(Álex)
«Mierda, ¿qué he hecho?», me digo angustiado mientras me aparto de ella. Mi cuerpo me ha traicionado. Todavía tiemblo por la cantidad de sensaciones que he sentido. Miles de imágenes se agolpan en mi cerebro. «No... No, no, no...». Trato de controlarlas, pero es inútil. Una detrás de otra me hacen revivir aquel maldito día y mi promesa. Siento unas enormes ganas de salir corriendo a algún lugar lejos de aquí. Daría lo que fuera porque esto solo fuera una pesadilla. «He engañado a Gema...». Un intenso dolor se apodera de mí, machacándome emocionalmente. Me siento como un cabrón arrepentido y triste a la vez. Me odio. He sido débil. Un maldito traidor. Laura me mira, no quiero hacerla sentir mal e intento tranquilizarme, pero no puedo.
—Voy al baño —me cuesta hablar. Laura sonríe tiernamente y acaricia mi rostro.
—Aquí te espero —su frase me hace sentir aún peor. Varias punzadas atraviesan mi pecho. No quiero que me espere, no quiero que piense que esto ha significado algo. Tengo que explicarle que ha sido un jodido error. Tenía que haberlo parado antes. He caído en mi propia trampa.
Me siento avergonzado al verme desnudo junto a ella y recojo mi ropa. Camino hacia el baño como si fuera sonámbulo. Ni siquiera noto el suelo bajo mis pies. «Gema, perdóname...». Si alguien me clavara un puñal en el corazón no sentiría tanto dolor como ahora mismo. No merezco vivir después de esto. ¿En qué clase de persona me convierte lo que acabo de hacer? Cierro la puerta y me apoyo en el lavabo. Levanto la mirada y puedo verme reflejado en el espejo. Siento asco al instante. Mis ojos se empañan y mi garganta se tensa. Lucho por no llorar. Laura no puede verme así, ella no tiene la culpa. Independientemente de que sea la primera sospechosa, esto no tiene nada que ver y no quiero hacerle daño. Abro el grifo y entro en la ducha. Necesito quitarme su olor cuanto antes. Estoy tan inmerso en mi tormento que no soy consciente de los chorros de agua helada que corren por mi cuerpo. Me froto enérgicamente, quiero quitar cualquier resto suyo de mí. No hay jabón, pero no me importa. Cuando creo que estoy suficientemente limpio, espero unos minutos antes de salir. No hay toalla para secarme y no quiero dejarlo todo empapado. Cuando parece que ya he dejado de gotear me pongo la ropa. Me siento en el suelo y espero. Debo tranquilizarme. Mi estancia en el baño se alarga más de lo que debería. No sé cómo afrontar lo que hay fuera.
—Álex —golpea la puerta y me tenso—, llevas mucho tiempo ahí dentro. No te habrás caído por la taza del váter, ¿verdad? —esto va a ser realmente difícil. Respiro profundamente. Abro y lo primero que veo son sus enormes y alegres ojos verdes mirándome. No tengo el valor suficiente para hacerle esto—. ¡Estás empapado! —levanta una de sus manos y cuando va a tocar mi cabello húmedo me aparto en un acto reflejo. Hay dolor en su mirada—. ¿Te... te arrepientes de lo que acabamos de hacer? —duda—. ¿No era como esperabas? —pregunta preocupada mientras trata de entender mi reacción.
—Estoy bien... —no me cree y puedo advertir desconfianza en su gesto. No puedo echar a perder esto. No después de haber llegado hasta aquí para conseguir información. Tengo que serenarme y mantener la calma—. Es solo que... Bueno, ya sabes... —me agarro a lo que ella cree y todavía no he tenido oportunidad de desmentir—. Es una experiencia nueva para mí, y estoy algo nervioso.
—Te voy a creer porque lo acabas de afirmar —dice sonriente y más tranquila—. Pero te aseguro que después de lo que ha pasado en esa cama empezaba a tener mis dudas. No parecías para nada nuevo —trago saliva. Cada vez lo empeoro más, pero todo sea por salvar la vida de Natalia.
—Deberíamos irnos. Tengo que hacer algunas cosas en casa —miento. Necesito salir de allí cuanto antes. Me está costando mucho no venirme abajo. Baja su mirada y asiente.
—Está bien, así duermo un poco antes de ir a trabajar. Hoy me toca de noche y tengo que ir al piso de César por la mañana para cuidar de Natalia.
—¿También trabajas de noche? —pregunto intrigado.
—Sí... —resopla—. Al ser una empresa internacional tenemos clientes en todos los países. Y ya sabes cuál es el problema con el horario. Mi empresa está activa 24 horas al día. Nos regimos por cuadrantes y hacemos turnos. Esta semana me ha tocado así, pero la siguiente estoy de mañana —me mira de nuevo—. Oye, respecto a lo de antes...
—Ya hablaremos sobre eso —digo cortante. Necesito esquivar el tema—. Tenemos que irnos.
Volvemos al hotel en el más incómodo de los silencios. Laura mira por la ventana, pensativa. Es extraño verla así. Daría lo que fuera por saber qué está pasando por su cabeza en este momento, aunque me puedo hacer una idea. Quizás necesitaba algo más de afecto después de entregarse a mí y no he sido capaz de dárselo. Los remordimientos me corroen.
Dejo a Laura en su coche y nos despedimos fríamente. Siento un escalofrío correr por mi espalda. Soy el culpable de esto. Veo cómo se marcha y no tengo ánimo para nada. Por fin arranco el motor y vuelvo a casa.
—¡Hermanito! —grita Sonia alegre cuando oye que suelto las llaves en la mesita de la entrada. Para colmo de mis males, la foto de Gema vuelve a caerse. La expresión de mi hermana cambia cuando entro al salón—. ¿Qué ha ocurrido? —viene hasta mí.
—No ha ocurrido nada.
—A mí no me engañas. ¿Has discutido con la rubia? —respiro profundamente sin darme cuenta y sus ojos se abren. Sabe que ha dado en el clavo y ahora será más difícil quitármela de encima.
—Eso no es de tu incumbencia —respondo secamente.
—Te equivocas. Todo lo que pueda afectarte lo es —cruza los brazos. Estoy perdido.
—Sonia, por favor, no vengo con ganas de sermones. Vamos a dejarlo para otro día —camino hasta mi cuarto y me sigue.
—Cuanto antes acabemos con esto, antes te dejaré en paz —por desgracia tiene razón—. Ahora dime, ¿qué ha ocurrido entre vosotros?
—¡Nada, joder! —empiezo a ponerme nervioso.
—Mientes de nuevo —es tan persistente y observadora como yo.
—Es solo que... —aprieto fuertemente los ojos— que estoy seguro de que ella quiere más de lo que estoy dispuesto a darle.
—Álex... —toma mi cara con sus manos— debes liberarte de aquello, Gema te amaba y no querría verte tan atormentado.
—¡NO LA NOMBRES! —me aparto de su tacto—. Tú no sabes lo que ella hubiera querido.
—¡Sí lo sé! —su respuesta capta mi atención. Necesito saber por qué está tan segura de eso—. ¡Ponte en su jodido lugar de una puta vez! —grita—. ¿Te gustaría que después de dar tu vida por salvar la suya se convirtiera en un alma en pena, sin aspiraciones ni ilusiones? —un gran dolor me desgarra por dentro.
—¡CÁLLATE! —apenas puedo respirar.
—¡No pienso callarme! Estoy harta de callarme... —limpia una lágrima que corre sin control por su mejilla—. Tanto te quería que se puso en medio de aquella bala para que tú siguieras aquí, para que fueras feliz. ¿Y así se lo pagas?
—¡NO ME LO RECUERDES! —respiro agitadamente—. ¿No te parece que yo solito ya me torturo suficiente como para que tú también vengas a reprochármelo?
—¡No es esa mi intención y lo sabes! —cierro la puerta de mi habitación de un portazo, dejándola al otro lado—. ¡Deja de hacerte la víctima de una jodida vez y sal de ese maldito agujero! ¡Llevas años luchando contra un fantasma! ¡Ya es hora de que pases página! —golpea mi puerta—. ¡Ella no va a volver! —llora. Tapo mi cabeza con la almohada, no quiero seguir oyéndola. No tiene razón en lo que dice. Si todavía no me he quitado la vida es por ella. Gema me salvó aquel día y no puedo permitir que su sacrificio haya sido en vano. Me cuido por ella. Respiro por ella. Le debo lealtad y fidelidad. No puedo permitir que otra persona ocupe su lugar. El vacío que dejó en mi corazón no lo llenará nadie. Se lo prometí mientras moría desangrada entre mis brazos...
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Y aquí está la respuesta a la pregunta que me dejáis en los comentarios... "¿Quien es Gema? "
¡GRACIAS POR VUESTROS VOTOS Y COMENTARIOS!
¡Os espero en el grupo de facebook Elena García (Novelas)
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El tormento de Álex - (GRATIS)
RomanceLas imprudencias se pagan y eso es algo que, por desgracia, Alex sabe muy bien... Un hombre atormentado por una mala decisión, una promesa cada día más difícil de cumplir y un sentimiento que creía olvidado amenaza con florecer de nuevo en su interi...