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AVISO: Historia no apta para cardíacos.
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(Laura)
Los días pasan y Álex mejora. Todo parece indicar que se recuperará, aunque todavía está bastante débil. Cada vez que una de las enfermeras intenta hacerle un análisis de sangre forma un espectáculo. Grita y patalea como si fuera un bebé. Dice odiar las agujas, y estoy segura de que ya lo sabe todo el hospital.
Todavía no hemos hablado sobre las notas que encontré por la casa, no he querido incomodarle. Tengo la impresión de que cree que no las he encontrado aún. Por si acaso, no le diré nada y esperaré a que sea él quien saque el tema cuando lo crea oportuno. Yo con saber que me quiere me conformo, y es algo que ha estado repitiéndome continuamente desde que estamos aquí.
—Ayúdame —dice, y extiende sus manos—. Necesito salir de esta cama un rato, tengo dolorido todo el cuerpo.
—Álex... —desde que el médico le dijo que hoy le levantarían por fin está insoportable—. Tienes que esperar a que vengan los celadores, porque yo sola no podré sujetarte. Pesas demasiado.
—No aguanto más. Estoy agotado de estar de la misma postura. ¡Me duele hasta el tuétano!
—Qué exagerado eres —río—. Espera un poco, ya no tardarán en llegar —es la primera vez que van a ponerle en pie desde lo ocurrido y no ve llegar el momento.
—Tengo el culo plano de tenerlo aplastado contra el colchón —vuelvo a reír. La puerta se abre y entran dos chicos jóvenes.
—Buenos días —saludan mientras se acercan a él—. Venimos a levantarle —uno de ellos retira la sábana de su cuerpo. Hasta ahora no me había fijado en lo poco sexy que son los camisones hospitalarios. Entiendo que son mucho más cómodos para los pacientes con movilidad reducida, pero son horribles.
Me aparto para dejarles espacio y con habilidad y protestas de dolor por parte de Álex, consiguen bajarle de la cama.
—Mierda de camisón —gruñe. Piensa igual que yo.
—Es posible que te marees —le dicen—. Han sido muchos días en posición horizontal, y el cuerpo lo nota.
—Siento como si me faltara el aire —dice cada vez más pálido, y las piernas comienzan a fallarle.
—Sus órganos se están reajustando. Es algo normal. Vamos a darle la vuelta para que pueda apoyarse sobre el colchón y se sienta más seguro —justo al girarle me doy cuenta de que el camisón está completamente abierto por la parte trasera y puedo ver su culo en todo su esplendor.
—Ay, musculitos —carcajeo. Es demasiado cómico—. Puedo asegurarte que todavía no está plano —gira su cabeza para buscarme.
—Deja de mirarme. Eres una descarada —trata de disimular una sonrisa mientras se recupera.
—No puedes pedirme eso. Es demasiado tentador.
—¡Ouch, mierda! —oigo a alguien hablar a mi espalda. Me giro y Natalia tiene la mano sobre sus ojos.
—¡JODER! —grita César, y pone la mano sobre la mano de Natalia para asegurarse de que no hace trampa—. Qué feo eres por detrás, tío —todos reímos menos él—. Tienes las nalgas más blancas que he visto en mi vida, deberías tomar un poco de sol en tanga este verano.
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El tormento de Álex - (GRATIS)
RomanceLas imprudencias se pagan y eso es algo que, por desgracia, Alex sabe muy bien... Un hombre atormentado por una mala decisión, una promesa cada día más difícil de cumplir y un sentimiento que creía olvidado amenaza con florecer de nuevo en su interi...