Capítulo II

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Puede que tuviera demasiada suerte cuando lo soltó

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Puede que tuviera demasiada suerte cuando lo soltó. Jake no era de los que te dan este tipo de información, y aunque yo fuera su novia, en el último año me había tratado como una desconocida, por lo que sigo pensando que de verdad fue un milagro que me lo dijera.

La dirección de su nueva casa en Transylvania aún estaba en una de las notas de mi móvil, y esa misma noche, cuando Ravi se fue a su habitación, me vestí lo más rápido que pude y llamé a un taxi.

Martilleaba con los nudillos de los dedos al cristal del coche. Estaba nerviosa, pero decidida. Me iba a dar una explicación, ¡merecía una! Y luego le rompería la televisión... o puede que la PlayStation.

¡No, relájate! No puedo ir y hacer eso.

Es aquí, señorita —el perfecto rumano del taxista me descolocó unos segundos, hasta que al mirarle reaccioné. Pagué y balbuceé un 'gracias' antes de bajar del vehículo. Estaba frente a una casa humilde; pequeña. Había luces en la planta superior, y el reluciente Audi R8 de aquella mujer estaba aparcado frente al lugar.

Mis pies se movieron solos, y fruncí el ceño con decisión al pensar en tocar el timbre y liarme a aruñazos con cualquiera de los dos. Sin embargo, cuando alcé la mano descubrí que la puerta estaba abierta. Posiblemente debería haberme marchado, o posiblemente, tocar el timbre.

¡Qué importaba! De todas formas, la paliza se la iban a llevar tocara o no tocara.

Empujé con una mano la puerta y me adentré en la oscuridad. Cuando mi visión se hubo acostumbrado, merodeé por el lugar hasta encontrar las escaleras. Por suerte, no crujían, y las subí de dos en dos con sigilo.
Estaba cometiendo un delito, allanamiento de morada; pero qué mas daba. La ira me cegaba.

Al llegar arriba, oí unas voces al final del pasillo, en el cuarto desde el que se veía la luz por fuera. Hablaban lo suficientemente alto como para escucharles desde el comienzo de la escalera, por lo que me paré poco a poco y comencé a escuchar.

...estamos aún aquí —la voz de la mujer—, te consentí mucho al dejar que te quedaras con esta casa tanto tiempo.

Se lo agradezco, doamna mea*  —susurró Jake.

Te he dejado pasar muchas cosas, Jake, pero me cansé —rió—. Quiero tenerte cerca y a mi disposición a partir de ahora. Y otra cosa...

Un profundo silencio se hizo en la sala, y tras un golpeteo en la ventana, Jake apareció por la puerta de su habitación, mirándome fijamente y con asombro desde el umbral. ¡¿Cómo mierda supo que estaba aquí?!

—¡¿Lena?! —gritó, enfadado—, ¿qué haces aquí?

Balbuceé unos instantes, me había quedado sin habla.

—¡Quiero una explicación! —alcé la voz—, ¿está ahí, verdad? Tu amante, ¡que salga!

—No hay nadie, Lena —intenté abrirme paso a través de él, pero me sujetó por los brazos y me frenó en seco—. Basta. No es mi amante, y ya no está aquí.

—¿Ah, no? —reí con ironía—. ¿entonces quién es?

—Mi... mi jefa —susurró—, trabajo para ella.

—Por supuesto, tu jefa —alcé las manos, molesta—. ¡Si vas a inventarte una excusa, al menos hazla creíble!

—No es ninguna excusa, ella es mi jefa, últimamente he... faltado al trabajo demasiado, y ha venido a decirme que cambie el lugar en el que vivo durante un tiempo, cerca de las oficinas para cuando lo necesite —tragó saliva—. Digamos que soy como un secretario... más o menos.

Llevé una mano a mi frente y apreté con mis dedos el puente de mi nariz, intentando aliviar el dolor de cabeza que tenía.

—No te creo, Jake...

¿Cómo había salido esa mujer de la casa sin pasar por la puerta principal?

—Ven Lena —sujetó mis manos, apretándolas entre las suyas y dando un suave beso en ellas—, quédate conmigo esta noche.

Miré a su rostro, decidido y tranquilo, y mis mejillas se calentaron por el rubor.

—Pero yo-

—No te preocupes, sólo vamos a dormir —sonrió—. Te lo prometo. Quiero disfrutar de tu compañía. ..

Asentí con la cabeza sin saber por qué. Mierda, seguía enamorada de él, era imposible no hacerme la tonta y perdonarle. Si Ravi estuviera aquí me daría una bofetada.

Jake me sujetó por la cintura y me guió hasta la habitación, dejándome una de sus camisetas para dormir. Cuando me metí bajo la manta, sentí su brazo rodearme y acercarme a él. Sentí un suspiro detrás de mi oreja, y luego su respiración se volvió constante al quedarse dormido.

¿Cuánto hacía que no dormía a su lado? Su cama olía a lavanda, como él. Incluso había olvidado su olor. Parecía un simple extraño. Mis ojos se cerraron con fuerza al tiempo que fruncí el ceño. Tenía ganas de llorar, estaba frustrada y furiosa.

No resistiría más tiempo así.




El murmullo que venía del pasillo llegó hasta la habitación, despertándome. Mantuve los ojos cerrados hasta que me di cuenta de dónde me encontraba. Giré mi cabeza hacia el otro lado de la cama, donde debía estar Jake, pero estaba vacío. El despertador marcaba la 1 a.m, y cuando volví a escuchar la escuálida voz que susurraba, me levanté en silencio del colchón.

Mis pies descalzos hicieron contacto con el helado suelo, y caminé a hurtadillas hasta la puerta de la habitación, que estaba entreabierta. Coloqué un mechón de mi cabello tras mi oreja y observé a través del pequeño hueco hacia el oscuro pasillo. Distinguí la silueta de mi novio en la penumbra, al lado de la ventana, con su móvil en el oído.

Sí, mañana mismo —susurró—. No, ella está aquí en la habitación, durmiendo. Estaba alterada, si le decía de pasar la noche conmigo se tranquilizaría. Me aseguraré de enviarla a su casa y trasladar mis pertenencias doamna mea, estaré a su disposición cuando lo pida.

Me llevé una mano a la boca, ¡estaba hablando con esa mujer! Eres una estúpida Lena, ¡estúpida!

¿Por la noche? —exclamó en voz baja. Llevó una de sus manos a su cabello, revolviéndolo con nerviosismo—. Pero... pensé que tardaría más en celebrarlo... —se apoyó en el marco de la ventana—. Su majestad se precipita; ese baile de máscaras es innecesario, sólo conseguirá que... —tragó—, no, no ha pedido mi opinión. Discúlpeme ama... no volverá a suceder.

¡¿Ama?! ¿Estaba bromeando?

Sí, iré al castillo al anochecer. Mi sangre es suya, doamna mea.

¿Su sangre? No, estará de broma. ¿Qué coño significa todo esto? ¡No lo entiendo!

Jake colgó en teléfono, y como un cohete, me disparé hasta llegar de nuevo a la cama, tumbándome sobre ella sin hacer el mínimo ruido. La puerta chirrió un poco al abrirse, y segundos después sentí cómo se hundía la cama a mi lado.

Mantuve mis ojos cerrados, obligándome a fingir que dormía. Sin embargo, mi mente era un potaje de ideas. ¿Qué significaba todo esto? Esa conversación... sólo hizo que me preguntara más cosas.

Desde un principio estaba claro que esa mujer no era la "jefa" de él, pero, ¿su "ama"?, ¿su sangre era de ella? Mierda, parecía una película macabra de SM.

¿En qué estás metido, Jake?

  ☩  

DICCIONARIO

— Doamna mea : mi señora.

Eternity ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora