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Planes.

Cuando el amanecer llego a tocar la habitación, la luz  inundo las paredes, bañando la cara de Marissa con una suave caricia. La chica se retorció, elevando ambos brazos hasta su cara, buscando detener la molesta iluminación que había perturbado su sueño. Al moverse, fue fácil darse cuenta de que no estaba recostada sobre las suaves sabanas. 

Movió las manos y cuando se topo con la piel firme que cubría el pecho de Anthony, ahogó un grito.

—Buenos días—saludo el chico mirándola con los ojos a penas lo suficientemente abiertos, estirando ambos brazos sobre la cabeza, Marissa alzo la mirada y se horrorizo cuando la realidad le cayó de golpe, había dormido toda la noche abrazada a Anthony. 

—¿Qué? yo... ¿qué fue lo que pasó?— cuando se aparto de la calidez que emanaba el cuerpo del ángel, un escalofrió le recorrió la piel, tuvo frío de pronto, estar en brazos del chico era lo único que le impedía sentirlo.

—¿Te desperté? Lo siento ¿Cómo dormiste?— Anthony estaba jugando, Marissa podía verlo en sus ojos que viajaban divertidos alrededor de su cara, seguramente encontrando algo gracioso en el hecho de que sus mejillas estaban rojas. 

—¿Qué haces en mi cama?— lo último que recordaba era haberse quedado dormida, observando la calma con la que Anthony respiraba. En ningún momento ella...

—¿Tú cama? Considerando que estamos en la enfermería todas las camas se usan para los heridos, yo estoy herido, entonces, todas son mías—Anthony se apoyo en los codos y cuando sus músculos se contrajeron por la nueva posición, Marissa apartó la mirada, siendo totalmente consiente de que su sueño no había sido tan irreal como había pensando.

—Sabes a lo que me refiero— Anthony dejo que su risa resplandeciera más que el amanecer.

—Estabas teniendo una pesadilla, solo me acerque para asegurarme de que estabas bien y mírame, me convertiste en tu almohada personal— Marissa abrió los ojos terriblemente consternada, no podía creer que ella hubiera sido la causante de la situación.

— ¿Qué dices?, por todos los cielos...lo lamento.

—No te disculpes, no me molesto en absoluto— dijo el chico mirándola con curiosidad, Marissa no tenía palabras para expresar la vergüenza que sentía.

— No debí de haber hecho eso, lo siento— la sonrisa de Anthony se ensancho.

—No te preocupes, de verdad, deja de mortificarte, fue...en realidad fue tan agradable que no tomaré represarías— Marissa quería desaparecer.

—Debo irme— anuncio la chica mirando a Anthony. La sonrisa del chico se esfumo.

—¿Irte? ¿Tan mala compañía soy como para que quieras desaparecer así?— Marissa no quería hacerlo sentir mal, pero no sabía como reaccionar después de que prácticamente habían pasado la noche abrazados.

—No seas abusivo, ya me tuviste toda la noche— Marissa trato de sonreír haciendo que todo pareciera una broma. Desgraciadamente, cuando miró a Anthony sus ojos se habían vuelto de un profundo azul oscuro.

—Difiero un poco con eso—  Anthony no dejaba de mirarla, la estaba enloqueciendo.

El silencio se instauro entre ellos tan rápido que a Marissa le costo hacer al respecto, quería que Anthony dejará de mirarla de esa forma en la que parecía querer desarmarla, pieza por pieza.

—Esta bien, solo...antes de que te vayas, quería decirte que lamento que no encontráramos a tu familia el día de ayer, lamento que tu hogar este así, lamento todo lo que perdiste— el aire se volvió pesado, el corazón de Marissa colapso.

Recuerdos Ocultos |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora