Capítulo VI

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Él se limitó a mirarme mientras yo reaccionaba

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Él se limitó a mirarme mientras yo reaccionaba. ¡Me había tomado el pelo! Y para colmo de males, había descubierto mi mentira desde el principio. Mi cuerpo se tensó al momento. No tenía ni idea de qué decir, y debía inventarme cualquier cosa para escapar de ese lugar.

Aunque ese hombre me haya salvado del psicópata dentudo, seguía siendo parte de esa multitud de locos sangrientos.

—De acuerdo, te mentí —él me respondió con una sonrisa divertida y yo aparté la mirada—, pero no tengo porqué decirte mi nombre. Si me disculpas, debo irme ya.

Casi caigo de bruces al suelo por la rapidez con la que giré mis pies hacia la salida. Una gran y cálida mano abrasó mi piel cuando me sostuvo para retenerme, y él giró mi cuerpo en su dirección para volver a encararle.

—¿Tan pronto?, la fiesta acaba de comenzar.

—No estoy invitada —confesé, esperando que de alguna manera esa fuera excusa suficiente para que me echara del lugar y pudiera irme a mi casa—, lo cierto es que me colé.

—Lo sé —soltó su agarre y llevó su copa de vino hasta sus labios, mojándolos nuevamente antes de seguir hablando—, conozco a cada una de las personas a las que invité, y te aseguro que tú no estás en la lista -me miró de arriba a abajo—; pero ya que estás aquí, que menos que divertirte, ¿no?

Fruncí el ceño. ¿Iba en serio? Le había confesado que me infiltré en su lujosa y pija fiesta, y aún así le daba totalmente igual. No, esto no pintaba bien. ¡Corre por tu vida, Lena!

—Ya; verás es una pena, pero de verdad tengo que irme. Gracias por tu "invitación", señor Drăculea.

Él entrecerró sus azules orbes en mi dirección e inclinó suavemente la cabeza a modo de reverencia.

—Vlad —susurró, tomando de nuevo mi mano y posando un beso sobre ella—, llámame Vlad.

"Vlad"

Asentí con torpeza y retiré mi mano sin querer hacerlo realmente. ¿Por qué ese hombre me ponía tan nerviosa? Transmitía un sentimiento de poderío y misterio que, a la par que sobrecogedor, era atrayente. Sin embargo, me negué rotundamente a caer en la red en la que muchas mujeres habrán caído antes, y finalmente me volví de nuevo.

Él se había quedado en su sitio, mirando cómo me alejaba con una mano alrededor de la fina copa de vino y otra dentro de su bolsillo. Por primera vez en toda la velada, tenía urgencia por mezclarme con el resto de invitados. Quería desaparecer de su punto de vista, que me quemaba la nuca como un láser.

A empujes y quejidos había casi conseguido llegar a la entrada. Parecía una auténtica pesadilla; todo ese espectáculo a mi alrededor hacía que mi corazón se acelerara. ¿Y si a alguno le daba por venir a mí; a morderme como un animal?

—¡Ni que fueran putos vampiros!, ¡malditos locos! —susurré y gruñí para mí misma.

Las cabezas más cercanas se giraron hacia mí, mirando mi rostro con intriga. ¿Acaso tenían un amplificador en el oído? Nota mental: la próxima vez, ¡ni lo digas!

Sujeté con una mano la larga tela del vestido y lo subí un poco para poder caminar con más rapidez. Justo en el momento en que llegué al primer escalón, el fornido guardia de la entrada, acompañado con otro gorila más, cerraron de golpe los dos grandes portones del castillo. Había cerrado las puertas, dejándome encerrada en este manicomio. ¿Podía ir algo peor?

¿¡Cómo saldría ahora de aquí!?

La música cesó, y todas las cabezas se alzaron en dirección a las mismas escaleras finales, desde las que bajó Vlad.

Ese hombre... lo había hecho a propósito. Había ordenado que cerraran las salidas para que no huyera. ¿¡Estaba bromeando!?

¿Os estáis divirtiendo? —su profunda voz resonó por toda la sala y la masa de invitados estaban atentos a cada uno de sus movimientos—. Creo que ha llegado el momento de innovar. Nos hemos quedado muy... anticuados, ¿no pensáis? —él soltó una pequeña risa, que para mis oídos fue gloria, y que el resto siguió con más fuerza—. Los más antiguos de vosotros seguro que recordaréis esas divertidas partes de las fiestas en las que se celebraba un inocente juego para entretenernos. Bien, propongo que organicemos uno —pude sentir con claridad su mirada en mi rostro de nuevo, descubriéndome entre la multitud—; el escondite.

¿El escondite?, ¿iba en serio? Hice una mueca de aburrimiento y bufé, aguantando mi risa.

Después del juego de morder y desangrar, me esperaba algo más original de estos ricachones egocéntricos.

Claro que, un poco diferente del convencional —sonrió de medio lado—. En esta versión, cada uno de vosotros tendrá que esconderse en un rincón de este castillo sin ser descubierto. Mis guardaespaldas y yo nos encargaremos de buscaros durante una hora, que será el tiempo limite —la multitud cuchicheó hasta que su voz volvió a tronar—. Si yo soy el que os encuentra, os devoraré —ellos gimieron de horror y algunos se achicaron en su sitio. Miré sus rostros angustiados y realmente asustadizos. Mierda, él iba en serio, ¿en el sentido literal? No, no podía estar tan loco de...—. Si es uno de mis guardaespaldas, bueno, viviréis, pero puede que ocurra algo peor. Esto es más como un juego de supervivencia, ¿no es emocionante?

¿¡Emocionante!?, ¡Maldito psicópata! Pensaba que era el más cuerdo; atractivo, caballeroso... ¡pero no, es el más desquiciado!

¿Estáis listos? —dejó su copa en una mesa y alzó sus brazos hacia los lados—, ¡empecemos!

Casi al momento de pronunciar la última sílaba, la gran masa de cuerpo que hasta hacía unos segundos abarrotaba la sala, ahora se había dispersado con prisa hacia los pasillos del castillo. Algunos cuerpos inconscientes quedaron en la sala, desangrándose por la mordida de su cuello. ¿Acaso este juego no iba demasiado lejos?, ellos podían morir desangrados y les importaba un pepino.

El anfitrión, al igual que desde el comienzo de la noche, me miraba fijamente desde su sitio. Todos habían desaparecido a excepción mía y de esos hombres en el suelo.

—El tiempo corre señorita —pronunció, con su rostro cerca del mío—. Debería usted hacer lo mismo.

Pegué un salto y me llevé una mano al pecho por el susto. ¿¡Cómo había llegado tan rápido a mi lado!? Hacía unos segundos estaba...

—¿Tantas ganas tiene de que la atrape yo que aún así se queda?

Sus ojos tenían un brillo burlón, y casi al momento reaccioné a sus palabras. Cogí con ambas manos la falda de mi vestido y me giré para comenzar a correr.

Malditos sean ellos; maldito sea el momento en que decidí entrar en este lugar por Jake a quien, al final, no he conseguido encontrar.

Pero sobre todas las cosas, maldito sea Vlad Drăculea.

    


Levanta la mano si quieres que la encuentre Vlad ✋

O si quieres que la encuentre uno de sus guardaespaldas pues... no, seguro que no quieres.

Eternity ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora