Capítulo Décimo Primero (Luisa)

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  Apenas terminó Val de pronunciar estas palabras, me miré, esperando con todas mis fuerzas de que estuviera loco y fueran figuraciones suyas. Pero, para mi sorpresa, cuando bajé la mirada para observar mis pies, éstos no estaban ahí. Allí estaba solamente el piso de cemento, duro y frío, que me provocó miedo apenas lo vi.

   ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué mis pies no estaban donde deberían estar?

    «Capaz que los corrí inconscientemente de lugar» pensé, y para asegurarme de no estar loca, miré donde debería estar mi muñón, sobre la mano de Val. Pero tampoco se encontraba allí.

     «¿Qué sucede?» me pregunté «¿Acaso soy invisible? No, no puede ser: eso es imposible; hasta rima y todo.»

     -Oh...no- murmuró Val, mirando al vacío.- No puede ser.
     -¿Qué...qué está sucediendo?- pregunté, temiendo que mi voz no se escuchara tampoco, pero, para mi alivio, pude escuchar mis palabras.
    -¡¡Marina!! ¡¡Ven aquí!!- gritó Val, con todas sus fuerzas, hasta que su voz sonó un poco ronca.

   Minutos después, nuestra amiga apareció del otro lado de la puerta del local y, fulminándolo con la mirada, le preguntó a Val:

   -¿Qué sucede? No sé si son conscientes de ello, pero allá adentro están pasando canciones del Cuarteto de Nos, la mejor banda del universo entero, y me gustaría poder escucharlas tranquilamente.
   -Creo que tenemos problemas mayores en este mismo instante, querida mía.- le dijo Val, abriendo mucho los ojos.- Creo que llegó a la "fase z."

   Marina ahogó un grito y se aferró al marco de ma puerta.

   -Oh no...Ahora entiendo...¿Ritual del fuego?

   Val asintió.

   -Recuerda que tenemos tan solamente treinta minutos para que logre completar totalmente el ciclo.-advirtió Val.

   Yo entendía cada vez menos. ¿Qué ciclo? ¿Qué se suponía que debía hacer para completarlo? ¿De qué ritual hablaban? Y, lo más importante: ¿por qué hablaban de aquello? ¿Me estaría ocurriendo algo grave?

    -¿Qué pasa? ¿Están bien?- pregunté al ver que los dos se acercaban a mí y me tomaban de los brazos.

  Marina suspiró.

    -Ay, cariño, lo único que importa ahora es que tú te sientas bien. Esta va a ser una noche muy larga.-dijo, y, con la ayuda de Val, me llevó consigo.

   Mi cuerpo no reaccionaba con naturalidad, era como si tuviera que detenerme a pensar cada vez que iba a dar un paso.

    Val y Marina iban sumidos cada uno en sus pensamientos, pero cada tanto se decían dos o tres cosas y luego volvían a callarse.

    Finalmente, luego de lo que parecieron horas y horas de caminata, llegamos a una plazoleta que, según lo que Val le dijo a mi amiga, quedaba cerca (mejor dicho, enfrente) de la casa de éste.

   Marina le susurró algo al oído a Val y luego salió corriendo, en busca de algo.

   Las imágenes de la mujer riéndose con sus amigos invadían mi mente. «Ellos no me importan.» había dicho la mujer. No sabía por qué, pero aquellas palabras me lastimaban cada vez que las oía, como si cada una de ellas rompiese un poco más mi corazón.

   -Necesito...hablar contigo. Pero cualquier cosa que te vaya a decir ahora es secreto, debes callarte y escuchar con atención para entender lo que te digo.-dijo Val, nervioso. Asentí.- Tú no eres humana. Yo tampoco, es más: Marina tampoco. Todos pertenecemos a otra "especie", si es que le quieres llamar así. Todos somos fantasmas.- tomó aire y continuó- Los fantasmas somos una mezcla entre humanos y unas criaturas invisibles llamadas Xior. Tenemos varios poderes: podemos leer mentes (bah, más bien: averiguar cosas de una persona sin que ésta se dé cuenta), podemos ser invisibles tan sólo imaginándonos de esa forma y podemos traspasar paredes y todo tipo de objetos, claramente. Para mantener nuestra forma humana, debemos hacer el ritual del fuego cada día: este ritual consiste en encender una hoguera, y meterse dentro de ella, concentrado en que el fuego no te queme. Debes cerrar los ojos y permanecer ahí por varios minutos.

  Cuando terminó de explicarme lo que sucedía, me quedé atónita. ¿Cómo era posible aquello? ¿Cómo nunca me había dado cuenta de que los humanos no eran los únicos en el mundo?

   -¿Es verdad lo que me acabas de decir?- pregunté, aún confundida.
   -Claro.-respondió Val- Mira.

  De repente, por arte de magia, Val desapareció. Miré por todos lados, pero no se encontraba allí. «Esto comienza a asustarme » pensé.

   -¿Dónde estás?- pregunté, aún mirando por todos los posibles recovecos en donde Val podría estar.
   -Estoy aquí.- murmuró una voz, que venía de  enfrente de donde yo estaba.

   Val volvió a materializarse. Estaba en el mismo lugar que estaba hacía unos minutos.

   -¿Ahora me crees?- me preguntó, alzando una ceja.
   -Sí.-respondí, presa del pánico. ¿Qué sería de mi vida ahora que ya sabía en lo que me había transformado?

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