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Entendimiento.

La fuerza es como un arma de fuego.

Letal, por supuesto, pero, a fin de cuentas, un arma agotable. Synyster odiaba la idea de resumir lo que significaba una pelea a solo golpes de fuerza, aborrecía la simpleza que se desenvolvía detrás de un par de patadas y puñetazos al aire, prefería el silencio, el arte de convertir un enfrentamiento en una partida de ajedrez, prefería pensar que las peleas eran una pieza musical, delicadas, con un orden irrevocable y desde luego, con una explosividad emocional. Él hubiera escogido a las sombras como su disfraz después de haber lanzado la primera flecha de advertencia, sin embargo, no estaba solo y para su mala suerte, Katherine amaba usar a la fuerza como el arma principal.

Después del primer ataque, Katherine había saltado del techo, ignorando por completo la ventaja de la oscuridad, adentrándose a las manos de la luz que la dejaba expuesta a la mirada del demonio. La chica se abalanzo contra la criatura, lanzando una patada que termino partiendo el suelo dejando una horrorosa grieta.

El demonio presumía una velocidad envidiable, Synyster sabía que los demonios de la superficie tienen la facilidad de deslizarse como la lluvia sobre el cristal, por esa razón deseaba contar con el elemento sorpresa, algo que evidentemente quedaba arruinado con la insensatez de su compañera.

El demonio abrió la boca, mostrando su fascinante hilera de colmillos, listo para valerse de su más grande arma: su veneno.

Por suerte Katherine danzaba bastante bien, el vals de la violencia, se movía con gracia evitando el toque mortal de su oponente, el ángel aún escondido en las sombras observó los movimientos del demonio con atención, tratando de familiarizarse con su ritmo, su propio estilo de pelea. Noto que, tras cada intento de morder la piel de Katherine, se inclinaba a la derecha para recuperar el equilibrio. Siempre a la derecha.

Por desgracia para ambos, Katherine resbalo sobre el cemento mojado, el cuerpo monstruoso del demonio se contrajo antes de deslizarse cual gusano con velocidad contra ella, buscando ventaja en el desafortunado juego del destino. Tristemente para él, Synyster estaba preparado, con otra flecha resplandeciente entre los dedos.

—¡Synyster! —la flecha salió disparada, el demonio gruño y recibió el disparo de lleno, su piel ardió y antes de poder recuperarse, Synyster disparó una segunda flecha, sabiendo perfectamente hacía que lado se movería para recuperarse.

El gruñido creció de intensidad, la piel del demonio se chamusco y su cuerpo se desplomó adolorido, buscando liberarse de las flechas con movimientos pausados y contracciones espantosas de su piel agonizante.

Asqueroso, pensó Synyster preparando su arco una vez más.

—Es nuestra oportunidad— Katherine se levantó y se acercó al demonio lista para someterlo.

—¡No! ¡No se atrevan a tocarme! —la voz de demonio era como todas las demás, voces rotas, voces fantasmales, una voz salida de la pesadilla más retorcida, un sonido desprolijo, con tonos graves que temblaban como la cuerda de una guitarra.

Synyster metió las manos en su chaqueta y extrajo una cuerda dorada, cuerda que por suerte siempre llevaba consigo, esperando la ocasión para usarla.

—Katherine — la chica la recibió y cuando se dispuso a colocarla alrededor del cuello del demonio este lanzó su pegajosa lengua contra la chica lanzándola hasta el extremo contrario de la calle.

—No dejaré que se me acerquen —aún con las flechas resplandeciendo contra su piel, el demonio se incorporó listo para pelear, mirando a Katherine con furia, con la boca abierta.

Recuerdos Ocultos |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora