Capítulo XXVII

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¿Quién soy realmente?

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¿Quién soy realmente?

Ya lo sabes.》

Ilona Szilágyi; reina de Valaquia, esposa de Vlad III Drăculea "el Empalador", condesa de la casa Szilágyi. La bruja; la traidora quemada en la hoguera en el siglo XV. ¿Soy ella?

《Lo eres.》

Mi nombre es Lena Balan, mitad inglesa y mitad rumana. Trabajo de camarera (o trabajaba), y estudio en la Universidad. Esa soy yo, esa es mi vida.

¿Lo es?

《Lo es.》

—No te asustes, pequeña. Es normal que estés confundida, pero pronto pasará.

Miré con detenimiento a la bruja a mi lado, complacida y a la vez atenta a cada reacción de mi cuerpo, y abrí mi boca aunque de ella no saliera ni una palabra. ¿Qué podía decir? ¿Qué debía decir? Había recuperado los recuerdos de mi vida anterior, lo que una vez viví y olvidé. Lo que una vez fui; lo que una vez soñé. Ahora siento que ese intervalo de tiempo entre mi muerte como Ilona y mi nuevo nacimiento como Lena ha sido sólo un punto y aparte en la historia.

Todo está enlazado, y ésta sólo es la continuación. Empezar de nuevo; una oportunidad para hacerlo. Con él.

Vlad Drăculea, mi esposo, mi rey, mi verdadero amor. Mi corazón se hincha al pensar en él; al recordar todos nuestros momentos juntos. Aunque en ésta vida aún no había tenido la oportunidad de conocerlo del todo, me bastan las imágenes en mi memoria. Él me ha seguido amando todos estos siglos.

Destino, dijo Raine que se llamaba, y ahora no podría estar más de acuerdo.

Sabía lo que debía y quería hacer, tenía que volver con él, a nuestro castillo. Por fin podríamos vivir la vida que nos merecíamos en su momento. Tenía que escapar de este lugar, de las garras de Lucian nuevamente.

O como se llama ahora su reencarnación: Caín.

¿Se acordará él también de su vida anterior? ¿De lo que pasó entre nosotros? Con esas preguntas en mi mente me giré hacia Ylia y la escruté unos segundos.

—Caín, él... ¿lo recuerda?

Ella negó al momento, y un suspiro de alivio se me escapó de entre los labios. Puede que hubiese sido peor si tenía conciencia de su yo anterior, tal vez volviera a la locura de antaño, aunque ahora no es que estuviera muy cuerdo.

—Despertar los recuerdos del pasado de Caín Wells sería catastrófico tanto para el rey Vlad como para usted. Tal vez no lo sepáis, pero fue el comandante Lucian quien creó la santa orden de vânătorii después de vuestra muerte. Quiso darle caza a toda costa al rey, y el pueblo lo siguió. Hasta su último aliento, ya anciano en su lecho, sólo pudo maldecir contra la raza de los vampiros y prometer derramamiento de sangre —agachó su cabeza—. El mundo se libró de un monstruo hace siglos; no tenemos porqué volver a despertarlo ahora que está dormido.

Cerré mis ojos y asentí despacio en acuerdo con sus palabras.

—Así debe ser... Ylia, bajo ningún concepto despiertes sus recuerdos. O mejor, que ni siquiera sepa sobre ésta posibilidad... —miré a la anciana que estaba frente a mi, atenta a lo que decía. Hace siglos era más joven y la había visto rondar por el castillo alguna vez para traer hierbas y brebajes a las cocinas; ahora la recordaba—. Tu ayuda será recompensada... por ahora te pido que aceptes mi gratitud.

Ella asintió con una sonrisa y al momento la puerta se abrió con fuerza. Un cabreado Caín entró con rapidez en la sala, seguido por dos de sus guardias armados; tenía una expresión seria y fría, que cambió al instante a una de burla y altivez al verme.

—Veo que la bruja te curó bien esas heridas —levantó la mano para que su escolta se detuviera a unos metros, mientras él se acercaba a los barrotes—. Es hora de volver a tu propia jaula, hermosa. Espero que te haya servido la lección y que no haya necesidad de que se repita. ¿Te portarás bien?

Miré atentamente al que en otra vida fue mi mejor amigo y mi verdugo, y vi reflejada la personalidad de Lucian en él. Cuando capturaba espías enemigos o supervivientes, él los trataba así hasta sacarles toda la información posible. Los doblegaba; los humillaba y maltrataba hasta que sus mentes se rindieran ante él. Lucian llegó a ser el comandante por su poder y habilidad, era el mejor en su terreno.

Ahora estaba haciendo eso conmigo.

Pero, al contrario que antes, ahora sí conocía perfectamente al vânător que se alzaba orgulloso frente a mi. Por eso, con toda la dignidad que tenía, me levanté en silencio y me erguí sin apartar mi mirada de la suya, dándole una muda respuesta.

Caín alzó una ceja al ver que no me resistía, incrédulo, y abrió la puerta para dejarme salir.

—Muy bien, princesa. Así me gusta, que seas sumisa.

Con burla hizo una reverencia y me señaló con la mano la puerta de salida, esperando a que comenzara a caminar. Miré por última vez a Ylia y empecé a cojear por el dolor que me provocaban las heridas, mientras él me seguía de cerca.

Me guió por distintos pasillos hasta volver a mi jaula, donde antes de llegar me abofeteó con fuerza; me empujó para hacerme caer dentro y cerró la puerta de un golpe. Intenté no quejarme por lo que dolió, y lo miré sin expresión alguna desde el suelo. Maldito bastardo, pensé.

—Bueno... ¿Qué te cuentas? ¿Lo estás pasando bien con nosotros? —murmuró con sorna—. Te eché de menos esas horas que estuviste inconsciente, menos mal que  ya estás aquí para seguir jugando.

—¿Qué quieres Caín? Sabes de sobra que retenerme aquí no es un plan que vaya a funcionar. ¿Crees que tu estúpido juego mental y tu maltrato van a hacer mella en mí? —murmuré con tranquilidad.

Sus ojos verdes brillaron con curiosidad y sus cejas se alzaron con sorpresa. Estaba atónito mirando mi rostro, intentando explicar el repentino cambio en mi actitud.

—Princesa, entiéndeme —negó con la cabeza-. ¿Crees que todo esto lo hago por gusto? Eres una mujer hermosa y con carácter; en otra circunstancia hubiera intentado seducirte —hizo una pausa y sonrió—. El destino es así; resulta que tú eres la puta de un vampiro, el mismo que mató a mis padres y, justo ayer, a mi pequeña hermana. Pero no te preocupes, he cambiado de plan, tenerte aquí eternamente no me parece lo más acertado.

Reí sin gracia, recordando la última conversación entre Vlad y Ravi en aquella habitación de la torre, antes de que me empujara al vacío.

—Siento decírtelo Caín, pero eso no es así —vi cómo me miró con confusión, por lo que seguí hablando con suficiencia—. Quien mató a tus padres fue Eirene, no Vlad. Estás buscando al vampiro equivocado.

Su mirada cambió a una de completo cabreo, y dio un paso más cerca de los barrotes para intimidarme.

—¿Tan dispuesta estás a salvar a tu vampiro que inventas ese tipo de cosas? —escupió casi al momento—. No te preocupes, aunque no hubiese matado a una mosca, vamos a ir a por la segunda también. Tu rey no morirá solo, lo acompañarán todos sus asquerosos hijos en este mundo.

—Puedes creer lo que quieras, pero esa es la verd-

Un puñetazo hizo que la jaula vibrara, y me callé al momento antes de que se le fuera la cabeza y el próximo fuera directo a mi cara. Entonces alzó su dedo hacia mi, señalándome, y con su boca apretada en una fina línea.

—Vas a sufrir, zorra. ¡Tanto tú como ese engendro! —dando media vuelta, comenzó a irse en grandes zancadas hasta la puerta de salida, dándome la espalda y un escalofrío por toda mi piel—. ¡Esto es sólo el principio!

Eternity ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora