de esos chicos lindos que sólo ves una vez y luego desaparecen. Pero al verte allí, fuera del colegio, andando en skate mientras tu padre te miraba, comprendí que no eras simplemente una ilusión. Comprendí que eras una realidad. Y me di cuenta al instante de que estaba perdidamente enamorada de ti. Y lo sigo estando, si eso te sirve de consuelo. Y lo estaré para siempre, si es verdad eso que dicen los fantasmas, que sólo te enamoras una vez.-suspiré- Prometo que te amaré, Osvaldo Tiber, hasta el día que me muera. Hasta el día en que el Sol y la Tierra dejen de estar juntos y que la Luna se de por vencida. Prometo amarte hasta entonces, y si la vida nos separa, prometo buscarte. Prometo hacer lo imposible por estar a tu lado. Prometo no olvidarme nunca de ti, aunque sea víctima de la amnesia o del Alzheimer, prometo conservar siempre tu sonrisa en mi retina.-sonreí-Te extraño, Chico Del Skate. Por favor te lo pido, regresa. No me dejes sola con toda esta gente que no me cae bien. Y no dejes sola a Marina, ni dejes solo a tu padre, que ambos te necesitan. Y yo también te necesito. Tengo a Marina, a Hanna, a Jacinto y a Dan que me apoyan, pero faltas tú. Faltas tú para que yo me sienta completa. Porque tú eres mi otra mitad, Val, y quiero que seas consciente de ello. Quiero que despiertes y poder besar tus hermosos labios. Quiero que despiertes para poder abrazarte y nunca jamás soltarte.-me enjugué las lágrimas-Sé que somos jóvenes, y, Dios, sé que es descabellado, pero quiero pasar el resto de mi vida contigo. Quiero casarme contigo.
De pronto, como si me hubiese escuchado, Val abrió los ojos.
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NOTA DE LA AUTORA:¡Muchísimas gracias por todo su apoyo! Espero que os haya gustado el libro y que no me maten por el final abierto;)
Gracias, gracias y mil gracias por haber seguido la lectura hasta aquí. Poco a poco, me están ayudando a hacer de mi sueño una realidad.
Los quiero, gracias por tanto y espero que les haya gustado!!
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Única
General Fiction« -¿Qué sabes de mí?-me animé a preguntar, cuando ya había terminado de organizar mis cosas. [...] -Oh, Luisa, te sorprendería saber un montón de cosas sobre tu existencia que aún no sabes, pero para averiguarlos debes luchar. ¿Luchar? Es...