Capítulo Vigésimo Cuarto (Luisa)

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-Menhër, Luisa.-me llamó el altavoz que había en la inmensa sala donde "La Repartición" estaba desarrollándose.

Me levanté, con las miradas de todos los fantasmas siguiéndome. Al parecer, era verdad lo que había dicho Hanna: todos me conocían.

Me fui alejando de la sala de espera y entré al salón donde me esperaban para hacerme preguntas para decidir en qué ámbito iba a colaborar con aquella maravillosa ciudad.

Entré a la minúscula sala. Las paredes estaban pintadas de blanco, y un escritorio estaba situado paralelo a la pared del fondo. Detrás de él, se encontraba una silla negra, donde estaba sentado un hombre calvo, con un poco de barba y ojos grises. Su piel era pálida, de un blanco medio grisáceo; y me miraban fijamente, mientras golpeaba frenéticamente sus dedos contra la madera, provocando un sonido que me crispaba los nervios.

-Siéntate.-me ordenó y obedecí-Tengo entendido que eres nueva, ¿no? Toda una Principiante.-asentí.-Bien, pues, luego de decidir dónde diablos vas a trabajar, vas a tener que inscribirte oficialmente en la civilización.-asentí-No te preocupes, para esta prueba no debes estudiar nada.-se rió-Mi nombre es Gerardo y yo te inspeccionaré.-tragó saliva-Vamos a comenzar. ¿Cómo es tu nombre? Sabes, siempre me olvido del nombre de las personas: somos más de cincuenta mil fantasmas.
-Mi nombre es Luisa Menhër.-respondí.
-Vale.-anotó algo en un papel-¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
-Leer.
-Tengo entendido, por lo que me han dicho, que cantas muy bien, ¿no es así?
-Algo así. Para mí no canto bien, pero la gente se pone como loca cuando canto, aunque no quiero dedicarme a eso.
-Entonces...¿no te gusta cantar?
-Sí, me gusta, no me malinterpretes, pero no me gusta ser el centro de atención.
-Reservada y única.-dijo mientras escribía nuevamente en el papel. Luego, clavó sus ojos en los míos y me preguntó-¿Te gusta dibujar, o escribir, o algo por el estilo?
-No se me da muy bien, a decir verdad.-confesé-Por lo tanto, no me gusta.
-Es un error eso de que no te guste lo que no haces bien. Una cosa es que te guste y otra es que lo hagas bien. Pero, no vamos a tener esta charla ahora, no es el momento, así que dime: ¿sabes cocinar?
-Sí.
-Vale.-volvió a escribir-¿Ya te han marcado?
-No, ¿he de hacerlo?-pregunté.
-Claro que sí, tontolabas.-me responde-Si no tienes la Marca no puedes estar aquí, lamento decírtelo.
-¿La Marca?-dije, confundida.
-Sí, la Marca. Es una parte de la inscripción a esta ciudad, pero para tenerla puedes no haber firmado ningún papel ni haberte hecho ningún examen. Para obtenerla debes ir a la calle Principal, aquella que está frente al Portal. Ahí, verás una tienda de fachada violeta, y es ahí donde debes entrar. Te preguntarán un par de cosas y pum, te marcan.- me explicó y prosiguió-¿Eres de esas chicas que salen o que se quedan en casa leyendo?
-Que se quedan en casa leyendo.
-¿Te gusta esta ciudad?
-Mucho.
-¿Te apetece conocerla un poco mejor?
-¿Me estás invitando a salir?

Gerardo se echó a reír y exclamó:

-¡Pues claro que no! Sé que soy irresistible, pero no soy un pedófilo. Además, no eres mi tipo. Pero me refería a si te gustaría conocer absolutamente TODA la ciudad.
-Vale, me gustaría. ¿Es tan grande como parece?
-Es inmensa.-contestó a secas y siguió escribiendo.

Nos quedamos en silencio. Tras unos cuantos minutos, anunció:

-Trabajarás en los cultivos. Te ayudará a relacionarte con la gente y podrás pensar con claridad, además de conocer más los paisajes de la ciudad.
-Está bien. ¿Cuándo empiezo a trabajar?-pregunto.
-Dentro de cinco días, pero antes deberás registrarte.-agarró otro papel y garabateó un par de cosas-Ve mañana a esta dirección y diles que vas de parte del Buitre. Ellos entenderán.

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