Capitulo 48

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Laura arruga las cejas al oírme. Sabe que algo no va bien.

—¿Qué ocurre? —susurra mientras aún sigo escuchando. Se ha puesto nerviosa y no puede esperar. Le hago un gesto con la mano para que se calme y continúo atendiendo la llamada.

—¿Cuándo ha sido?

—Hace una hora que lo encontraron. Hemos llevado el cuerpo al depósito para que el forense investigue las causas de la muerte. Pero estamos seguros de que lo han torturado hasta acabar con su vida. Todos sus dedos están rotos y le han arrancado las uñas. Estamos investigando la zona en busca de pruebas.

—Hijos de puta... —digo en alto, y Laura vuelve a mirarme. Hay angustia en su mirada, está deseando que acabe para que le cuente lo que está ocurriendo.

—¿Ese chico conocía el lugar donde estáis ahora?

—No tengo ni idea.

—Tened cuidado, estoy seguro de que buscaban esa información. Le han clavado un puñal en el pecho con la intención de sujetar una nota en la que pone Los próximos seréis vosotros —la miro por un segundo y mis pulsaciones aumentan. Jamás dejaré que le pase nada.

—Voy a preguntarle. En cuanto tenga la respuesta te digo algo —cuelgo y me dirijo a Laura.

—Álex, estoy realmente preocupada. ¿Qué ha ocurrido? —trago saliva y busco la manera de contárselo sin que le afecte demasiado.

—Los hombres del Carnicero han estado hoy en tu piso —me mira, atenta.

—¿Les han detenido ya?

—Para nuestra desgracia, no —tomo una gran bocanada de aire para hablar, pero vuelve a interrumpirme.

—¿Entonces qué ocurre? ¡Me tienes en ascuas!

—Se trata de Jorge. Acaban de encontrarlo.

—¿¡Jorge!? Dime que no le han hecho daño —hay angustia en su mirada.

—Lo siento, Laura —varias lágrimas caen de sus ojos—. Han encontrado su cuerpo con signos de violencia.

—No... Dime que es un error —me acerco a ella y la abrazo fuertemente—. Es un idiota, pero él no merecía eso, Álex —llora en mi hombro—. No puede estar muerto. Es injusto, ¿qué les ha hecho él? —llora más fuerte.

—Calma —acaricio su espalda y dejo que se desahogue unos minutos más—. Sé que esto es duro, pero ahora más que nunca necesitamos tener los pies sobre la tierra —beso su cabeza—. ¿Jorge conocía este lugar? —se aparta lentamente de mí y con un pañuelo de papel que saca de su bolsillo limpia su nariz.

—Nunca le hablé de este pueblo. Sabía que era de Toledo, pero desconocía la localidad —dice entre sollozos—. Me siento culpable por lo que le ha ocurrido —pone las manos sobre su rostro y vuelve a llorar. No puedo evitar abrazarla de nuevo.

—Tranquila, cariño —llamarla de esa forma me hace sentir extraño, pero es la palabra que mejor define lo que siento ahora mismo por ella.

*****

Han pasado varios meses desde lo ocurrido. La investigación no avanza y comienzo a desesperarme. Vivo en una tensión constante y llevamos noches sin descansar debidamente por culpa de mis pesadillas. Todos los días despierto varias veces a Laura y al jodido gato con mis gritos. No he tenido más remedio que ceder y dejar que duerma con nosotros si quería volver a la cama con ella. Por cómo me sopla, estoy seguro de que a ninguno de los dos nos gusta la idea.

No me separo de Laura ni un solo instante y dice sentirse agobiada, pero no pienso arriesgarme. En cualquier momento podrían descubrir nuestro escondite y sorprendernos. No me gusta esta tranquilidad. Sé que algo traman.

El tormento de Álex - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora