Ya han pasado seis días desde lo ocurrido y sigo esperando. No me he movido de su lado en todo este tiempo. Uno de sus pulmones está encharcado y nos ha dado algún susto que afortunadamente por ahora se ha resuelto con éxito. Las horas se me hacen eternas entre estas cuatro paredes, pero soy consciente de que cada una de ellas es una oportunidad más que juega a nuestro favor.
El médico comienza a mostrarse algo más optimista, aunque dice que nada es seguro e insiste en que sigue grave. Cualquier mínima infección podría costarle la vida y toda precaución es poca. Sus heridas están cicatrizando a una velocidad normal, pero lo peor está en el interior de su cuerpo. Las balas rompieron todo lo que encontraron a su paso y una de ellas quedó alojada a milímetros de su corazón. Por suerte y tras varias horas de operación consiguieron extraerla.
La culpabilidad sigue haciendo mella en mí. No pasa ni un segundo sin que me arrepienta de lo que hice. Los nervios me la jugaron y los expuse a todos a un gran peligro. Álex, viendo que no había escapatoria, usó su cuerpo como escudo para salvarnos y eso es algo con lo que cargaré toda mi vida. Si sale de esta, sus cicatrices me lo recordarán diariamente, y si desgraciadamente muere, moriré con él.
—Buenos días, Laura —César abre la puerta y entra a la habitación. Camina hasta la cama de Álex, revisa todos sus aparatos y me mira—. ¿Por qué no vas a casa y te relajas un rato? Acabo de terminar mi turno y me quedaré con él el tiempo que haga falta.
—No es necesario —respondo, agradecida—. Estoy bien. Tú ve con Natalia y los niños, que seguro que están deseando que regreses.
—Mmm... —arruga su nariz—. Desde ayer por la tarde está en casa de sus padres. Pasará un par de días con ellos —pongo los ojos en blanco. Sé que lo han preparado así para ayudarme—. No hagas eso —me riñe—. También estamos preocupados por ti. Déjate de excusas y ve a casa para revisar que todo esté en orden. Hace tiempo que no vas por allí —mete la mano en su bolsillo y cuando la saca me extiende un billete y la copia de las llaves que guardaba Natalia por si extraviaba las mías. Sabe que perdí mi bolso y todo lo que había en él cuando Erika nos atrapó—. Estar entre tus cosas te hará sentir mejor. Toma lo que necesites y cuando duermas un poco, vuelves. Si hay cambios te llamo —asiento ante su insistencia, tomo el dinero junto con las llaves y me pongo en pie de mala gana. Separarme de él no me gusta.
—Cuídamelo —digo mientras beso la frente de Álex y me marcho.
—Hola, amigo. Ya tengo ganas de que te recuperes y poder quitarte toda esta mierda. Te debo mucho —le oigo decir a César antes de cerrar la puerta, y mi corazón se encoje. Hasta ese momento no pensé en sus sentimientos. Por alguna razón he dado por hecho que al ser médico no sufre como un mortal, y estaba equivocada.
Camino pensativa por el pasillo. La idea de volver a mi piso después de varios meses me pone nerviosa. La última vez que estuve allí fue con Álex y no pudimos regresar por culpa del Carnicero.
Después de tanto tiempo viviendo con un gran miedo en el cuerpo, me parece increíble que todo haya acabado. Siento como si me faltara algo, pero para nada me desagrada. Imagino que, por haber vivido en tensión hasta ahora, necesitaré de un período de adaptación para volver a la normalidad.
—Laura —alguien habla a mi lado cuando estoy a punto de salir del hospital, sacándome bruscamente de mis pensamientos.
Levanto la mirada con la intención de ver si conozco a esa persona y quedo paralizada.
—¿Qué haces aquí? —es lo único que soy capaz de decir.
—Necesito hablar contigo...
—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar —respondo y busco la salida con la mirada para irme cuanto antes.
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El tormento de Álex - (GRATIS)
RomanceLas imprudencias se pagan y eso es algo que, por desgracia, Alex sabe muy bien... Un hombre atormentado por una mala decisión, una promesa cada día más difícil de cumplir y un sentimiento que creía olvidado amenaza con florecer de nuevo en su interi...