Capitulo 31

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(Álex)


Tras varios días sin saber de Laura, acaba de llegarme un mensaje. Me siento mucho más nervioso de lo que podía imaginar. Correría a buscarla para hablar de esto en persona, y hacerle ver que todo ya está bien para mí. Pero le prometí no acercarme y debo cumplirlo. He pasado un par de semanas horribles intentando olvidarla, pero la llevo tan dentro que es imposible. Mire donde mire la veo a ella, y para colmo Sonia no para de provocar que la recuerde con sus indiscretas preguntas. Quizás debería responderle. Tampoco quiero ser maleducado. Es cierto que me lo ha hecho pasar fatal con su cabezonería y empeño en no escucharme, pero yo también creía cosas de ella que no eran. Si me pongo en su lugar, hubiera pensado lo mismo. Estoy acostumbrado a sacar conjeturas y posibles teorías de todo. Trabajar en la policía te hace ser así. Siempre he tenido buen ojo y conseguía acercarme a la verdad, pero no sé qué coño me ha pasado con Laura que no he acertado ni por error.

Vuelvo a mirar el mensaje una vez más. Estoy seguro de que debe sentirse mal y no me gusta la idea, quiero aliviarla. Decido responder:

Hola, Laura. No te preocupes. Ya está olvidado. Cuídate.

Lo envío y me quedo mirando la pantalla. Unos segundos después, me arrepiento de haber sido tan cortante. Me encantaría obtener un mensaje de vuelta, pero he cerrado tanto la frase que no le he dado ninguna opción. Si al menos le hubiera preguntado cómo estaba... Vuelvo a escribir:

¿Cómo te encuentras? Busco el botón de enviar y antes de hacerlo, dudo. Vuelvo a hacer el mismo movimiento, y cuando estoy a punto de mandarlo, lo borro. No debo tener ningún tipo de relación con ella. No podemos ser ni amigos. Es peligroso para mi salud mental y una tentación que debo evitar a toda costa. Fui débil una vez, pero no volverá a pasar.

El resto del día estoy de mal humor. No encuentro la razón que me tiene así, pero me molesta cualquier cosa. No paro de revisar mi teléfono. Me cabrea tanto no encontrar en él lo que busco que lo lanzaría contra el suelo. Todo mi esfuerzo por mantener la calma estos días se ha ido a la mierda con su mensaje. Creía que lo estaba superando, pero nada más lejos de la realidad. Me ha jodido la vida. No puedo parar de pensar en ella.

Mi corazón casi se para al notar vibrar mi móvil. Lo saco de mi bolsillo como si me fuera la vida en ello y cuando descubro la palabra César una gran desilusión se instala en mi cuerpo. «Mierda, Laura me tiene pillado por los huevos», me digo.

Tráeme algo de ropa limpia. Gracias, guapetón. Está contento, cosa que yo no. Resoplo indignado y conduzco hasta el hotel. ¿Por qué esta necesidad de tener noticias suyas? Es como una droga para mí, necesito una dosis para sentirme mejor.

Aparco y subo a la casa de mi amigo. Abro con la copia que me entregó y preparo lo que me ha pedido. Una hora después, cargo un par de mochilas en mi espalda y camino hasta la calle. Justo cuando voy a salir, alguien entra y chocamos bruscamente.

—¡Puta mierda! —mi corazón salta al oír su voz—. ¿Por qué todos los golpes tienen que ir al mismo lugar? —Laura tiene una mueca de dolor en su rostro, se balancea para aliviarse y con una mano sujeta su pecho.

—¿Estás bien? —suelto las mochilas en el suelo y camino hasta ella.

—¿Álex? —sus ojos se agrandan. Trata de ocultar su dolencia y me doy cuenta.

—Lo siento, no te había visto. ¿Te he hecho daño?

—No, no —su frente sigue arrugada. Está mintiendo—. Ya está, ha sido más el susto —traga saliva y fuerza una sonrisa. Los huesos de sus clavículas están mucho más marcados. Me fijo mejor y compruebo que ha vuelto a perder peso.

El tormento de Álex - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora