Treinta y cuatro.

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Principe.

Una vez, mientras leía un libro se me paso por la mente que quizá algún día tendría una historia de amor sin final, una en la que no terminara llorando como Hazel Grace la perdida de mi gran amor, una historia en la que todo fuera felicidad, una historia que cualquier persona que escuchara de ella suspirara deseando vivirla, una historia de amor en la que se aman los dos y no hay dolor, no hay mentiras. Desee tanto esa historia de amor que el día que creí haber conocido al amor de mi vida suspiraba en las calles, soñaba con vivir tantas cosas bellas que cuando me ocurría algo mal siempre pensaba que quizá alguna vez podría ser mejor. Soñé con un príncipe azul que solo me amara a mí, que viniera en su caballo blanco a raptarme para ir a ser felices, que fuéramos a parís y me jurara amor eterno, que nadie nos separa, que me alegrara las mañanas y me dieran ganas de cantar de lo bonito que era la vida, soñé con una historia de amor que solo se vive en libros, porque mientras soñaba olvide que en la vida real al príncipe le gustan las guapas, las que llevan mucho lápiz labial rojo, las malas, olvide que el príncipe es solo una cara inocente, que solo esconde maldad, que no le importa engañar, olvide que el príncipe prefería sexo y no amor verdadero.

Atrapada en tu infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora