Capítulo XIV

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—¡Otra vez! —me agaché en el suelo para recoger de nuevo los dos libros

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¡Otra vez! —me agaché en el suelo para recoger de nuevo los dos libros. Solté un largo y tedioso bufido mientras lo hacía y Dorham se limitó a entrecerrar sus ojos—. No es tan difícil como lo hace parecer, señorita Lena.

Me puse en pie con ambos en mis manos mientras lo miraba con cansancio. Él seguía en su misma postura recta y elegante, con otros dos libros sobre su cabeza, perfectamente quietos y firmes.

Estoy empezando a pensar que tu posición como vampiro hace que sea más fácil —susurré.

Oh, al contrario, aprendí aún siendo humano. Todo es práctica.

Volví a colocarlos uno encima del otro y los puse sobre mi cabeza con cuidado mientras volvía a erguirme para mantener el equilibrio. Habían pasado cuatro días desde que comencé las "clases" con Dorham. Raine venía a verme todos los días; me aseaba, me cepillaba el cabello y me guiaba hasta el comedor sin falta, incluso a veces mantenía alguna conversación conmigo. Sin embargo, siempre terminaba callándose y agachando la cabeza cuando aparecían Dorham o el vampiro que me trajo al castillo la primera vez, Danec. Se supone que nadie debía dirigirme la palabra más de lo estrictamente necesario a excepción de Vlad, al que hace días que no veo.

La música comenzó a sonar de nuevo, envolviendo toda la gran estancia, y alejé mis pensamientos al recordar dónde estaba. Dorham se acercó a mi y me ofreció su mano con suma paciencia. La acepté y comenzamos a bailar de nuevo la pieza con lentitud y elegancia, procurando que no se fueran al suelo los libros por enésima vez. Con su mano enguantada sujetó mi cadera y me arrastró con él para dar vueltas alrededor del salón; misteriosamente, sonreí. El baile era lo más divertido que había hecho desde que llegué a este lugar, y al menos me entretenía.

Di una vuelta en mi lugar y continuamos moviéndonos al son de la clásica melodía. Dorham, que llevaba totalmente el ritmo, comenzó a bailar hasta la otra punta de la estancia mientras yo soltaba una pequeña risa al dar tantas vueltas. Por primera vez pude ver una mueca de diversión en el vampiro, y eso de alguna manera, me alegró.

Saber que esos seres sin sentimientos también podían ser humanos era algo increíble; al igual que con Raine, ahora lo demostró Dorham, y me ayudó a tranquilizarme en sobremanera.

En mitad del baile mi espalda, de repente, chocó contra algo duro. Solté una carcajada al pensar que había sido contra la pared al dar vueltas sin parar, pero al ver cómo Dorham se alejaba de mi mientras agachaba su cabeza con respeto, supe de qué se trataba.

De quién, mejor dicho.

Encaré a Vlad Drăculea con un poco de temor mientras sus penetrantes iris azules me observaban sin titubear. Hacía tiempo que no me miraba directamente a la cara, desde aquella noche, y que lo hiciera ahora me confundía y hacía que mi corazón latiera apresurado.

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