Atrapada en tu infierno.

Sesenta y dos.

Pensando en ti.

Nunca pensé vivir una historia así ni mucho menos creer que tuviera el valor para hablar de ella siquiera en público, nervios sí, estoy llena de ellos al nombrarte a ti, pero me hace tan feliz que a veces lo ignoro. Antes me costaba tanto hablar contigo porque sentía que en realidad no te importaba en lo absoluto, pero poco a poco comprendí que no era así, que a pesar de ser muy diferentes siempre había algo que nos unía, quizá el amor, quizá el dolor, quizá el odio, quizá nuestro masoquismo. Pero que va, que una y otra noche llena de lágrimas nunca le hacían mal a nadie, porque yo lloraba por horas, sola, y sin embargo me ayudaba a analizar mi vida, a entender que era lo que en realidad quería y notaba que tu sobrabas en mi vida, que a pesar de todo lo que quizá tuvimos, o lo que yo creí todos alguna vez nos dábamos cuenta de que siempre la mejor compañía es la que logra hacernos infelices. A veces fumaba, a veces bebía, a veces escribía, pero siempre lo hacía pensando en ti, siempre contigo llenando mis sentimientos.