*42*

1.9K 170 33
                                    

Vida humana.

¿En qué momento la idea de pisar un lugar que conocía a la perfección se había vuelto un reto inalcanzable? Marissa no tenía idea de lo mucho que podía costar regresar a una vida que parecía ya no pertenecerle, lo sentía como si estuviera a punto de entrar en un sueño, uno que había tenido miles de veces y que seguía pareciendo igual de irreal e imposible como siempre. La idea de regresar le atravesaba el alma cada vez que los recuerdos se introducían en su piel como afilados cuchillos. La idea de volver la aterraba, esa era la verdad.

¿Sería lo suficientemente fuerte como para enfrentar lo que quedaba de su vida después de que esta se había roto en miles de fragmentos?

—¿La escuela es divertida? — la voz del pequeño Max rompió sus pensamientos, partiéndolos por la mitad, dejándolos caer y perderse en medio de su complicada mente, en un lugar que le costó encontrar. El mundo, que se había detenido un momento, volvió a instaurarse con un movimiento apresurado y colores impresionantes.

—Lo siento... ¿qué preguntaste, Max? — a su mente le costó adaptarse al despertar, Max sonrió divertido y dio un par de vueltas por la habitación, antes de acercase a ella justo frente a la ventana lateral.

—¿La escuela es divertida? —una risita broto de los labios del niño, Marissa lo pensó un momento, el rostro de Giselle fue lo primero que vio, pero después, las imágenes de Cam y Aaron le arrebataron la calidez que se había instaurado en un principio.

—Sí, lo es, aunque a veces, es demasiado complicada.

—Me gustaría ir a la escuela— la realidad era que ahora, Marissa sentía un poco de responsabilidad por proteger al pequeño y desconocido niño que se había atravesado en su vida.

—Cuando todo termine, irás a la escuela, pero antes, supongo que debemos arreglar un par de asuntos— la idea de enfrentar todos los complicados enredos de la realidad le provoco dolor de cabeza de solo imaginar el trabajo que le costaría hacerse cargo de Max, pero todo era una pequeñez comparado con lo que estaba viviendo en ese momento. Prefería mil veces enfrentar asuntos mundanos a tener que estar en medio de ángeles y demonios.

—Está bien— Max dio un saltito y luego su mirada se llenó de pesar. Por primera vez, Marissa fue consiente de la profunda tristeza que escondían los ojos del niño y se preguntó por las cuestiones que había tenido que pasar un niño tan pequeño como para que su mirada tuviera la madurez de un pesar como ese.

—Vuelve pronto— los pensamientos de Marissa tomaron otro rumbo, dejo de preguntar por los problemas y se enfocó en las pérdidas ¿cuánto había perdido Max como para decir aquello con tanto miedo?

—Te lo prometo— la mirada de Max se ilumino, pero el brillo fue tenue, opacado por el peso de su historia. Marissa le revolvió el cabello como solía hacer Valentín con ella y consiguió que Max riera en medio de tanta tensión.

—Si algo extraño sucede, no dudes en esconderte, espérame, te prometo que volveré y te encontraré.

—¿Y si no llegas a tiempo? — la idea de Max la rompió, no había llegado a tiempo con sus padres y con su hermano. La sensación de dolor se transformó en un miedo atroz que le recorrió los huesos con violencia. No volvería a pasar, lo juraba por su propia vida.

—No digas eso, llegaré a tiempo, confía en mi— Max asintió más convencido. Marissa le movió el pelo una vez más y salió de la habitación.

Los pasillos del Palacio del Edén se volvieron asfixiantes conforme Marissa llegaba al salón principal donde Synyster y Katherine la esperaban, listos para partir, Katherine llevaba el pelo amarrado y un traje negro ajustado, Synyster por su lado portaba el mismo color, pero por alguna razón en lugar de transmitir elegancia como lo hacía su compañera, el misterio que lo rondaba era intimidante.

Recuerdos Ocultos |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora