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Respuestas.

Marissa caminó directo a la cafetería donde Alexander la esperaba, tenía que hablar con él, había tantas preguntas que necesitaban respuesta y en ese preciso momento Alexander era el único que podía resolverlas.

—Marissa, hola— Alexander parecía profundamente nervioso mientras la chica lo miraba como si de pronto aquel chico tan misterioso y simpático le diera miedo, ¿cómo podía sonar tan normal después de lo que había pasado el día de ayer?

—Alexander— comenzó Marissa tratando de expresar toda la confusión que crecía en su pequeña mente, sin embargo, antes de que mencionará una sola pregunta, Alexander colocó su dedo en sus labios impidiendo que continuará.

—Necesitamos hablar, estoy consiente de ello, te invito un café— fue lo que dijo él sonriendo mientras entraba al lugar, con Marissa detrás de él.

Dentro de la cafetería tomaron asiento en una mesa junto a el enorme ventanal delantero, la noche hacia que las luces brillaran aún mas y Marissa sólo podía tratar de no gritar de desesperación en ese lugar, Alexander parecía tan calmado que el hecho de verlo así, la hizo enojar ¿Cómo podía estar así cuando ella estaba tan asustada?

—Alexander enserio me gustaría quedarme pero sólo quiero saber que pasó ayer y marcharme— dijo Marissa apresuradamente mientras Alexander se sentaba a su lado con una taza de café para ella y una para él.

— Lo sé, supongo que lo de ayer debió ser muy sorpresivo para ti— el chico se perdió en su taza de café, Marissa parecía querer gritar y arrojarlo por la ventana, los nervios la estaban matando.

—¿Sorpresivo?, creo que eso se queda corto, fue algo que nunca me hubiera esperado, pude haber esperado a un secuestrador, a un ladrón, cualquiera menos lo que vi anoche— exclamó Marissa.

— Escucha, contestaré tus preguntas si tu respondes a las mías— repuso el chico y Marissa no tuvo más remedio que asentir, aunque no tenía ni la más mínima idea de lo que quería saber de ella.

—De acuerdo, primero yo  ¿Qué hacías ayer ahí?— pregunto Marissa mirándolo, era extraño que Alexander hubiera aparecido de la nada, tuvo que haber pasado por ahí o a lo mejor vivía cerca.

—Sonará como si fuera un acosador pero estaba siguiéndote— respondió Alexander apenado, movía los dedos sobre la taza tratando de no mirarla a los ojos, le resultaba difícil hablar de eso con ella.

—¿Siguiéndome? ¿Por qué?

—Bueno, no lo se, me llamaste mucho la atención, no pienses que soy un enfermo y que me he enamorado perdidamente de ti, sólo quería saber a donde ibas— Alexander no la estaba mirando, Marissa sintió ganas de vomitar, se sentía en una de esas películas donde estaba pasando algo muy malo y la protagonista nunca sabía lo que le ocurriría después.

— Bueno... Yo... Gracias—  Alexander, por primera vez, alzo la mirada en su dirección y la observo con sorpresa, tratando de aguantar la sonrisa que luchaba por salir de sus labios.

—¿Qué?— pregunto él ,realmente desconcertado.

—Si no hubieras estado siguiéndome tal vez ahora estaría muerta

— No debes agradecer... Es... Es mi trabajo— dijo él dando un sorbo a su café ¿su trabajo? ¿pero que estupidez había dicho? lo que menos quería era que Marissa tuviera más preguntas, quería que se fuera de ahí conociendo lo menos posible.

—¿Qué quieres decir?— cuestionó Marissa. Alexander negó con la cabeza intentando de arreglar su error ¿Por qué estaba tan nervioso?.

—Es complicado no puedo decírtelo, además me toca preguntar.

—Está bien— Marissa se resigno y bebió o un poco de su café. El dolor de la espalda se estaba disipando pero aún era bastante incomodo recargarse en cualquier superficie como la silla en la que estaba sentada, ¿cuánto tardaría en curarse?

—¿Qué hacías tu ayer ahí?— fue lo que dijo Alexander y Marissa lo miró extrañada.

—Iba camino a mi casa, cuando de pronto el...¡ Ay dios!— exclamó Marissa haciendo que Alexander pegará un brinco de sorpresa.

—¿Qué pasa?

— ¿Cómo está el hombre Alexander?, dime que no lo dejaste ahí sólo a su suerte, estaba herido.

—Eres increíble ¿Cómo puedes preocuparte por ese hombre si ni siquiera lo conoces?— Alexander no podía creerlo, cada minuto que pasaba con Marissa más curiosidad sentía por aquella chica.

—¿Qué querías que hiciera? estaba sólo, y esa... Esa cosa lo estaba siguiendo— Marissa estaba horrorizada, recordarlo le revolvía el estómago.

—Nunca había escuchado algo igual, normalmente un humano nunca haría algo como lo que tu hiciste allá— mencionó Alexander mirándola de una forma que la hizo sentir incómoda al instante.

—Me toca ¿Qué pasó cuando me fui? ¿como es que sigues aquí?, esa cosa pudo matarte.

—Para mi un demonio como ese es pan comido, no es tan fuerte— contestó Alexander encogiéndose de hombros, en su mente algo le advirtió que estaba hablando demasiado.

—¿Eso era un demonio?— Marissa cada vez entendía menos.

—Alexander quiero que me expliques que pasa— pidió  Marissa las dudas amenazaban con comérsela viva.

—No puedo... En verdad aunque me gustaría no puedo hacer eso, para empezar ni siquiera debe'ria estar hablando contigo— Marissa estaba tan confundida ¿tendría respuestas de verdad o solo conseguiría hacerse más preguntas?

—Por favor Alexander, esa cosa casi me mata ayer y no se que pasó con el hombre.

—Bien como veo que te importa mucho, el hombre no sobrevivió, no pude ayudarlo, murió— Marissa sintió un dolor agudo en el pecho... Ese pobre hombre no pudo escapar.

—¿Por qué lo hiciste?- pregunto Alexander sacando a Marissa de su conmoción.

—¿Hacer qué?

—Te vi, preferiste quedarte ahí con esa cosa a dejar al hombre sólo, nadie hace eso, no lo conocías ademas no parecías tener miedo— Alexander no lograba comprender su actitud, el miedo, el miedo podía hasta con la voluntad más grande, los demonios causaban un miedo tan abrumador que los humanos se convertían en presas fáciles, pero ella...ella se había quedado.

—No lo se Alexander, simplemente no podía dejarlo ahí, en cuanto al miedo, en realidad me estaba muriendo de miedo ¡pude morir!— respondió ella alterada cuando su teléfono vibró dentro de su bolsillo. Lo saco de la bolsa de su chamarra  y vio que era un mensaje de Cameron.

¿Dónde estás? te estoy esperando afuera, date prisa

Al verlo Marissa se dio cuenta de que era hora de irse, guardo su celular y se levantó de la mesa.

—¿A dónde vas?

—Me tengo que ir, ya es tarde— mencionó Marissa apurada, colocándose la mochila en el hombro de nuevo.

—Pero ¿No quieres saber más?— era bastante tonto, de todas formas no podía decirle nada, aún así no quería que se marchará tan pronto.

—La verdad es que no Alexander ¡No lo sé! Prefiero olvidar que eso paso y seguir con mi vida—Marissa quería borrar de sus recuerdos por completo la imagen del demonio.

— Pero Marissa— Alexander quiso detenerla pero Marissa ya estaba saliendo de la cafetería donde el frío viento de la intemperie la hizo sentir escalofríos, el frío aumentaba el dolor de sus heridas, pero no podía ponerse a lloriquear, pronto sanarían, saco su gorro de la mochila y se lo colocó en la cabeza. Era un sencillo gorro negro, sin ningún detalle, pero a pesar de eso le encantaba. Dejaría atrás ese momento de su vida, prefería olvidarlo a torturarse con preguntas, de todas formas seguían sin tener respuestas y tal vez así era mejor.

Comenzó a caminar hacia la salida e instintivamente volteo a la cafetería, logró ver a Alexander mirándola desde la entrada, había algo familiar en él, eso lo sabía, pero por ahora quería olvidar todo lo extraño que pasó ese día, seguramente volvería a Alexander para preguntarle algunas cosas, pero por ahora, solo quería llegar a casa y olvidar.

Recuerdos Ocultos |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora