Apunto la dirección en un pequeño papel y me visto rápidamente. Me resulta extraño que le hayan llevado a ese hospital cuando hay varios más cerca. Estoy realmente asustada. Saber que él pidió que me llamaran, en cierto modo, me tranquiliza. Al menos estaba consciente y sabía lo que decía, pero que no lo haya hecho él desde su teléfono me mata. ¿En qué estado se encontrará? César y Natalia vienen rápidamente a mi mente.
«¡DIOS MÍO!», grito, «¿Irían ellos también en el coche?». Por el tiempo que ha pasado desde que se fue, es muy probable. Decido llamarles.
—Lauuu —es la voz de Natalia.
—Natalia —hablo agitada—. ¿Dónde estáis? ¿Estáis bien?
—Sí, estamos ya en casa. ¿Qué ocurre, Laura? —su tono es preocupado.
—Acaban de llamarme del hospital —mi barbilla tiembla—. ¡Álex ha tenido un accidente! —grito.
—Estás de broma, ¿verdad?
—No, Natalia —lloro desesperada—. Debe estar muy mal para no haberme llamado él mismo.
—Laura... —no la dejo hablar. Estoy demasiado nerviosa.
—Seguro que ha ocurrido mientras regresaba a casa —mi corazón no puede más.
—¡Laura! —grita—. ¡No es cierto...! —su voz suena como si estuviera apartándose del teléfono.
—Tengo que dejarte, tengo que ir con él —lloro y cuando estoy a punto de colgar oigo una voz masculina salir del teléfono.
—¡LAURA! —mis ojos se abren. La reconozco—. Soy Álex. ¿Qué está pasando?
—¿Álex? ¡Dios mío! ¡Álex! —me bloqueo. No entiendo nada—. ¿Qué te ha ocurrido? ¿Estás bien?
—¿Dónde estás?
—En casa. A punto de salir a buscarte. Acaban de decirme que has tenido un accidente. ¿Te encuentras bien?
—¡No salgas de casa! ¿Me oyes? ¡Es falso! No he tenido ningún accidente —mis pulsaciones se alteran—. Asegúrate de que la puerta está bien cerrada. No abras a nadie y saca lo que guardé en el cajón.
—Álex... ¿Qué está pasando? —me paralizo.
—¡Haz lo que te digo! —grita, sofocado, parece que estuviera corriendo—. Saca el arma del cajón y no la sueltes bajo ningún concepto. Estoy de camino —oigo un portazo y el motor del coche.
—Estoy asustada... —sollozo—. Tengo miedo, Álex.
—Tranquilízate, ¿de acuerdo? —asiento pese a que no me ve—. Seguramente te estén esperando en el lugar en el que te han citado. No saben dónde vives y por esa la razón te han tendido una trampa.
—Hijos de puta... ¿Y cómo han dado con mi teléfono?
—Eso es lo más extraño —varios golpes me sobresaltan.
—Álex, están llamando a la puerta —susurro para que no me oigan. El vello de mi espalda se eriza y me cuesta hablar.
—¡Mierda! —grita—. ¡No abras! ¿Tienes el arma?
—No.
—¡MALDITA SEA! ¡COGE LA PUTA PISTOLA! —siento que está perdiendo el control—. ¡VAMOS!
—Voy —corro hasta el cajón de mi mesilla, lo abro y con cuidado la tomo entre mis manos. Está fría y pesa más de lo que parece. Mis dedos tiemblan tanto como mi cuerpo y me cuesta controlarlos. Tengo miedo de apretar el gatillo sin querer o que se dispare sola. Las armas siempre me han dado mucho miedo—. Ya... ya la tengo... —comienzo a sudar.
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El tormento de Álex - (GRATIS)
RomanceLas imprudencias se pagan y eso es algo que, por desgracia, Alex sabe muy bien... Un hombre atormentado por una mala decisión, una promesa cada día más difícil de cumplir y un sentimiento que creía olvidado amenaza con florecer de nuevo en su interi...